“Venga el primer amago de ventisca y techos y paredes darán en tierra, como a la tierra irán nuestros esfuerzos por oponernos al empuje de fuerzas extrañas, si no creamos la oposición de una historia que dé unidad y pujanza a nuestros valores fundamentales”
Mario Briceño
Iragorry
Uno
de los retos que afrontan hoy los países que luchan por independizarse
de la dominación imperialista es, sin lugar a dudas, el de superar
la tragedia de la desmemoria. No obstante, este fenómeno político-cultural
no es de data reciente, pues, tiene una larga historia que se inicia
desde la primera conquista europea, cuando sus huestes colonialistas
irrumpieron violentamente en nuestro continente e impusieron modos de
vida, visiones del mundo, idioma, religión, instituciones políticas,
económicas, sociales, religiosas, relaciones de explotación del trabajo
indígena y africano y una política de pillaje de sus recursos naturales
que enriquecieron a Europa y EEUU y empobrecieron a millones de pobladores
de América. Sin embargo, se trata de un proceso que no culminó con
la guerra de independencia durante la primera mitad del siglo XIX, si
no que por el contrario se ha extendido hasta nuestros días y tiene
entre sus expresiones ideológicas más evidentes la práctica de sustitución
programada de la identidad cultural e histórica al sujeto dominado.
En la actualidad, detrás de esta intencionalidad recolonizadora que
encabezan los Estados Unidos de Norteamérica y sus aliados de la OTAN,
se esconde el afán de los grandes consorcios capitalistas por apoderarse
de todas las materias primas y fuentes de energía del planeta, imponiendo
sin limitación ética y moral alguna y por los métodos que sea, incluyendo
la fuerza militar, una política que niega la tesis de soberanía de
los Estados y su derecho a la autodeterminación. Para alcanzar esos
propósitos, quienes impulsan esta barbarie, requieren modificar ideas
y sentimientos de los propios pobladores de localidades, regiones o
países que son objeto de esta agresión y dirigen sus esfuerzos para
convertirlos en los propios protectores de esos intereses antinacionales.
Ya en 1968 el antropólogo comunista Rodolfo Quintero lo expresaba,
en su trabajo “La Cultura del Petróleo”, en los términos
siguientes:
“Luchar
contra la hegemonía del petróleo, que es un aspecto de la
civilización gringa, es hacerlo por la libertad del hombre criollo,
concebida esta como la conciencia de la necesidad. Y si la libertad
es la conciencia de la necesidad, cada paso de nuestra población hacia
el enriquecimiento de las culturas nacionales, arranca secretos a la
naturaleza, da la medida de su libertad y, en consecuencia, la medida
del progreso del país”. (Quintero, Rodolfo, 1968. p. 112).
Por
consiguiente, contribuir a formar a nuestras comunidades con una sólida
conciencia histórica-cultural y político-ideológica, es hoy tarea
prioritaria del actual proceso revolucionario. Por esta razón
se presenta la propuesta de “FORMACIÓN DE INVESTIGADORES POPULARES
DE LA MICROHISTORIA Y DE LA HISTORIA LOCAL EN LOS CONSEJOS COMUNALES
DEL ESTADO FALCÓN”, como una posibilidad concreta para revertir
positivamente y en favor de los intereses venezolanos, la problemática
arriba esbozada. Se trata de rescatar la investigación de la historia
de localidades y microespacios como una práctica de compromiso comunitario
que favorecerá la lucha por la defensa de la memoria social y del patrimonio
histórico de la región falconiana y de Venezuela.
Esta
iniciativa está fundamentada en normas específicas dispuestas
en la Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela, Ley Orgánica
de los Consejos Comunales (2010), Ley Orgánica de las Comunas (2010)
y en la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación, y conceptualmente
en las directrices, estrategias y políticas contenidas en el Proyecto
Nacional Simón Bolívar Primer Plan Socialista: 2007-2013, y concretamente
en su aspecto referido a “la masificación de una cultura
que fortalezca la identidad nacional, latinoamericana y caribeña para
salvaguardar y socializar el patrimonio cultural, insertar el movimiento
cultural en los distintos espacios sociales y fomentar la actualización
permanente de nuestro pueblo en el entendimiento del mundo contemporáneo”.
