Cada vez más soberanos

Durante las intervenciones de los diputados en la jornada del martes en la Asamblea Nacional, era palpable que lo que más dolor les genera a los opositores, es que nosotros sigamos avanzando en el impulso de hacer una patria cada vez más nuestra. Renunciando definitivamente a aquélla que era de pocos, la rentista, en la que solamente viven algunos de las riquezas del petróleo, un modelo exigido por el capitalismo y que acabó con nuestra sociedad, haciéndola un pueblo de pobres en un país rico.

Recuerdo una frase muy particular de una señora que en alguna emisora de radio comentaba sobre los logros de su consejo comunal en Ciudad Bolívar, “ahora sí manda el pueblo” aseguraba con mucha satisfacción, y es precisamente ese sentimiento el que se origina de observar cómo un pueblo organizado es capaz de hacer eco y cristalizar sus proyectos, de ser partícipes del desarrollo de las potencialidades de su sector. De esta manera hemos visto crecer desde ejes de producción, hasta distritos motores, impulsados por un gobierno que democratizó los recursos.

El primer gran paso que dimos desde que asumimos el país, fue la aprobación de una constitución nacional incluyente, con un modelo de país productivo, humanista y endógeno. Una Carta Magna debatida entre dignos representantes de todos los sectores de la sociedad, donde todos tuvieron la misma participación y las leyes fueron aprobadas una a una, pensando en la armonía de una sociedad justa. Muy contraria a las anteriores, discutidas bajo un esquema de mesa de billar, donde el futuro del país era otro juego de azar.

Cuando Venezuela era de “algunos”, el latifundio solamente se esmeraba en poseer suelos que otros trabajaban. De ahí se desprende el legado que nos dejó la cuarta república: un pueblo libre a medias, trabajando para la riqueza de otro. Es el ejemplo de miles de campesinos que no percibían ni la cuarta parte de lo que producían, con precarias condiciones de trabajo, en ese momento sí que estábamos siendo expropiados pero de los derechos humanos, excluidos de lo que nos pertenece por ser venezolanos.

Hoy tenemos un país tan soberano, que además de asignar a cada quien lo que le corresponde en tierras, aseguramos que las condiciones faciliten el trabajo: en Bolívar, sólo por citar nuestro ejemplo más cercano, hacía décadas que por las carreteras no había pasado plan de asfalto alguno, y las condiciones habían generado consecuencias mortales. Hoy en día contamos con tres plantas de asfalto, y un plan operativo que nos ha permitido fortalecer las vías de acceso de pueblos y asentamientos campesinos, que antes estaban sencillamente condenados a vivir incomunicados.

Pero a quién le importaba si los asentamientos campesinos existían, o si el pueblo comía, si habían escuelas para los niños, o insumos en los hospitales, si lo más importante era repartir deshonradamente las riquezas de un país mediante la caja negra en la que se había convertido PDVSA. Es parte de la historia que no debemos olvidar jamás, sobre todo porque ahora sí sabemos en dónde está el petróleo, cada vez que inauguramos un Centro Diagnóstico Integral, cada vez que nuestros niños reciben los útiles para ir a clases y en cada proyecto ejecutado de un consejo comunal.

El futuro de nuestro país está en las manos de los hombres y mujeres que continúan trabajando por construir la patria de iguales. La capacitación de nuestro pueblo que dejó de ser pendejo, la organización en un poder popular, el estudio de las tierras, el desarrollo de nuestras potencialidades; todos los esfuerzos con la intención de crear un modelo diferente al petrolero rentista, que nos permita ser productores de nuestro propio consumo, teniendo como premisa la seguridad alimentaria y la evolución de un país sin egoísmos, entre hermanos

Sigamos venciendo…

gobiernodebolivar@gmail.com


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