El premio Nobel en física y el abismo de inequidad científica

'El premio Nobel 2012 en física fue compartido por dos científicos, Serge Haroche del Collège de France (www.college-de-france.fr) y David Wineland del National Institute of Standards and Technology de EE.UU (www.nist.gov). Les fue otorgado por su labor pionera en medir y manipular estados cuánticos individuales, según la organización2. Pero ¿qué es un estado cuántico y qué importancia tiene medir y manipular uno? A mi juicio, esto es importante porque tiene implicaciones tanto científicas como sociopolíticas.

La mecánica cuántica es una de las teorías físicas más probadas y más extrañas jamás desarrollada. Sus cimientos fueron establecidos durante la revolución científica de las primeras décadas del siglo pasado (revolución que empezó con las teorías iniciales de Einstein). La mecánica cuántica establece y explica las leyes que rigen el universo de las cosas pequeñas, muy pequeñas, del tamaño de un solo átomo o un solo rayo de luz (llamado fotón). La realidad del ser humano existe a una escala mucho más grande, billones de billones de billones de veces más grande. Para comprenderlo mejor, podríamos considerar, por ejemplo, que lo ancho de un pelito equivale a una fila de cientos de miles de átomos.

Así, hay dos paquetes de leyes que rigen la realidad física, uno para la escala grande o clásica (del tamaño del ser humano, los planetas, etc) y uno para la escala pequeña o cuántica (para el tamaño de los átomos, las moléculas y las partículas elementales). En lo que podríamos llamar el mundo cuántico existe la posibilidad de estar en dos sitios al mismo tiempo, de poder traspasar las paredes, de poder teleportar de un lado al otro, de estar en una combinación de estados, entre otros muchos efectos que para nosotros son raros.

Este último efecto, el de estar en una combinación de estados, es conocido como el gato de Schroedinger y, en esencia, es una analogía física que ayudó a entender la rareza de las leyes de la mecánica cuántica: establece que es posible que un gato encerrado en una caja cuántica esté muerto-vivo o, mejor dicho, mitad muerto y mitad vivo. Sería como decir que una mujer puede estar medio embarazada o que está lloviendo y no lloviendo al mismo tiempo. La idea es absurda para la mente humana, que nace a un mundo regido por las leyes de la mecánica clásica y no la mecánica cuántica.

La observación directa de aquellos gatos de Schroedinger fue elusiva por décadas, debido a que al tratar de observar uno directamente, el solo acto de medir el estado lo obliga a manifestarse en uno de los dos estados que conocemos clásicamente: vivo o muerto, embarazada o no embarazada, lloviendo o no lloviendo, etc Por décadas estos gatos de Schroedinger fueron solo producto de una teoría, hasta que Haroche y Wineland desarrollaron métodos para observarlos directamente, medirlos, y manipularlos (al punto que Haroche publicó una suerte de película que muestra la evolución en el tiempo de tales estados3).

A mi juicio esta capacidad, casi sacada de la ciencia ficción, de manipular un solo átomo o fotón, abre posibilidades tecnológicas y socioeconómicas similares a las que abrió el diseño y la manipulación del primer ladrillo, al posibilitar en cierto sentido la construcción de la civilización que hoy conocemos. En este caso se trata de los ladrillos o las unidades de las cuales está compuesta casi toda la realidad física a nuestro alrededor: el átomo y el fotón.

Las posibilidades son impredecibles, pero sólo años después vemos que estos conocimientos encuentran aplicación en la navegación satelital (GPS), la tecnología de gravitómetros (que detectan estructuras subterráneas debido al cambio en el campo gravitacional), las super-computadoras cuánticas (que serían para este siglo lo que la computadora fue para el sigo XX), relojes ultraprecisos (que sólo añaden o pierden un segundo cada cuatro millardos de años), y el avance del estudio de las leyes fundamentas del universo.

Sin duda, existe un enorme abismo de inequidad en conocimiento científico no solo entre países ricos y pobres, sino también entre una élite y el grueso de la población dentro del mismo país. ¿Quién se ha beneficiado históricamente de estos conocimientos, y cómo puede existir verdadera democracia en un mundo donde la ciencia y la tecnología juegan un papel cada vez más significativo, si una importante parte de la población global carece de los conocimientos aritméticos y científicos más básicos?

Las respuestas a estas preguntas siempre han tenido implicaciones importantes para el bienestar de nuestros pueblos, pero es la primera vez que existen las condiciones políticas, materiales y culturales para poder actuar sobre estos problemas. Venezuela está alcanzando grandes metas en términos de ciencia y su diseminación: los satélites Bolívar y Miranda servirán para desarrollar las ciencias meteorológicas, aeroespaciales y la ingeniería, entre otras disciplinas. Y, sobre todo, Venezuela tiene más de una década llevando conocimientos al pueblo y abriendo espacios para que cada individuo pueda edificarse con dignidad.

Pero debido a la enorme escala de los enigmas científicos que enfrenta la humanidad y al enorme costo del equipo necesario para avanzar la ciencia, será preciso desarrollar colaboraciones. Ahí tenemos al gigante Brasil, y a la hermana Argentina con mucha experiencia científica y tecnológica. ¡Qué magnifica retribución sería para nuestros ancestros lograr esta colaboración para el bienestar y el bien vivir de los pueblos, y jamás para la guerra (el arma de los brutos)! ¡Y qué reivindicación histórica sería si este proceso es liderado por la Venezuela Bolivariana!

De la mano de la ciencia podríamos desarrollar la Patria Grande, para salir de los problemas que heredamos de las neo-colonias. Es oportuno abarcar estos temas en el mes del Día de la Resistencia Indígena.

1 El autor es: PhD en Física

2 Traducción del autor.

3  http://www.nature.com/nature/journal/v455/n7212/full/nature07288.html

blandon@nhn.ou.edu





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