Además, tiene sus antecedentes en los esfuerzos realizados por intelectuales
y científicos-sociales venezolanos y latinoamericanos que dedicaron
buena parte de su vida a conocer y a difundir el ser colectivo de
nuestros pueblos y los peligros que para su existencia misma significaba
la aceptación pasiva de la cultura conquistadora que se nos ha impuesto
hasta ahora. Así encontramos próceres y escritores como Francisco
de Miranda, Simón Bolívar, Andrés Bello, Mariano Picón Salas,
Mario Briceño Iragorry, Andrés Eloy Blanco, Luís Beltrán Prieto
Figueroa, Rodolfo Quintero, Héctor Mujica, Arístides Medina Rubio,
Rómulo Gallegos, Simón Díaz, Alberto Arvelo Torrealba, José Manuel
Briceño Guerrero, Mario Benedetti, Pablo Neruda, Gabriel García
Márquez, Enrique Bernardo Núñez, José Martí, Hugo Fernández Oviol,
Agustín García, Federico Brito Figueroa, Arturo Cardozo, Paulo Freire,
Jesús Manuel Subero, Efraín Subero, Aquiles Nazoa, José Rafael Álvarez,
José Rafael Pocaterra, Juan Bautista Fuenmayor, Federico Álvarez,
Juan de la Cruz Estevez y muchos otros que nos dejaron patria e improntas
testimoniales de su incansable lucha por reivindicar el derecho negado,
por interminables conflictos internos e imposiciones externas, a reconocernos
como entidad cultural, única y diversa a la vez.
Por
lo expuesto, proponemos desarrollar en los Consejo Comunales o en las
Comunas organizadas, programas dirigidos a la formación de investigadores
populares de la microhistoria o historia local, dotados del arsenal
teórico y metodológico indispensable para el rescate y organización
de sus acervos históricos y la indagación y difusión de los procesos
que dieron lugar a la aparición de sus respectivos vecindarios, promoviendo
espacios de encuentros y debates para derrotar la pretensión neo-colonial
y contribuya a crear niveles de conciencia ciudadana acerca de nuestra
obligación de asumir con profundo sentimiento patriótico la defensa
de todo cuanto nos ha dado existencia. Uno de los retos que afrontan
hoy los países que luchan por independizarse de la dominación imperialista
es, sin lugar a dudas, el de superar la tragedia de la desmemoria. No
obstante, este fenómeno político-cultural no es de data reciente,
pues, tiene una larga historia que se inicia desde la primera conquista
europea, cuando sus huestes colonialistas irrumpieron violentamente
en nuestro continente e impusieron modos de vida, visiones del mundo,
idioma, religión, instituciones políticas, económicas, sociales,
religiosas, relaciones de explotación del trabajo indígena y africano
y una política de pillaje de sus recursos naturales que enriquecieron
a Europa y EEUU y empobrecieron a millones de pobladores de América.
Sin embargo, se trata de un proceso que no culminó con la guerra de
independencia durante la primera mitad del siglo XIX, si no que por
el contrario se ha extendido hasta nuestros días y tiene entre sus
expresiones ideológicas más evidentes la práctica de sustitución
programada de la identidad cultural e histórica al sujeto dominado.
En la actualidad, detrás de esta intencionalidad recolonizadora que
encabezan los Estados Unidos de Norteamérica y sus aliados de la OTAN,
se esconde el afán de los grandes consorcios capitalistas por apoderarse
de todas las materias primas y fuentes de energía del planeta, imponiendo
sin limitación ética y moral alguna y por los métodos que sea, incluyendo
la fuerza militar, una política que niega la tesis de soberanía de
los Estados y su derecho a la autodeterminación. Para alcanzar esos
propósitos, quienes impulsan esta barbarie, requieren modificar ideas
y sentimientos de los propios pobladores de localidades, regiones o
países que son objeto de esta agresión y dirigen sus esfuerzos para
convertirlos en los propios protectores de esos intereses antinacionales.
