Democracia Participativa y Nueva Cultura Política contra Todo

Dicen los zapatista: Si la academia se equivoca, "olvida"; si el movimiento se equivoca, fracasa. Lo que implica que cada movimiento debe construir sus propios acervos teóricos y articularlos, así como las luchas, los múltiples pensamientos críticos que recorren el mundo, cosechados desde lo más intrínsecos de los pueblos que luchan, de los oprimidos que luchan por su emancipación hegemónica.

A continuación haremos un esfuerzo para representar algunas ideas resultantes de los diálogos, debates, conversas y encuentros, que trabajan temas de vital importancia para el avance cualitativo de los procesos emansipatorios de los pueblos que luchan al calor de la globalización.

Crisis de la Democracia Representativa y su Cultura Política.

Ya no hay duda alguna, el capitalismo es un desastre y no nos sirve, no le sirve ni le ha servido a la humanidad para resolver sus problemas cada vez más profundos, la pobreza, la explotación, la dominación en todas sus expresiones, la violencia, el hambre, la educación, todos estos entre otros tantos, han entrado en críticas situaciones, que en un momento dado pudieran ser terminales, así como lo es la legitimidad del capitalismo como modelo de desarrollo para las mayorías de la humanidad. Ahora bien, la crisis de legitimidad que afronta el capitalismo en nuestros días y en nuestras fronteras nuestramericanas, pudiéramos catalogarla de integral, de una crisis integral, en su forma de dominación y de control de la sociedad, en su forma de gobernar, producir, educar, en la política y muchos más espacios, en las múltiples relaciones sociales inmersas en la totalidad de la sociedad capitalista.

En tal sentido, queremos resaltar la crisis de legitimidad de la Democracia Representativa y su cultura política, como elemento o la forma de gobernar del Capitalismo. En Venezuela, la crisis arrastrada hasta finales de los ochenta demostró el resquebrajamiento de un sistema político que justificaba los principio económicos, sociales y culturales del capitalismo y que era legitimado por las minorías poderosas que ostentaban el poder para sus beneficios de acumulación de poder, dinero y prestigio. Esta situación estuvo rodeada por el empobrecimiento permanente de las mayorías, lo que producía genéricamente una especie de sentimiento colectivo que comenzaba a negarse masivamente a los valores fundamentales de la sociedad regida a través de la Democracia Representativa. Muchos fueron los gritos de dolor, gritos que como los concibe John Holloway, son la negación y como negación son el principio de todo rompimiento, de todo proceso de transformación, de toda avanzada hacia delante y de toda concreción alternativa, siempre y cuando dicho grito se convierta en poder de quienes gritan, es decir en poder de los pobres o en poder del pueblo. Este sentimiento de negación, estuvo recorriendo lo más profundo de las multitudes empobrecidas, da las barriadas, de las comunidades, universidades y campos, convirtiéndose así en un instinto político masificado, que silenciosamente fue mostrándose en expresiones concretas como el abstencionismo, una forma de resistencia y de criterio político que muestra el desencanto y la desobediencia al sistema, a sus reglas y a su Democracia Gastada y manejada por los partidos también sumergidos en crisis.

Esta crisis de legitimidad que arrastró a la Democracia Representativa, estuvo atravesada por el resultante de ella misma: La Crisis de la forma de Hacer y Decir Política de los Partidos Políticos o la Crisis de su Cultura Política. La cual estuvo centrada según C. Lanz (1998) en las siguientes conductas políticas orgánicas o individuales:

• El fin justifica los medios, en el terreno de los valores.
• Monopolio y Jerarquía del saber.
• El partido educa las masas, como criterio pedagógico y didáctico.
• Información-Órdenes, control de la opinión, distorsión comunicativa.
• Verticalismo, Jefecismo, Centralización en lo organizativo.

Este cuadro caracteriza los valores que movilizan la cultura política de los partidos de la Democracia Representativa. Valores que quebraron la aceptación de las mayorías por el sistema partidista de representación, allí nos encontramos con contradicciones determinantes como la de Teoría y Práctica, sistematizada en la distancia que cada vez se hace más grande entre lo que se Dice y lo que se Hace, lo que se Ofrece y lo que se Cumple.


La Crisis de Legitimidad y los Partidos Políticos

Los Partidos Políticos son una suerte de resorte del poder, del sistema y del orden dentro de la Democracia Representativa, lo que significa que estos se vienen abajo al igual que todo el sistema político representativo. En Venezuela, la Democracia Representativa establecía como único mecanismo de participación a los partidos políticos, institucionalizando así el ejercicio de la soberanía a través de la representación que tenía como único acto colectivo el hecho electoral, quedando encerrado en el voto todas las aspiraciones, esperanzas y ganas de las mayorías, cuestión que no tiene ninguna lógica objetiva en el ejercicio de la Democracia verdadera.

