El gran Congreso constituyente de la clase obrera

El petróleo pertenece al pueblo venezolano.

Domingo, 21/12/2025 10:17 AM

Ahora más que nunca el imperialismo se visualiza arrogante, prepotente,pero su gesto de arrebato estupidez y la banal del ... fascista. El nuevo rey pegando gritos "joderle la vida a los venezolanos" el arrogante del Trump está desnudo y hecho el loco, todo los pueblo del mundo lo visualiza.....

El gran Congreso de la constituyente obrera , epicentro de una nueva epopeya proletaria. Más de cinco mil delegados y delegadas, elegidos por las más de 22.000 asambleas de base, clausuraron el gran Congreso constituyente de la clase obrera, junto al ministro del Trabajo, Eduardo Piñate, al de Educación, Héctor Rodríguez, al presidente de la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores y Trabajadoras, Wills Rangel, y a varios dirigentes obreros como Francisco Torrealba, acompañados por el Canciller de la dignidad, Yvan Gil, y por la presidenta del Instituto Simón Bolívar, Blanca Eeckhout, quien pronunció el discurso de clausura, cargado de fuego patrio y esperanza revolucionaria.

En la platea, un mar de boinas rojas con la consigna No war yes peace lanzaba un mensaje inequívoco al mundo: Venezuela no quiere la guerra, pero no teme defender su dignidad. El calor de la solidaridad internacional fue palpable gracias a la presencia y los mensajes de apoyo de los pueblos y sindicatos de cada continente, que reconocieron en este congreso el corazón latente de la resistencia global contra el capital.

Mientras la clase obrera discutía sobre independencia tecnológica y la creación del Consejo científico, más allá de las fronteras reaparece el espectro de una nueva Doctrina Monroe. Una doctrina que, a 200 años de distancia, utiliza las mismas categorías coloniales: la presunta incapacidad de los pueblos latinoamericanos para autogobernarse y la necesidad de una policía internacional estadounidense a través de la pretensión de extraterritorialidad de las leyes de Washington.

Donald Trump, en su estilo supremacista y xenófobo, se ha quitado la máscara, mostrando los verdaderos intereses imperialistas. No se trata de democracia —un término vaciado de sentido por el genocidio en Palestina, por las bombas y los bloqueos— sino de una pretensión colonial pura y simple. Trump ha afirmado que las empresas estadounidenses quieren recuperar sus derechos petroleros, tratando los recursos del subsuelo venezolano como propiedad privada de la Casa Blanca. Estamos frente a lo que el diputado y historiador Juan Romero define como necropolítica: el imperialismo se arroga el derecho de decidir quién debe vivir y quién debe morir a través del bloqueo naval y el secuestro de buques petroleros como el Skipper.

Es una agresión que ignora el derecho internacional, el mismo que precisamente en Venezuela, en 1929, veía al Mariscal Sucre firmar los primeros tratados de regularización de la guerra. Maduro ha respondido con firmeza: un gobierno colonialista no duraría 48 horas frente a la conciencia del pueblo heredero de los libertadores y de las libertadoras. Este mismo pueblo que, por estos días, acompaña convencido y alegre a su presidente: en unión cívico-militar con la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, liderada por el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, junto a la milicia popular, dirigida por Ramón Romero Bolívar, y con una policía motivada y militante bajo la dirección del ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, Diosdado Cabello.

Para comprender el alcance de este ataque, es necesario volver a la lección magistral de Alí Rodríguez Araque, cuyo pensamiento es hoy defendido y actualizado por figuras como el historiador Juan Romero y el experto David Paravisini. El punto de concordancia entre estos analistas es cristalino: el petróleo es la esencia del problema porque representa el choque histórico entre la propiedad nacional del suelo y el capital transnacional.

Romero subraya cómo el imperialismo utiliza el pretexto de la deuda y de la crisis para restaurar el corolario Roosevelt, buscando transformar el recurso en un bien extraterritorial bajo jurisdicción estadounidense. Paravisini, por su parte, destaca cómo la lucha por la soberanía operativa de PDVSA es la clave para desmantelar el caballo de Troya de la vieja tecnocracia meritocrática.

