Geopolítica Imperial de la Guerra vs. Geopolítica de la Dignidad y la Paz en Clave Decolonial

Viernes, 12/12/2025 05:24 AM

En el tablero geopolítico mundial del siglo XXI, la confrontación no es meramente entre estados o bloques económicos. Es, en esencia, una tensión entre dos paradigmas geopolíticos antagónicos: la Geopolítica Imperial de la Guerra, heredera y reproductora de un orden colonial racialmente estructurado y la emergente Geopolítica de la Dignidad y la Paz en clave decolonial, que se articula desde las resistencias y re-existencias de los saberes del Sur Global. Comprender esta lucha exige trascender el análisis superficial de potencias como en la época de la Guerra Fría, es más que una confrontación ideológica entre capitalismo, socialismo y comunismo, es la lucha por salvar la vida y la humanidad en el planeta, hay que adentrarse en las dimensiones política, social, económica, cultural, ética, estética, espiritual y militar que la constituyen.

La Geopolítica Imperial: El legado colonial en acción

Este paradigma, operado históricamente por las élites del Norte Global, se fundamenta en la perpetuación de un sistema-mundo estructurado jerárquico y racialmente. Su lógica es individualista, lucrativa, extractiva, disciplinaria y monopolística.

  • Política Militar: Se ejerce a través de un unilateralismo selectivo, donde instituciones supranacionales como la Organización de Naciones Unidas (ONU), son instrumentalizadas por un Imperialismo hegemónico en declive, que pasa de manera violenta por sobre la soberanía nacional de países, el derecho internacional y las relaciones diplomáticas. La seguridad se define como dominio, control de rutas, recursos y espacios, justificando intervenciones, sanciones coercitivas unilaterales y una carrera armamentística que garantiza la supremacía tecnológica. La guerra, abierta o híbrida, es un instrumento de política.

  • Económica: Persigue la acumulación por desposesión. Impone un modelo neoliberal que fuerza la desregulación de las economías periféricas, asegurando el flujo de riquezas naturales y humanas hacia el centro imperial hegemónico. Las deudas soberanas son mecanismos de subordinación geopolítica.

  • Cultural y Ética: Promueve un universalismo abstracto que encubre un etno-anglo-centrismo profundo. Su narrativa se viste de misión civilizatoria, derechos humanos o lucha por la democracia, pero desconoce y descalifica otras matrices de pensamiento y organización social. La ética es utilitaria y condicional.

  • Estética y Espiritual: Impone una sensibilidad y una espiritualidad desarraigadas, mercantilizadas y, con frecuencia, secularizadas de forma agresiva. La estética del poder se manifiesta en la arquitectura de los rascacielos financieros y en la iconografía de una modernidad autocentrada, espiritualmente, vacía o folkloriza las tradiciones no occidentales.

La Geopolítica de la Dignidad y Paz como Horizonte Decolonial

Frente al modelo descrito en párrafos anteriores, se erige desde el Sur Global y sus diásporas, una geopolítica que no aspira a invertir la pirámide, sino a desmantelarla. Su horizonte no es la victoria en la guerra, sino la construcción de una paz activa y justa y duradera lo que el sociólogo Boaventura de Sousa Santos denomina una paz emancipadora y el filósofo Enrique Dussel una paz libertaria.

  • Política Social: Se basa en la decolonialidad del poder. Aboga por un pluriverso, no un universo homogéneo y euro-anglo-céntrico de sistemas políticos legítimos, donde la autodeterminación, la soberanía popular y la diplomacia de los pueblos sean centrales y respetados. Promueve la integración Sur-Sur no como un bloque contrahegemónico en el sentido clásico, sino como una trama de interdependencias solidarias, para configurar comunidades de futuro común, respetando la pluriversidad y plurilateralidad.

