Desde varios mercados y comercios caraqueños, los consumidores de bajos recursos que sólo viven de los bonos y bajas pensiones, pegan un grito al cielo por el alza de precio del kilo de carne que no baja de los 10 dólares, un kilo de bistec se consigue en Bs 1.300 / $10,40, la carne para guisar en Bs 1.300 / $10,40, para mechar en Bs 1.300 / $10,40 y la molida en Bs 1.200 / $9,60. En cuanto a los trastes de res, como el bofe y pajarilla no bajan de 2 a 3 dólares, una pata de res en 3 dólares y lo mismo pasa con la categoría de los huevos que ya están por el orden de los $7,
También encontramos que el kilo de picadillo de pollo está en Bs 450 / $3,60, la pechuga en Bs 595 / $4,76, las alas en Bs 510 / $4,08 y hasta las patas se cotizan en Bs 280 / $2,24.
Con el incremento del precio del dólar, los consumidores se encuentran frustrados porque simplemente el bono mensual no les alcanza para satisfacer las necesidades alimenticias, cuando un solo kilo de carne cuesta más de diez dólares, luego pasamos a otros rubros como el arroz que ya casi pasa la barrera de los $2 y así los demás productos de la canasta básica que siguen en alza, alejándose cada vez más del bolsillo del consumidor.
El dólar BCV sube sin frenos y se lleva por delante los bonos que son para la mayoría las únicas fuentes de entrada. Por otro lado, quedan otros gastos que en tiempos de vacaciones la gente no puede disfrutar porque no les da para comer en la playa, ni siquiera un refresco que cuesta de $1 a $2, mientras que una empanada sale entre 2 a 3 aproximadamante, menos aún se puede comprar un pescado frito que se cotiza en $10, lo que es inaccesible para una familia bien sea pequeña y menos si es numerosa.
Y si ya es engorroso sacar cuentas que no dan para ir a la playa, menos planificar un viaje fuera de la ciudad o salir del pueblo, por qué adónde hospedarse si no hay hoteles económicos para el bolsillo del trabajador.
Los bonos no dan para una alimentación completa ni mucho menos para salir de asueto, así se encuentra la familia venezolana, carente de motivación en estas vacaciones donde ni siquiera carne se puede comer, lo mismo de las otras proteínas. La gente se queja con mucha razón porque la devaluación del bolívar se lleva por el medio la ya deteriorada calidad de vida.