Junto a Araque, coinciden en que la renta petrolera no es un dato contable, sino un territorio de lucha política: quien la controla decide si financiar la vida o la guerra. Esta tríada de pensamiento reiteró que Venezuela no es un deudor insolvente, sino un propietario soberano que administra su propio recurso basándose en las leyes de minas nacidas con Bolívar ya en 1829.

En el programa Sin Truco ni Maña, conducido por Tania Díaz, este enfrentamiento fue analizado a través de la voz de Yelitze Santaella, Ministra de la Mujer. Santaella denunció cómo la agresión imperial golpea el corazón del núcleo de la vida cotidiana, pero también destacó la resiliencia de las mujeres venezolanas, vanguardia en la defensa de la paz y de la soberanía familiar y territorial. La ministra recordó que la resistencia no es solo militar, sino que es la capacidad de sostener el tejido social contra la coerción económica y el terror del bloqueo.

En esta batalla por la verdad, un papel crucial lo desempeñan los medios comunitarios y alternativos, organizados y presentes, por ejemplo, en la plataforma Rompiendo fronteras comunicando alternativas. Estos comunicadores populares han renovado su compromiso internacional para romper el cerco mediático, actuando como una verdadera artillería del pensamiento para difundir la realidad de Venezuela y contrarrestar las mentiras de la industria cultural del norte, en el marco de la Internacional Antifascista.

El gran Congreso de la constituyente obrera produjo una declaración-manifiesto que esboza los pilares de la resistencia. En primer lugar, la soberanía tecnológica a través del nuevo Consejo científico de la clase obrera, para garantizar la autosuficiencia y sustituir las importaciones estratégicas en el campo industrial e informático. Sigue el plan de reactivación industrial bajo gestión obrera directa, para responder al bloqueo con el incremento de la producción nacional. El manifiesto consagra el compromiso de los trabajadores y las trabajadoras como multiplicadores de la defensa territorial en la unión cívico-militar, y reafirma el petróleo como recurso inalienable para el financiamiento de los derechos sociales conquistados por la revolución.

En este clima, el presidente Nicolás Maduro anunció la convocatoria de una nueva etapa de la Constituyente Obrera para el 9 y el 10 de enero de 2026. Este órgano de poder constituyente permanente tendrá la tarea de blindar la economía nacional contra cualquier ataque externo, transformando definitivamente a la clase obrera en el sujeto dirigente de la nueva fase productiva y política del país.

El próximo 23 de diciembre, el Consejo de Seguridad de la ONU se convertirá en el campo de batalla donde Venezuela, apoyada por Rusia y China, desenmascarar la ilegalidad de las "sanciones" y de los secuestros navales. Se discutirá el acto de piratería contra el petrolero Skipper y el intento de Trump de imponer una jurisdicción global a través del gran garrote.

También el fundador del sitio WikiLeaks, Julian Assange, perseguido por haber revelado los crímenes de guerra de Estados Unidos, ha denunciado cómo Venezuela está en la mira no por falta de democracia, sino por su ejemplo de alternativa al modelo neoliberal. El periodista también subrayó la ironía de otorgar un premio de la paz a una figura como María Corina Machado, quien ha invocado abiertamente la intervención militar y la aplicación de la Doctrina Monroe contra su propio país: acciones que llevarían inevitablemente a la guerra y ciertamente no a la paz.

En Venezuela, el frente de la patria se presenta unido: la Asamblea Nacional vio el acuerdo unánime de todos los diputados, chavistas y de oposición, en defensa de la nación contra la agresión. El presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, inauguró la sesión permanente del Consejo Nacional por la Soberanía y la Paz, que se mantendrá activo frente a la agresión imperialista.

El gobierno bolivariano responde con la geopolítica de la paz, estrechando acuerdos con el eje multipolar y llamando a la unión perfecta con los militares de Colombia para renovar el sueño de Bolívar de una Patria Grande. Y, mientras tanto, como decía Alí Rodríguez Araque, en tiempos difíciles hace falta explicar lo obvio: el petróleo pertenece al pueblo venezolano. "Hemos visto la luz y no volveremos nunca más a las tinieblas del pasado colonial", dice la revolución bolivariana, recordando las palabras del Libertador.

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