Revolución democrática o guerra, esa es la cuestión

A la primera reunión del Partido Comunista a la que asistí  a la edad de 6 años, mis padres, guerrilleros ambos, me dieron mi primera misión: esperar que se nombrara la palabra PAZ para que liberara varias palomas blancas que llevaba en mi morral.

Raúl Bracho. 

Eran los años sesenta, acababa de triunfar la gloriosa revolución cubana, recuerdo que en las noches mi padre en un viejo radio de tres bandas, sintonizaba radio Habana Cuba y allí escuchaba con deleite los discursos de Fidel. Yo soñaba en pertenecer al FLN, donde militaban mis padres, me vestía de verde olivo y frente al espejo ensayaba mis propios discursos. La revolución arde desde entonces en mis venas.  

Aquellas palomas blancas que heche a volar esa noche significaban para mi el sueño más grande de cualquier revolucionario: la PAZ. Se luchaba por un mundo sin guerras, se subía a las montañas para derrotar el imperio de las bombas atómicas , se asumían las balas para vencer el imperio de la muerte. Ser revolucionario no era ser un asesino, como decían los adecos por la televisión, en relación a los insurrectos, era amar la paz y un mundo sin explotación, era la sociedad socialista y comunista. El sueño de un revolucionario no puede ser otro que la paz verdadera, eso a veces se nos olvida. 

Pocos días de guerra pude vivir en mi juventud, a pesar de creer en aquel tiempo que ser guerrillero era la única opción para lograr nuestra revolución. Aquella madrugada en Santiago de Chile, el 11 de Septiembre frente a la moneda entendí las palabras del Che cuando decía que la guerra era como las mujeres: que una vez que la conoces, no puedes vivir sin ella. Cuando el tronar de las metrallas es superado por la rabia, cuando el miedo se pierde ante la ira, se entiende la fuerza enorme de cualquiera de los nuestros que asumió el camino de la insurrección armada. 

Tuve que volver de Chile con el recuerdo de una derrota imperial apagando los colores que incendiaban mis sueños de juventud. Las ganas se perdieron en tantos años después de Santiago, en la que el imperio, con su poderío aniquilaba cualquier intento de rebelión armada. Asesinos a sueldo, soldados lacayos y gobiernos entreguistas asesinaron a nuestro Che Guevara en Bolivia, se sumió mi América en varias décadas de dominación salvaje, Pinochet manchaba la memoria de mi Chile hermoso donde nací y luché. 

Apareció un día un hombre incendiando la madrugada, era Caracas aquella mañana del 4 de febrero. Sin ni saber de quien se trataba fui a las proximidades de Miraflores y asumí la lucha, desgraciadamente no hubo balas ni armas para el pueblo. Se perdió todo esa madrugada, solo quedó el eco de las palabras de Hugo Chávez Frías que decía: “Por ahora”. Al pasar de dos años aquel soldado valiente fue puesto en libertad, un soldado que seguro como yo, soñó en su adolescencia con Fidel y su Sierra Maestra, que se paro frente a un espejo y ensayó sus primeros discursos, que miraba el rostro de Bolívar y asumía el llamado de un continente que reclamaba justicia. 

Hugo Chávez salió a la calle y fue a visitar a todos aquellos que cantaban las canciones de libertad, que venían de haber combatido, que se decían revolucionarios. Pasó lo mismo que cuando el Che entro a Sur América, nadie aceptaba su mando, el protagonismo privó y lo dejaron solo. En su soledad Hugo Chávez escribió su destino, asumió el camino de la democracia antes que el de las balas, entendió un llamado de todo un pueblo que no quería guerra ni violencia, que lo apoyaría por el camino de las elecciones. Esto le costó que fuera tildado de traidor y vende patria por primera vez, creo que ya esta acostumbrado a este lenguaje de los izquierdistas radicales que solo creen en balas y que muy pocos las asumen. La voz del pueblo fue la voz de Chávez, comenzó a recorrer la patria casi descalzo, con pocos hombres, pero con un sueño. El pueblo empezó un aplauso que se ha hecho infinito y que hasta hoy retumba: ¡adelante comandante, ese es el camino!. 

Meses después de esto, todas y todos quienes lo habían execrado comenzaron a llamarlo, Chávez comenzó a repuntar en las encuestas de forma impresionante, ante el asombro corrían todos aquellos que le habían cerrado las puertas a tocarlas de nuevo y a encaramarse en lo que se llamó el portavión. Chávez rompió con el paradigma de la revolución armada como única vía para que triunfara la revolución, el pueblo lo obligó a asumir esta postura que rompía con la historia, refrescaban los vientos de Allende de nuevo en nuestra patria, el clamor de la victoria se hizo ensordecedor y aquel Diciembre de 1.998 triunfo Hugo Rafael Chávez Frías y la revolución bolivariana. 

A doce años de marcha, hoy tenemos una nueva patria en construcción, a doce años un pueblo que despierta, a doce años una revolución que avanza aun a pesar del acecho imperial y de los mismos aquellos que lo negaron al principio, que de apoco asumen nuevamente sus posiciones radicales y pretenden descalificarlo. A doce años hoy Humala en Bolivia habla ya de la revolución democrática, a doce años no es solo Venezuela, es Perú, es Bolivia, es Ecuador, es Nicaragua y es Argentina, es la Cuba grande y hermosa, es la revolución de un continente la que se levanta ante la humanidad y dice que hay un camino nuevo por el que llegaremos a la victoria; la democracia popular, democracia protagónica, democracia real como la bautizan los indignados en Europa. 

La Paz, nuevamente retomo la palabra con la que comencé mi escrito, la humanidad quiere paz. Quiere justicia y quiere futuro, quiere esperanza y quiere destino. Esto es lo que está en juego. Entiendo que de mi infancia traigo ese par de alas blancas que se abrieron aquella noche y dibujaron su vuelo, aquel grito que salió de mi garganta infantil: paz, la humanidad quiere paz. 

Estoy al lado de mi comandante y de mi pueblo. Que se aparten de una vez los que claman violencia. El uniforme verde olivo aguarda para su momento si nos llega a hacer falta, pero ahora hay que seguir en el camino que los pueblos del mundo asumen, el camino de la paz, de la democracia real, del pueblo en las calles y en las plazas, de los gobiernos de la nueva democracia que desarman cada d{ia el armatoste imperial. 

Venceremos! 

brachoraul@gmail.com


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Raúl Bracho


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