“El anochecer de la Odisea”

Amanecer nefasto que no cubrió de glorias a ningún imperio

La memoria colectiva aun está golpeada por el acecho de la guerra. En un mar de posiciones y contraposiciones, lo cierto es que los pueblos del mundo se sintieron nuevamente vulnerados por la insaciable sed de dominio de un imperio que no entiende ni acepta su propia autodestrucción, su final como alternativa y la absoluta actitud de rechazo en la mayoría de nuestra especie, ante los vaticinios de muerte que su operación sobre Libia conlleva.

“Amanecer de la Odisea”, la etiqueta, el nombre de la operación que el 19 de Marzo embistió contra el pueblo libio, sin otro pretexto que la “ayuda humanitaria” a los rebeldes que se oponían a Muammar Gaddafi. Fue el nombre perfecto para el sueño imperial, pero para el resto de la humanidad el nombre de una pesadilla que aun no culmina. Terror y rabia que descompuso la apacible calma sobre la que aun dormía una gran parte de la humanidad que sigue siendo víctima de la cultura del dominio y que aspiraba que nada moviera el piso sobre el que vivimos.

A una semana del amanecer imperial el mundo todavía se pregunta ¿por qué?  A una semana del amanecer sangriento ocasionado por las bombas francesas sobre la población, los hospitales y las instalaciones militares libias, nadie entiende la razón de la prepotente arremetida contra un país de escasos 5 millones de habitantes y pocos recursos bélicos, la gente se pregunta ¿por qué?    esta sanguinaria felonía contra un pueblo que no había atacado a otro pueblo, contra un país que tan solo vive una crisis interna en la que absolutamente nadie tenía derecho a intervenir.

El “amanecer de la odisea” sin embargo, ilumina el panorama de las minorías que lo perpetuaron. Uniendo los sucesos de Egipto, Túnez y Japón, que de manera rotunda ya no miramos como sucesos aislados sino encadenados a una estrategia de dominio, le da oxígeno a una economía agónica. El imperio sabía que atacar a Libia supondría menos petróleo y más caro en el mercado, esto se amortigua con un Japón malherido que ya está fuera del juego y que no necesitará energía fósil, los altos precios se soportarían por la potencia, con su reserva de 60 días, pero generaría crisis en países productores como México, las corporaciones imperiales se reflotarán con la reconstrucción  de Japón, etc., etc., etc.

El imperio tiene otra óptica distinta y para nada “humanitaria”. Sin embargo sus ensordecedoras explosiones y el sonido infernal de las turbinas de los bombarderos, parece no haber cumplido los objetivos. La reacción de la conciencia humana, ante el espanto de la guerra, comienza a llenarle de nubarrones el cielo de aquel amanecer  del 19 de marzo. Se fisura la unión imperial, Italia sale de la coalición, los países que no intervinieron   son los primeros en denunciar el genocidio que el imperio lleva adelante, la misma OTAN reclama a la alianza imperial.

Todas y todos llevamos la herida, el dolor, la impotencia. Sin embargo, las fuerzas de la vida son superiores a los ordenadores del pentágono, el sol comienza a caer y se aproxima el final, el anochecer de la Odisea podría ser completamente opuesto al amanecer infernal. Ha despertado una conciencia planetaria, se agitan los espíritus humanos en el torbellino de la pesadilla y se mueve el colchón donde dormía el sueño de una sociedad perfecta, se le ha visto nítidamente los ojos salvajes a la bestia. A quedado en descubierto un imperio que se desarma.

Obama recoge su popularidad que ha caído al suelo, los Estados Unidos, reciben el desprecio de los pueblos del mundo, y para que la noche refresque nuestra esperanza: se unifican las fuerzas revolucionarias, se consolida Cuba y se consolidan los países de nuestra América en su marcha indetenible a la sociedad humana y pacifista.

La noche entrará  a nuestra vida dejando el recuerdo de un día infernal y detestable. Nos acostaremos tomados de la mano y no dormiremos completamente. Ya todas y todos sabemos que hay una fiera herida que ataca a mansalva, que presiente su final y lucha contra un destino imposible de cambiar. La humanidad se levantará a rescatar su dominio ante el universo, el amor de todas y todos aclarará un nuevo amanecer de justicia e igualdad, de solidaridad y socialismo.

Venceremos.

brachoraul@gmail.com



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Raúl Bracho


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