En ese orden, pudiéramos afirmar que, el Pacto de Punto Fijo sirvió para dar paso a un sistema de representación y de partidos políticos, mejor dicho, de dos partidos políticos: Acción Democrática y COPEI, claramente organizaciones que representan los intereses de derecha, de los poderosos del país y de fuera. Sin embargo la institucionalidad política en forma de Partido absorbió históricamente a la Izquierda Venezolana, acomodándose en la suerte de la representatividad, del verticalismo, del autoritarismo y de otros valores de la cultura política partidista. Si hoy nos detuviéramos a revisar la cultura política de los nuevos partidos de derecha o de izquierda, nos encontramos con la presencia de los valores antes expuestos, los pertenecientes a la vieja cultura política. Y es que los partidos son hijos directos de la dominación y del poder, para esto fueron creadas sus estructuras orgánicas, respondiendo a una visión filosófica del mundo, que por supuesto está centrada en la dominación, en la opresión de unos sobre otros u otras.

Democracia Participativa, Nueva Cultura Política.

Descrita la ilegitimidad de todo el sistema político del capitalismo y partiendo de nuestra propia experiencia como pueblo y como país, es necesario entonces definir la contraparte, lo alterno, lo legítimo, la concreción del grito. Esta alternativa se ha cosechado desde la propia crisis descrita, a finales de los ochenta, el instinto político masificado y silencioso rompió el suelo para aflorar como una nueva subjetividad política, rebelde siempre, anti sistema, como poder de los pobres que se hartó de la opresión económica, política, social y cultural de las minorías poderosas sobre las mayorías de los barrios y campos. Así comenzó la génesis de lo que hoy llamamos Nueva Cultura Política (nueva porque existe una vieja: AD COPEI) como eje transversal de la Democracia Participativa, desde el rompimiento radical con el capitalismo, con la propiedad privada y con la Democracia Representativa, su vieja cultura política y sus partidos, lo que nos avisa una transformación revolucionaria, un crecimiento cualitativo de los contenidos revolucionarios de la movilización popular y de las reivindicaciones nacionales de soberanía y autodeterminación. Es por esto que decimos que la Nueva Cultura Política subvierte radicalmente los valores dominantes de la Vieja forma de hacer y decir política, y es que no cabe ninguna forma de enajenación y ni dominio dentro de la horizontalidad democrática, dentro de la democracia del saber o dentro del libre juego de las ideas.

Es allí, en este importante pedazo de historia contemporánea, donde, de la negación de la Democracia Representativa nace una nueva visión de la Democracia, ajustada a los intereses de los oprimidos, de las mayorías del país y porque no de las minorías oprimidas también. La Democracia Participativa, en Venezuela tiene su génesis práctica en la continuación de la Rebelión Popular del 27 de Febrero de 1989, la búsqueda de alternativas para el ejercicio de la soberanía real y directa, llevó al pueblo a crear un nuevo concepto, el de la Democracia de la Calle, síntesis de los ensayos de la democracia obrera (elección directa de todos los cargos, rendición de cuenta, etc.) y nuevos valores contemporáneos que nacieron en el calor de las luchas populares. La Democracia de la Calle terminó siendo una alternativa viable hacia una nueva práctica de gobernar desde los de abajo, la cual terminó siendo, después de los Golpes de Estado de 1992 y la Aparición pública del Comandante Chávez, el proyecto político de lo que hoy llamamos Revolución Bolivariana.

La Democracia Participativa y su Nueva Cultura Política está configuradas, para C. Lanz (1998) por los siguientes valores:

• Elección Directa de todos los cargos.
• Rendición de cuenta.
• Revocatoria de Mandato
• Delegación Funcional.
• Rotación de todos los Cargos.
• Libre Juego de las Ideas.
• Democracia del Saber

Estos proponen un cambio radical en el modelo de participación del pueblo, en el ejercicio verdadero de la soberanía. De igual forma pudiéramos resaltar otros valores o caracteres que componen el mapa genético de la Democracia Participativa y la Nueva Cultura Política, conceptos como el de Mandar Obedeciendo, propuestos por los zapatistas mexicanos, nos indica una nueva racionalidad política que termina en otra premisas de este importante movimiento social, la de “no importa quien mande, lo importante es que lo haga obedeciendo”. En el mismo sentido, es importantísimo reconocer la Comunicación Alternativa y Dialógica como componente de la Democracia Participativa y la Nueva Cultura Política, asimismo es de suma importancia la visión y práctica de género dentro de esta nueva propuesta política y democrática y democratizante.


