Narración imaginaria de un juego de guerra en alta mar

Sábado, 27/09/2025 06:07 AM

El Comandante Aarón Jefferson III, con el ceño fruncido y un mapa que ya parecía un trapo viejo, golpeó la mesa de la Sala de Crisis de USS Jason Dunham, ¡No puede ser, señores! Se suponía que morrocoy no sube palo y, ¿Ahora los rusos están instalando grúas en la Faja del Orinoco?

A su lado, el analista de inteligencia, un joven con gafas y la cara pálida, intentó explicar - Comandante, a mucho viento, poca vela, esta estrategia se les aplicó a ellos, con resultados poco favorables para nosotros. Pensamos que con el paro petrolero del 2002 y las medidas coercitivas desde el 2015, la industria venezolana se ahogaría. El país se destruiría a sí mismo, que habría guerra civil, pero no. Nada de eso sucedió. 

Pero... bueno-continuó el analista sintiéndose el más importante del grupo-  los cipayos que contratamos hicieron su trabajo bastante bien, destruyeron toda la industria petrolera en tres meses, aunque lograron levantarla un poquitín, ya nada sería igual. Sembramos de espías la empresa en todos los departamentos. Siempre nos enteramos de todos los movimientos que hacia el gobierno. Pero aún así, no logramos los objetivos deseados.

 Y ahora, aunque la tomemos en nuestras manos, nos costará muchos millones de dólares ponerla al dia, dejemos que los chinos hagan su inversión y los rusos también, luego le aplicamos aranceles y así negociamos, verá que resulta mejor que cañonear la industria y volverla polvo. Todos quedaron sorprendidos por esa última indicación, esa sugerencia indicaba que la fiesta de los fuegos artificiales habría que suspenderla. Eso, si se aprobaba esa teoría, originada en las ciencias de la proyectiva, muy característica de los gringos.

El comandante Aarón, soltó una carcajada amarga. ¡No gastes pólvora en zamuro, me decían en las playas lindas del Caribe, cuando me le acercaba a una chica venezolana que no quería nada conmigo! Y miren, gastamos miles de millones de dólares en destruir una industria que ahora necesitamos más que el café mañanero. ¿Y dónde están esos 'patriotas' que nos ayudaron? Otro militar vestido elegantemente de blanco con sus presillas bien ganadas, brincó de su asiento y dijo una larga oración, como si nadie la hubiera oído nunca.  - Esos militares chorreados que dieron el golpe institucional se cagaron y no aguantaron un tiro.  Y esa gente del petróleo, ¿Quién los orientó a que se fueran a la huelga? Perdimos nuestros mejores agentes. Esos gerentes petroleros son unos chupasangres, dígame el que tenía la cabeza puntiaguda como un huevo. ¡Se secaron como dicen los chavistas!

Mientras tanto, en una modesta oficina en Caracas, un exministro, conocido por su frase ¡El petróleo es nuestro, pero lo usamos como si fuera de ellos!, contaba los billetes en su bolsillo. Si, a barco nuevo, capitán viejo, yo me hice millonario con la nave hundiéndose. Los gringos creyeron que yo me iba a quedar con las manos vacías y, mira, a lo que vienes es a lo que te pones. Jajaja.

De vuelta en Washington, el pánico era palpable. Los reportes llegaban en cascada. La empresa rusa Rosneft estaba operando en el estado Zulia, y los chinos ya habían instalado la plataforma rodante en el lago de Maracaibo. ¡Pero si esos son nuestros enemigos históricos! gritó el presidente, desesperado, poniéndose mucho más anaranjado, pidiendo su jugo de zanahoria para recuperar su color natural y por supuesto la calma que lo caracteriza. Una vez sorbido el jugo, le dio un manotazo a la mesa, recuperando su compostura. ¿Cómo coño permitimos que se nos colaran en el patio trasero?

En el extremo de la mesa, el analista, con un hilo de voz, señaló la pantalla. En el USS Jason Dunham, una música de James Brown inundaba el ambiente, era  la música tradicional de los psicópatas de la guerra, el comandante Aaron Jefferson III, se le ocurrió esta brillante frase antes de mirar a la pantalla donde el presidente con los ojos encendidos como carbones los miraba fijamente-a la mar la conozco más por la borrasca que por la calma. Y esta borrasca... es por culpa nuestra. El presidente con su comedido lenguaje dio una orden- ¡Quiero sangre en las próximas horas! - nadie se inmutó, todos saben que obedecen a una figura tenebrosa - cada uno piensa quien será el próximo presidente que gobierne este país.  -Sí, presidente, dijeron todos al unísono.  El comandante dio la orden. Cacen a cualquier pendejo que se acerque a 3 millas náuticas de este destructor.  A una distancia 5.556 metros es lo que necesitaban para disparar un juguete mortífero que le diera la bandeja de manjares humanos, capaz de saciar al demonio de la casa Blanca. 

El comandante de la nave, esperó resultados. Era las 9 de la noche. Un motor de borda fue detectado en el sonar del destructor. Gracias a Dios, dijo para así, se me acabó la angustia. ¡Manos a la obra! Preparen la misión. Todos corrieron a cumplir la orden, los preparativos de guerra, la alarma que indicaba un estado de alerta, se dejó colar en todos los espacios del destructor. Una sonrisa macabra emana de los entrecruces en los pasillos de los marineros y soldados. Sabían del juego macabro en el que estaban participando. Era un juego, uno más de guerra. El comandante se dejó caer en su silla. ¡Señores, el petróleo es nuestro! Uno más y los tenemos listos. Así es como juega nuestro presidente y así es como jugamos con él. ¡Dios con nosotros! ¡Quién contra él! 

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