El ataque a Libia no es una consecuencia de los supuestos ataques del gobierno al pueblo libio, ya que allí se vive una guerra civil. La hipócrita declaración del títere Presidente francés Sarkozy en el sentido de que Gadaffy tiene que aceptar todas las exigencias de la ¡comunidad internacional!(léase G8), no obedece a otra razón que tender una cortina de humo. La decisión de atacar esta nación norafricana, y en consecuencia invadirla para luego instalar un gobierno que convenga a los intereses de las grandes potencias y así disponer a su antojo de los ricos yacimientos de petróleo liviano, gas y agua dulce que subyace en sus desérticos territorios, es una decisión ya tomada desde varios meses atrás, sólo esperaban condicionar mediáticamente a la opinión pública para dar el zarpazo.
Estos acontecimientos tienen otras aristas. Y es que con sólo una porción muy reducida del costo de movilizar decenas de miles de soldados, lanzar miles de bombas, movilizar centenares de aviones, decenas de barcos de guerra, tanques blindados y millones de municiones, es posible reducir en más de un cincuenta por ciento la hambruna y la mortandad que diariamente sufre la humanidad del Tercer Mundo.
Algunas cifras, provenientes del Proyecto de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD pueden ilustrar un tanto la situación: 11 millones de niños, léase bien, once millones, mueren cada año, la mayoría menores de 5 años, y más de seis millones mueren a causa de enfermedades totalmente prevenibles como el paludismo, la diarrea y la neumonía.
En algunos países sumamente empobrecidos menos de la mitad de los niños asisten a la escuela primaria y menos del 20 por ciento asisten a la escuela secundaria. En todo el mundo 114 millones de niños no reciben siquiera enseñanza básica y 584 millones de mujeres son analfabetos.
El informe publicado por la ONU sobre el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio 2009, advierte que una mujer muere cada minuto en el parto y el 99 por ciento de esas muertes ocurren en países en desarrollo.
El documento subraya que muchos avances en la erradicación de la pobreza corren el peligro de perderse por fenómenos como la crisis financiera global, la de los alimentos y el cambio climático.
Vaticina ese informe que durante el año 2011, más de 90 millones de personas serán sumidas en la pobreza extrema.
Destaca que otras metas como el saneamiento básico, el acceso universal a la educación primaria, el combate al VIH y el alcance de la igualdad de género, se verán seriamente afectadas.
Pero todo eso es secundario ante el mandato del Premio Nobel de la Paz de hacerse del petróleo libio.
América Latina y El Caribe. El estudio resalta que América Latina y el Caribe han demostrado avances en la obtención de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Desde 1999 hasta 2005, la región redujo del 11 a 8% el número de personas que viven con menos de un dólar al día. Sin embargo, pronosticó que a fines de año serán más los que vivan en la pobreza extrema por los impactos de la crisis económica.
En síntesis,
si la ONU, la OTAN, el Consejo de Seguridad, el G8 y el flamante premio
Nobel de la Paz quieren de verdad llevar la paz, el respeto a los Derechos
Humanos, contribuir al logro de las Metas del Milenio y a la reducción
de la contaminación ambiental, sean sinceros oigan los clamores de
la verdadera y genuina ¡COMUNIDAD INTERNACIONAL!(léase pueblos
invisibles del mundo)
(*)Miembro de Número de la Academia de Ciencias Económicas del Estado Zulia.