Ya en 1968 el antropólogo comunista Rodolfo Quintero lo expresaba,
en su trabajo “La Cultura del Petróleo”, en los términos
siguientes:
“Luchar
contra la hegemonía del petróleo, que es un aspecto de la
civilización gringa, es hacerlo por la libertad del hombre criollo,
concebida esta como la conciencia de la necesidad. Y si la libertad
es la conciencia de la necesidad, cada paso de nuestra población hacia
el enriquecimiento de las culturas nacionales, arranca secretos a la
naturaleza, da la medida de su libertad y, en consecuencia, la medida
del progreso del país”. (Quintero, Rodolfo, 1968. p. 112).
Por
consiguiente, contribuir a formar a nuestras comunidades con una sólida
conciencia histórica-cultural y político-ideológica, es hoy tarea
prioritaria del actual proceso revolucionario. Por esta razón
se presenta la propuesta de “FORMACIÓN DE INVESTIGADORES POPULARES
DE LA MICROHISTORIA Y DE LA HISTORIA LOCAL EN LOS CONSEJOS COMUNALES
DEL ESTADO FALCÓN”, como una posibilidad concreta para revertir
positivamente y en favor de los intereses venezolanos, la problemática
arriba esbozada. Se trata de rescatar la investigación de la historia
de localidades y microespacios como una práctica de compromiso comunitario
que favorecerá la lucha por la defensa de la memoria social y del patrimonio
histórico de la región falconiana y de Venezuela.
Esta
iniciativa está fundamentada en normas específicas dispuestas en la
Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela, Ley Orgánica
de los Consejos Comunales (2010), Ley Orgánica de las Comunas (2010)
y en la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación, y conceptualmente
en las directrices, estrategias y políticas contenidas en el Proyecto
Nacional Simón Bolívar Primer Plan Socialista: 2007-2013, y concretamente
en su aspecto referido a “la masificación de una cultura
que fortalezca la identidad nacional, latinoamericana y caribeña para
salvaguardar y socializar el patrimonio cultural, insertar el movimiento
cultural en los distintos espacios sociales y fomentar la actualización
permanente de nuestro pueblo en el entendimiento del mundo contemporáneo”.
Además, tiene sus antecedentes en los esfuerzos realizados por intelectuales
y científicos-sociales venezolanos y latinoamericanos que dedicaron
buena parte de su vida a conocer y a difundir el ser colectivo de
nuestros pueblos y los peligros que para su existencia misma significaba
la aceptación pasiva de la cultura conquistadora que se nos ha impuesto
hasta ahora. Así encontramos próceres y escritores como Francisco
de Miranda, Simón Bolívar, Andrés Bello, Mariano Picón Salas,
Mario Briceño Iragorry, Andrés Eloy Blanco, Luís Beltrán Prieto
Figueroa, Rodolfo Quintero, Héctor Mujica, Arístides Medina Rubio,
Rómulo Gallegos, Alberto Arvelo Torrealba, José Manuel Briceño Guerrero,
Mario Benedetti, Pablo Neruda, Gabriel García Márquez, Enrique Bernardo
Núñez, José Martí, Hugo Fernández Oviol, Agustín García, Federico
Brito Figueroa, Arturo Cardozo, Paulo Freire, Jesús Manuel Subero,
Efraín Subero, Aquiles Nazoa, José Rafael Álvarez, José Rafael Pocaterra,
Juan Bautista Fuenmayor, Federico Álvarez, Juan de la Cruz Estevez
y muchos otros que nos dejaron patria e improntas testimoniales de su
incansable lucha por reivindicar el derecho negado, por interminables
conflictos internos e imposiciones externas, a reconocernos como
entidad cultural, única y diversa a la vez.
Por lo expuesto, proponemos desarrollar en los Consejo Comunales o en las Comunas organizadas, programas dirigidos a la formación de investigadores populares de la microhistoria o historia local, dotados del arsenal teórico y metodológico indispensable para el rescate y organización de sus acervos históricos y la indagación y difusión de los procesos que dieron lugar a la aparición de sus respectivos vecindarios, promoviendo espacios de encuentros y debates para derrotar la pretensión neo-colonial y contribuya a crear niveles de conciencia ciudadana acerca de nuestra obligación de asumir con profundo sentimiento patriótico la defensa de todo cuanto nos ha dado existencia.