A propósito de Chávez: ¡Aquí no llora nadie! Y el corazón domina

No es un desamparo lo que hoy se posa adentro, no. La faz de este sentimiento se parece más a una fría ansiedad compartida, un rumor de orfandad mansa que merodea los alrededores de la casa, y nosotros, hartos ya de las ausencias, cerramos las ventanas y aseguramos las puertas. Pero a fin de cuentas la negación, así como la valentía, es uno de los rostros de la consciencia.

Hace pocas noches, los que amamos la vida, recibimos un golpe de vacío, una angustia que llegó como un viento súbito, de esos que cruzan la cara, y que a su paso nos cuesta disimular el temblor. Y una vez más mirar al cielo, juntar las manos, la plegaria, el abrazo, te amamos, no te vayas, estás en cada uno de nosotros, ahora la orden es vivir porque nosotros somos el pueblo y mandamos; y de pie en cada plaza encendemos las velas, y rogamos a cada uno de nuestros dioses, y sobreviene la espera: pesada como la nube oscura que no termina de pasar.

¿Cuál es el hilo que une la belleza de este mundo?

La belleza es un árbol plantado en el centro del campo de batalla que es el corazón humano. Ese árbol aparece como una revelación inmediata de algo que nos pertenece y que prescinde de mediación para develarse, de pronto, ante los sentidos. No me creas: compruébalo en la mirada sincera, en la mano que se extiende generosa, en el amor por la vida que se expresa en cada boca; esas son las armas para la batalla, los estandartes de nuestras vanguardias.

Nuestro pueblo no es un campo baldío sin cultivar. Existe la fuerza y el esplendor de lo verdadero y lo hermoso, más allá del plástico y la palabra desechable y cruel, o la mercancía autómata en la cual pretenden convertirnos.

¿Momentos duros? Sí. Lo sentimos como “las crepitaciones de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.” Él nos ha guiado hacia lo grande, hacia lo hermoso. Con él aprendimos a amar lo nuestro antes que lo ajeno; y aunque falta mucho camino por andar, es con él que queremos caminar. La Patria es muy niña aun. Quedan muchos surcos abiertos e infinidad de semillas por plantar.

César Vallejo dice:

¿Batallas? ¡No! Pasiones! Y pasiones precedidas

de dolores con rejas de esperanzas…

Si es nuestra suerte adversa, pues entonces que la dificultad se transmute en ilusión, un anhelo compartido de militantes por la vida, de combatientes alertas, decididos a la victoria.

A veces parece sobrevenir en nuestras vidas una contradicción, una pareja de opuestos. En ocasiones de lo terrible parece emerger la belleza, de la amenaza a la vida, se levanta, como ahora, el amor a un hombre. En situaciones como ésta, las palabras, más que nunca, construyen realidades. Ahora recuerdo al poeta español Arturo Serrano Plaja, su poesía de la tierra y de los fusiles alimentó la lucha de la España republicana, inspiró valor a los combatientes en los trances más duros de la lucha revolucionaria; a España le dijo:

¡Aquí no llora nadie! Y el corazón domina.

Y si se vierte sangre, las lágrimas se ahogan

por la noche, en silencio, contra la dulce almohada,

junto a la espesa niebla de un presagio nocturno.

¡Aquí no llora nadie!

Aquí la muerte pierde…

hoy su palabra se hace venezolana, tierna y combativamente venezolana.

 

padronh77@hotmail.com

 



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