30-11-24.-Tras el anuncio del cierre de sus fábricas, los empleados de los centros de servicio de ArcelorMittal (la segunda mayor empresa siderúrgica mundial, instalada en 60 países con más de 200.000 trabajadores. N. d T.) en Reims y Denain se declararon en huelga la semana pasada. Este último martes 26 de noviembre, por convocatoria de la Intersindical (CGT, CFDT, FO, CFE-CGC), el movimiento se extendió a las ocho plantas francesas. Aunque no se ven afectados directamente por los despidos en curso, muchos trabajadores fueron a la huelga en solidaridad con sus compañeros, aunque ellos también podrían ser los siguientes.
De hecho, no hay motivos para creer que la gestión del segundo mayor productor de acero del mundo se detendrá ahí. Por el contrario, en su frenética carrera por obtener ganancias, lo más probable es una reubicación gradual de toda la producción a países donde la mano de obra es “más barata”. En este sentido, la patronal de ArcelorMittal acaba de congelar las inversiones en proyectos franceses de descarbonización del acero e instan a la Unión Europea a protegerlas de "la competencia extraeuropea desleal”. Un discurso teñido de proteccionismo que busca justificar los despidos.
Thomas*, un trabajador de Woippy (ubicada en la región de Lorena. N.dT.), nos explica: “Siempre es lo mismo, la dirección siempre intenta ponernos en contra de los trabajadores alemanes o chinos, mientras tanto ellos obtienen miles de millones de beneficios" . Al igual que Michelin, Auchan y Stellantis, ArcelorMittal se prepara a despedir trabajadores a pesar de haber pagado casi 9.000 millones de euros a sus accionistas entre 2020 y 2022.
Mientras que una ola de despidos golpea a Francia desde hace varios meses, dejando a menudo aislados a los trabajadores afectados, la iniciativa de extender la huelga a todas las plantas francesas va en la dirección correcta. De hecho, como recordó David Blaise, delegado sindical central de la CGT: "está claro que la solidaridad entre todos los trabajadores, independientemente de su sector o rama, es esencial. No podemos darnos el lujo de permanecer aislados y librar luchas separadas. Es uniendo fuerzas que realmente podemos marcar la diferencia."
Además, la actual ofensiva patronal afecta en realidad a todos los trabajadores del país. Al eliminar cientos de miles de puestos de trabajo, todos los salarios se reducirán. Por lo tanto, el mundo del trabajo en su conjunto se beneficiaría de una movilización en torno a demandas fuertes como la prohibición de los despidos y la contratación permanente de empleados con contratos precarios.
Desde ese punto de vista, el llamado de la CGT a una “convergencia de movilizaciones, con paros y huelgas en las regiones por el empleo y la industria” el 12 de diciembre es un primer paso. Si esta jornada puede constituir un punto de apoyo para que los distintos sectores se coordinen, la movilización tendrá que ir más allá de la lógica de jornadas de huelgas aisladas y sin futuro si queremos construir un equilibrio de poder suficiente para frenar las luchas patronales y poder pasar a la ofensiva. Para hacer frente a una burguesía radicalizada, sólo un verdadero plan de lucha que construya un movimiento in crescendo de huelga dura a escala nacional, organizado por las bases de cada empresa, podría permitir imponer una prohibición de los despidos.