  • Económica: Propone economías post-extractivas, orientadas a respetar la cosmogonía de los pueblos originarios y transición hacia una economía de mercado en transición al socialismo, con cada vez más propiedad social de los medios de producción, mediante una concertación entre un Estado-Nación robusto, rector planificador, supervisor y controlador permanente de la concertación entre el Estado-Nación y el capital privado, respetando el contexto continental y nacional de los pueblos. Prioriza la soberanía nacional, la soberanía sanitaria decolonial, soberanía energética y científico & tecnológica. La justicia climática y la cancelación de la deuda ilegítima son pilares innegociables.

  • Cultural y Ética: Defiende las epistemologías del Sur y el Hacer decolonial altersofico: el reconocimiento de que existen saberes, racionalidades y formas de entender el mundo más allá de la razón ilustrada euro-anglo-céntrica. Su ética, es una ética de la vida, la reciprocidad y la reparación histórica.

  • Estética y Espiritualidad: Recupera y revitaliza las sensibilidades, los símbolos y las artes negadas. Es una estética de la resistencia y la re-existencia. Espiritualmente, reconecta con las cosmovisiones que entienden la Tierra (Pachamama) como un ser vivo, no como un recurso, promoviendo una ecología de saberes integral y un sustento ecosocialista.

  • Militar de Seguridad y Defensa Integral: Replantea radicalmente la seguridad desde una perspectiva comunitaria y no solo estatal. No busca la guerra para solucionar los conflictos y controversias entre países, sino desarrollar capacidades defensivas disuasorias arraigadas en la defensa del territorio-cuerpo-tierra. La seguridad humana sustituye a la seguridad nacional en su concepción tradicional.

 

Reflexiones finales 

El Sur Global como Actor Geopolítico Decolonial

La confrontación actual no es, por lo tanto, un simple reacomodo de potencias. Es la expresión geopolítica de una lucha civilizatoria para superar la Crisis Civilizatoria de la modernidad occidental actual. El Sur Global ya no es sólo un espacio de victimización, sino un campo de resistencia y re-existencia geopolítica colectiva de: Movimientos de pueblos originarios, para el respeto de sus territorios, su cultura, sus formas de organización territorial, cosmovisiones; luchas feministas descoloniales; iniciativas de justicia transicional; bloques regionales, continentales y mundiales que rechazan la guerra en cualquiera de sus formas y la alineación automática de subjetividades e intersubjetividades; redes de intelectuales y artistas luchando por la decolonialidad mental y cultural, para ir tejiendo esta geopolítica de la dignidad y la paz, desde los ámbitos comunales, regionales, nacionales, continentales y mundiales.

La Geopolítica de la Dignidad y Paz decolonial no es la ausencia de conflicto, sino la capacidad de resolverlo sin recurrir a la aniquilación del Otro, reconociendo la historicidad de las heridas coloniales en nuestros pueblos y trabajando por la decolonialización material y existencial, como políticas públicas de dignidad y paz en clave de vida, salud, educación, trabajo y de respeto a la Pachamama.

El desafío para académicos, políticos y la sociedad civil ilustrada es claro: desprenderse de las lentes analíticas impuestas por el propio paradigma imperial y aprender a leer el mundo desde esos múltiples sures. Solo así se podrá contribuir a un orden internacional que no esté fundado en el miedo y la guerra, sino en la dignidad compartida y en una paz que sea verdaderamente de justicia en su sentido más profundo y reparador.

El Plan de la Patria 2025-2031, presentado como programa de gobierno y hoja de ruta nacional de la República Bolivariana de Venezuela, puede interpretarse como un documento geopolítico de carácter decolonial, de dignidad y paz, intento programático de materializar una Geopolítica de la Dignidad y Paz, desde el Sur Global. Su estructura, basada en 5 Objetivos Históricos y 7 Grandes Transformaciones, establece un marco de acción que dialoga directamente con las dimensiones analíticas de la dignidad y paz decolonial, contenida como mandato en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, es un Plan de permanente tensión y construcción.

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