CELAC y la integración en América

Treinta y tres jefes de estado y de gobierno de América, con la exclusión de Canadá y los Estados Unidos, profundizaron los ideales de integración del “Grupo de Río”, foro que existe desde diciembre de 1986, y de la Cumbre de América Latina y el Caribe (CALC) que tuvo su primer foro en diciembre de 2008 en Bahía con el tema “Integración y Desarrollo”.

La CELAC. (Comunidad de Estados de Latino Americanos y del Caribe) emergió en febrero de 2010 durante el encuentro de estadistas en la Cumbre de América Latina y el Caribe en Playa del Carmen, México. Desde este paraíso caribeño a la dura realidad social de nuestros países, el organismo intergubernamental recién nacido, presagia una acción más a favor de la reformulación de las relaciones continentales y del sistema internacional.

Menciono intencionalmente “acción” en lugar de “proyecto” porque finalmente reunimos elementos para transitar una propuesta práctica dentro del atávico concepto de “integración”.

Apenas nace este mecanismo integrador ya hay los que descalifican su misión como meramente decorativa, destituida de pragmatismo y fruto de proyectos políticos particulares que poco interesarían a naciones de economías pujantes, como Brasil o Chile. Es menester comenzar por los contras antes de enumerar los pros a fin de afirmar mi visión opuesta a estas posturas previas y mi optimismo en relación a estos organismos “nuestroamericanos”.

Aunque algunos de los estadistas de la CELAC sean tímidos para reconocer la finalidad del organismo, debido a relaciones (por ejemplo de tratados de libre comercio o de auxilio humanitario) que mantienen con los países de América del Norte, la CELAC. surgió principalmente como una alternativa a las agendas de deliberación de la OEA (Organización de Estados Americanos).

Precedentemente, la creación del ALBA (Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), la UNASUR (Unión de Naciones Sudamericanas) y la CELAC., la OEA había sido la única organización intergubernamental de pretensión continental en América desde 1948. Nuestros países estuvieron por entonces vulnerables al discutir y acatar dictámenes oriundos de un organismo con sede en Washington DC.

Algunas tentativas de consolidar la emergencia de organismos latinoamericanos y caribeños están acompañadas por las dificultades de institucionalización y de profundización de las propuestas. Existen aquellos que se arriesgan a usar los neologismos del regionalismo o a referirse a nuestro proceso como “postliberal” o postneoliberal”, aunque algunos gobernantes adeptos al concepto de “Estado mínimo” apoyaron la creación de la CELAC.

Continúa siendo difícil obtener consenso en las definiciones programáticas y principalmente en los planes de acción de estos organismos, lo que no impide reforzar los denominadores comunes en la lucha por una inserción mundial más autónoma y, ya que el tema enfoca a América, la definición de una agenda propia.

Es un hecho que buena parte de las reuniones entre mandatarios en el ámbito de organismos intergubernamentales redunda en discursos formales y declaraciones de buenas intenciones, sin embargo veo a la CELAC más como la continuidad de un proyecto que como un brote surgido de la nada. La crisis financiera mundial indicó a América Latina y el Caribe la necesidad de tener cautela frente a las estrategias continentales de América del Norte al perder espacio comercial con el Sur.

A pesar de que el “bolivarianismo” venezolano es uno de los principales sustentos de la CELAC, Venezuela mantiene aún petro-relaciones provechosas con los Estados Unidos y no permite que el discurso oficial dañe el gran negocio que trae retorno presupuestario a las políticas sociales. Cuba también depende en parte de las inversiones de empresas transnacionales y de remesas financieras de cubanos que viven en América del Norte.

La CELAC no anula el papel de la OEA, pero reduce la influencia continental de esta organización, en la medida en que descentraliza las discusiones que antes solo se hacían en su ámbito. El rechazo de Cuba en 2009 a la invitación de ingreso a la OEA refuerza la importancia de desarrollar organismos propios y no caer en falacias.

La critica más pertinente que se hace a la CELAC y a los demás organismos latinoamericanos y caribeños es de cómo va a estimular la participación ciudadana de modo que la sociedad se involucre ampliamente en la definición de agendas regionales de debate y en la formulación de políticas.

Es preciso reducir la distancia entre los portadores de derechos cívicos y detentadores del poder de deliberar en foros y reuniones de organismos intergubernamentales. El impase reside en como despertamos la participación directa y libre de la creencia en representantes, por más que ellos juren fidelidad a los intereses de la mayoría.

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