¿Por qué está José del Carmen en la lista de los contratistas (mercenarios) gringos?

El ritmo de vida de la comunidad se vio un tanto empañada, apenas conversaban tímidamente sobre el tema, aunque si estaban todas y todos informados por las noticias que llegaban, hasta el día que partió a La Habana terminaron más temprano para ver la despedida, compungidos, vieron como la Avenida Sucre estaba repleta de gente. 

Las faenas de todos los días no dejaban de cumplirse según lo pautado, los albañiles cumplían su rudo trabajo con cierto automatismo, ya no se bromeaban entre ellos a la distancia y sus respectivas mujeres estaban atentas para brindar cualquier ayuda pero cada quien en su mundo interno. 

Un problema allí latente cruzaba sus estados anímicos, llegaban bien temprano de sus ranchos, la mujer de José del Carmen, Checame, para sus amistades; ambos lo esperaban con una tacita careada y repartían el café, pero todo era lacónico. 

Comenzó  la jornada, ya era el tercer día en ese trance, hasta que uno de los albañiles, detuvo la pesada pala y dejó de batir el cemento y dijo para todos en voz alta: -yo no me siento bien…; todos medios sorprendidos detuvieron uno por uno la primera tarea del día, las mujeres dejaron de armar los hormigones de cabillas, y pregunto como mortificado, angustiado: -¿Por qué el comandante Chávez está enfermo si el es invencible? La humedad colectiva hizo brillar más los ojos de los y las presentes. 

Todas y todos develaron su mundo interno con las incontenibles lágrimas y los nudos en las gargantas los cuales no se hicieron esperar, aunque trataban de disimularlo mirando hacia el concreto. 

José  del Carmen, de 51 años, robusto, de rostro recio, de manos callosas, de tez oscura, con miles de oficios encima para sobrevivir, y con miles de caminos recorridos y como el decía en las reuniones de forma fachosa “padre después de viejo y marido de Rosa Josefina”, él no era distinto al resto de las veintes familias que auto construyen sus viviendas en el intercambio “Casa por Rancho”. 

Checame atinó  a decir, arrancando de su cuerdas vocales, con furia del alma y señalando la dirección: allá levantamos el Simoncito y tengo estudiando allí a Ezequiel Simón de 4 años y allá en la Bolivariana tengo estudiando a Sucrina Venezuela de  8 años – y pensando lo que todos y todas pensaban- nos tendrán que matar!! Y para rematar su breve discurso, discurso que sólo entiende el pueblo, que entienden los Checames y las Rosas Josefinas, grito con la fuerza de sus pulmones: ¡Viva Chávez Carajo! Y todos y todas blandieron sus herramientas al aire y al unísono replicaron el grito feroz de Checame. 

De inmediato, impelido por una fuerza extraña continuaron entusiastas a batir la mezcla, destino donde las lágrimas que corrían por las mejillas caían pero había alegría, las mujeres se desaparecieron por minutos y parecieron de nuevo con una portentosa jarra de jugo de limón que hacia arrugar los duros rostros porque el último pedacito papelón se acabo ayer, una de las mujeres colocó un “cidi” de Lloviznando Canto con la canción preferida del grupo “Y bajaron”. 

Ya se bromeaban a la distancia cada quien en su faena y suena que suena la música. 

Checame arqueaba su cuerpo para tomar aire y sus manos les servían de megáfono para gritar de vez en cuando a los cuatro vientos: Aquí hay Chávez pa ´rato!  

Otro vecino pegaba bloque dándole forma a una pared y decía con certeza de todas las certezas: -Cada bloque de estos dice más que miles de encuestas, viiiivaaaaa Cháááveez! 

Hablar entre ellos y ellas como que les hicieron muy bien y solamente se detenía el ritmo de trabajo para tan sólo secarse el sudor de las frentes que brillaban a la luz del sol y de la historia. 

Por refundar la Patria y abogar porque sus hijos estudiaran y tuvieran la suerte que ellos nunca tuvieron, los Checames y las Rosas Josefinas de Venezuela estaban en una lista del Imperio de lo cual ellos no sabían pero poco les importaba; si sabían que estaban inscritos a consciencia en una larga, muy larga lista con su puño y letra, por cierto con una letra no muy estilizada pero legibles, para identificar que eran ellos, y esa lista estaba referida a quienes se decidieron hacer patria y que suscribían lo que Simón Bolívar en su época le escribió al gringo Irving comisionado del gobierno estadounidense país que asomaba su hipocresía cuando apoyaba con armas y municiones al imperio español para que extinguieran al pueblo venezolano; dictó Bolívar a su escribiente para el despreciable gringo Irving: - La mitad del pueblo venezolano ha muerto por conquistar su independencia del yugo español y la otra mitad está dispuesta a morir por defender su independencia y merecer el respeto del mundo.  


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Gaspar Velásquez Morillo

Perfil de Gaspar Velásquez Morillo. Venezolano. Lic. en Periodismo egresado de la Universidad de la Habana Cuba. Master en Periodismo por la UNESCO. Candidato a Doctor en Ciencias para el Desarrollo Estratégico. Línea de Investigación: Gestión Pública Bolivariana. Especialista en Políticas Públicas. Especialista en Ciencia Política. Profesor Universitario en Pre y Postgrado. Facilitador de Procesos Socio-Políticos y Educativo. Asesor Político Comunicacional. Consultor de la Asamblea Nacional 2001 2005 en la Ley Orgánica del Poder Público Municipal y Ley de la Defensoría. 1er Secretario del Consejo Legislativo del estado Trujillo en la República Bolivariana de Venezuela, año 2000.

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