El ecocidio que viene

Finalmente se escuchó a un vocero oficial argumentar a favor del “proyecto” urbanístico en el Parque José María Vargas. La valoración del mismo estuvo a cargo del ministro de Estado para la “Transformación Revolucionaria” de la Gran Caracas, Francisco Sesto, quien se esforzó en explicar las bondades del mismo, afirmó que “No hay atentado ecológico”. Tal aseveración nos lleva a preguntarnos: ¿Cómo será la estructura de los edificios que, según la versión del flamante ministro no causará ningún impacto natural considerable?; la reformulo reiterativamente: ¿acaso la estructura de los tres o seis edificios será tan compatible con la naturaleza allí existente que no afectará a los cientos de árboles que pueblan ese espacio natural evitando así su tala? Sí fuera cierto que el “proyecto” urbanístico no causará ningún ecocidio, entonces ¿para qué cercar todo el espacio natural del parque? Quizás para proteger las “herramientas”.

Sospechamos que estamos, nuevamente, ante declaraciones demagógicas sacadas de la chistera, que se quiebran en presencia de las evidencias del hecho. La comparecencia pública del ministro Farruco nos dejó otra perla, nos dice que: “En el Paseo Vargas tenemos la nada. La ciudad está como retirada de allí”. Tal afirmación nos eleva a miles de vecinos a una categoría mítico – religiosa (Y filosófica). En un sentido más terrenal, demuestra, definitivamente, que él no vive en Caracas, menos aún, no conoce la zona o sencillamente conoce el asunto y prefiere descalificar el rechazo comunitario al “proyecto” para fundamentar la tropelía y el ecocidio. Debe ser que, como muchos “revolucionarios”, cambiaron la agitada Caracas por el plácido sur – este (El Hatillo, Prados del Este, Alto Prado, etc.), premio residencial de algunos “esforzados luchadores sociales”, ahora reconvertidos en nuevos ricos que ahora desconocen la mierda de ciudad que heredamos de la cultura urbanística de la IV, pero es nuestra ciudad, y piensan que en cualquier lugar de este valle se puede edificar. La gente no importa.

En ese sector de la Gran Caracas, digo en el sur – este capitalino, municipios Baruta y El Hatillo, no se toca nada, no hay expropiaciones, tampoco invasiones de áreas verdes; o mejor, sí las hay, pero de los ladrilleros y la orgía de la corrupción adeco – justiciera.

Decir que “En el Paseo Vargas tenemos la nada. La ciudad está como retirada de allí” (Farruco), constituye un argumento útil para justificar la urbanización de todos los parques naturales de Venezuela, incluyendo la Gran Sabana, porque el publicitado Waraira Repano en poco tiempo sólo le quedarán unos copetes verdes, ante la estimulada y avanzada construcción de ranchos. También, el argumento del ministro Farruco sirve para que los chicos de la burguesía de siempre y la emergente, arrasen todo en sus competencias de rústicos.

Ése lugar, el Parque José María Vargas, constituía (hablo en pasado porque la diligente contratista ya cercó todo) uno de los pocos lugares de encuentro, lúdico y recogimiento que tienen los residentes de la zona. Todas las tardes y los fines de semana veíamos a los chicos (y a los más grandes) de la comunidad jugar al fútbol o béisbol, corretear por allí, jugar, divertirse. El parque era un espacio de la gente, de los vecinos, arrebatado a la comunidad por la insensibilidad y la demagogia.

La cerca ya bordea todo el perímetro del parque. En una placita de la esquina de la av. Sur 17 con la Bolívar se observa movimiento; allí se instaló un pequeño toldo azul en el que funciona la oficina de “empleo” de algún sindicato “revolucionario”. Cada candidato llegó con su hacha.

La demagogia como la mentira, tiene las patas cortas. Tenemos el triste privilegio de presenciar en primera fila la devastación de más de cien árboles maduros y sanos, de ver cómo los “ambientalistas revolucionarios” clavan como una puñalada trapera un mojón de cemento en medio de un parque que hasta entonces era un lugar de encuentro comunitario; nos corresponde presenciar cómo unos demagogos escudados en un discurso de “sostenibilidad y preservación del ambiente” y de la “convivencia comunitaria” aplican a raja tabla la lógica del cemento y el ladrillo que identifica al capitalismo urbanístico más salvaje. Otra dudosa “victoria popular” con la connivencia de los medios públicos que en ves de ir y averiguar y plantear el debate, prefieren, en su cobardía, replicar acríticamente lo que dice éste o tal funcionario. La verdad es revolucionaria y está allí, los vecinos también: en la avenida Bolívar, Parque José María Vargas. El ecocidio que llega.

shcarvajal@gmail.com


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