Revolución Bolivariana, Democracia Participativa y Nueva Cultura Política.

Sin duda, que estos conceptos son un todo, la Revolución Bolivariana tiene como premisa la Democracia Participativa y la Nueva Cultura Política. Y es que si lo situamos desde el punto de vista individual centrado en el Líder del Proceso Revolucionario, el Comandante Chávez, nos encontramos, que este recoge todas las esperanzas de los rebeldes de 1989, que los golpes de estado son la continuación de la rebelión popular y que Chávez, es la construcción colectiva del pueblo, es el reflejo de los valores de la Nueva Cultura Política, no como caudillo, más bien como una apropiación colectiva que hizo el pueblo de este, para convertirlo en lo que las mayorías querían que fuera. Es por eso que el chavizmo, desde un punto de vista conceptual, es la expresión amplia y diversa de un movimiento social que se rebeló contra el capitalismo y hoy construye la Revolución Bolivariana.

La Revolución Bolivariana ha avanzado, porque se nutre permanentemente de los valores del pueblo y su nueva cultura política, de tal forma que estos valores terminaron convirtiéndose en ley, a través de la Constitución Nacional. Este avance ha llegado a un punto importante, de no retroceso, victorias como las del 13 de Abril, la del paro petrolero y la del 15 de Agosto, muestran la potencia del pueblo y de su liderazgo histórico delegado en el Comandante Chávez, con todas las deficiencias que hasta ahora tenemos, la de la falta de una mediación eficiente y revolucionaria, la institucionalidad burocrática y corrupta, el estado deficiente y cuarto republicano y la presencia de los valores de la Vieja Cultura Política que sigue regada entre los partidos.

Esta etapa de la Revolución Bolivariana, está llamada a radicalizar nuestras luchas, profundizar la Democracia Participativa, construir el poder popular, avanzar en los diez objetivos del nuevo mapa estratégico, la defensa integral de la nación y el Socialismo del Siglo XXI. Pero en esta nueva fase, vale la pena preguntarse, si el modelo de organización partidista está acorde con estos nuevos retos, si su cultura política se ha revolucionado y apunta hacia una nueva cultura política.

Desde nuestra autonomía como movimiento popular, creemos que hay que avanzar en las mediaciones políticas, eficientes y revolucionarias, puesto que las que existen se han agotado, a pesar de nuevas prácticas democráticas como la elección por la base de los candidatos y candidatas representantes del MVR, sin embargo no es precisamente el ejercicio de este mecanismo quien quiebra los viejos vicios como el del cogollo autoritario, la manipulación, la usurpación de la soberanía popular, las bolsas de comida y el dinero cambiados por votos. Objetivamente, tenemos un gran aparato que derrotar en lo político, el estado cuarto republicano que heredamos y que se refleja en sus resortes partidistas y la vieja cultura política que descansa en los hombros de liderazgos burocráticos, corruptos y conservadores.

Para nosotros, los que estamos empeñados en la enorme tarea de construir nuevas mediaciones políticas y orgánicas de nuevo tipo, orientadas desde los valores de la Nueva Cultura Política, que no aceptan el verticalismo autoritario, de cúpulas políticas que solo buscan poder, dinero y prestigio, nos toca abrir el Debate, la Crítica y la Autocrítica desde nuestros espacios de lucha, no para usurpar el poder, sino para construir nuestra propia autonomía como pueblo y fortalecer así el movimiento popular que dice y hace para saltar hacia delante e imponer hegemónicamente las agendas de las mayorías populares y de la Revolución Bolivariana, al resto de la sociedad. Para estos fines, estamos convencidos que los grupos, colectivos u organizaciones de nuevo tipo, que buscan hacer y decir la Nueva cultura Política, no son, sino más que órganos del pueblo, que abren nuevas experiencias, que acompañan las dinámicas, que facilitan los procesos, que buscan pedagogizar la política para, como dice Santeliz P (3003), impulsar el proceso de acumulación de fuerzas entre el pueblo y sus enemigos en la medida en que el pueblo va tomando la iniciativa. Pero sin perder la perspectiva de la autonomía como pueblo organizado y como clase social empobrecida, que se articula de acuerdo a sus intereses específicos, sus valores de resistencia, subversión y transformación real.


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Jesús Silva

Doctor en Derecho Constitucional. Abogado penalista. Escritor marxista. Profesor de estudios políticos e internacionales en UCV. http://jesusmanuelsilva.blogspot.com

 jesussilva2001@gmail.com      @Jesus_Silva_R

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