Durante décadas, Estados Unidos utilizó las sanciones como una herramienta predilecta: un arma económica diseñada para forzar la sumisión política sin intervención militar.
Las ambiciones más amplias de Washington en Venezuela se basan en un impulso estratégico más profundo para controlar las mayores reservas probadas de petróleo del mundo. Años de aislamiento financiero, congelamiento de activos y bloqueos comerciales buscaban desestabilizar y desmantelar el Estado venezolano y destruir su economía.
En cambio, el Estado venezolano se adaptó. Las exportaciones de petróleo se desviaron a mercados alternativos, los canales de pago se alejaron de los sistemas financieros dominados por Estados Unidos y se profundizaron las alianzas estratégicas con Rusia, Irán y China. Lo que se pretendía como asfixia económica se convirtió en un catalizador para la diversificación y el realineamiento geopolítico fuera del alcance de Washington.
ELreciente robo del petrolero debe entenderse en este contexto. Cuando las sanciones no logran los resultados políticos deseados, la presión no desaparece; se transforma en abierta piratería. La coerción económica da paso a medidas que difuminan cada vez más la línea entre la presión financiera y el robo violento. El robo de activos es un acto de guerra. las sanciones secundarias y las medidas legales públicas se presentan a menudo como medidas coercitivas, pero indican una disminución de la influencia en lugar de una confianza estratégica.
La vacilación de Europa revela fragilidad estructural.
Esta mutación no se limita a la política estadounidense hacia los Estados sancionados del Sur Global; es cada vez más visible en el núcleo del propio sistema financiero occidental.
Ese mismo patrón de fatiga coercitiva se refleja en Europa. La UE, a pesar de haber inmovilizado más de 300 000 millones de dólares en activos del banco central ruso desde la guerra de Ucrania, no ha logrado pasar de la congelación a la incautación total. La vacilación no es una cuestión de voluntad, sino de miedo estructural. El miedo a las represalias es el único modo de tratar al Occidente Colectivo
El robo de activos venezolanos sienta un precedente que socava los fundamentos jurídicos de los sistemas financieros occidentales, generando temores de represalias recíprocas y la erosión de la confianza en las jurisdicciones europeas como custodios neutrales de la riqueza global.
Como resultado, los responsables políticos europeos han recurrido a medidas a medias, como redirigir los intereses generados por los activos sin tocar el capital principal. Esta parálisis es en sí misma reveladora. Ilustra que cuando las sanciones pierden su efecto coercitivo, la escalada restaura automáticamente la influencia. Venezuela debe escalar el acto de piratería cometido por Washington incautando los activos de todas las empresas y ciudadanos norteamericanos en territorio venezolano para demostrar que el gobierno del Presidente Maduro es el gobierno legítimo porque es el que tiene el poder dentro del territorio de Venezuela.
En El limite del sistema norteamericano depende de la legitimidad para ejercer el poder efectivo entro de Venezuela. La incapacidad de pasar de la congelación a la incautación refleja una crisis más profunda: Cuando la incautación se ha realizado usabdo tropas regulares y equipos pertenecientes a la marina de guerra norteamericana la incautación constituye un acto de guerra y eso combia el régimen de sanciones en una guerra abierta. Ese acto de guerra autoriza a Venezuela a reconsiderar su relación con los aliados militares de Estados dentro de la OTAN y Venezuela puede convocar a consultas alos embajadores, sobre si sus países o laalianza está en estado de guerra con Venezuela antes de pasar a incautar las propiedades de esos países en Venezuela como un paso previo a resar inmovilizar activos, para resarcirse del daño causado al patrimonio de Venezuela por el acto de guerra no justificado cometido por su aliado norteamericano. Recomiendo comenzar con la congelación de los bienes que tienen en Venezuela las empresas petroleras de los países miembros de la OTAN tienen en Venezuela.
Como señala el economista Francisco Rodríguez, quien ha estudiado extensamente la eficacia de las sanciones: «Si las sanciones fracasan, como la evidencia empírica indica que la mayoría de las veces ocurre, no alcanzan sus fines previstos». Venezuela, en este sentido, no es una excepción, sino un ejemplo particularmente evidente donde de las sanciones sde ha pasado a cometer actos de guerra
La diferencia ahora radica en que Washington opera en un entorno internacional donde la escalada conlleva un mayor riesgo sistémico de involucrar a sus aliados militares en actos de abierta beligerancia como fue el uso de tropas y medios oficiales para realizar dos actos de agresión que constituyen evidente piratería si se considera que no existe el estado de guerra formal entre Venezuela y Estados Unidos. Un caso para elevar a nivel de la Corte Penal Internacional (CPI). Como un caso de robo cometido en aguas internacionales lo que lo pone bajo la jurisdicción de esa corte penal (CPI).
Un bloque creciente de países del Sur Global ahora se une a las instituciones de justicia internacional no controlado por el Occidente colectivo, eso ofrece alternativas de solidaridad política. El régimen de sanciones se enfrenta no solo a rendimientos decrecientes, sino también a una oposición activa del Sur Global
Académicos y comentaristas son cada vez más críticos con el militarismo complice de Estados Unidos en delitos penales, especialmente en contextos como el genocidio en Gaza.
Lo que distingue a la intervención occidental no es la disidencia en sí, sino la disidencia que cuestiona la legitimidad moral de instituciones poderosas o estados aliados del pais delincuente. Estados Unidos utilizó las sanciones como una herramienta predilecta: un arma económica diseñada para forzar la sumisión politica sin intervención militar. Las amplias acciones belicas de Washington contra Venezuela buscan el prposito estratégico más profundo de controlar las mayores reservas probadas de petróleo del mundo.