Psicología ante un desespero anticipado: De lo simbólico a lo tangible en una invasión

Miércoles, 03/09/2025 05:49 AM

El desespero se ha transformado en una sombra constante que persigue la mente de los venezolanos. En un contexto donde la realidad y la ficción se entrelazan, la guerra cognitiva ha evolucionado de ser un término abstracto a una vivencia palpable. La sociedad se encuentra altamente dividida, y una fracción de la población, desorientada por una incesante campaña mediática, lucha por distinguir la verdad en medio de un torbellino de desinformación que se ha expandido desde los medios de comunicación tradicionales hasta la incontrolable hiperrealidad que ofrecen las redes sociales.

La fragmentación social en Venezuela no es un fenómeno nuevo. Durante años, los medios de comunicación privados y la televisión desempeñaron un papel crucial en la ruptura del tejido social. Se construyeron narrativas que presentaban al adversario político como un villano, promoviendo una imagen de la sociedad desmembrada en dos bandos irreconciliables. Los noticiarios, las telenovelas e incluso los programas de entretenimiento se convirtieron en herramientas de guerra psicológica, cultivando un ambiente de odio y desconfianza. 

Hoy en día, ese campo de confrontación ha cambiado y ampliado su alcance. Las redes sociales han aumentado de manera exponencial la difusión de desinformación y extremismo. Los discursos de odio pueden volverse virales en cuestión de minutos, mientras que las noticias falsas se esparcen sin control. Además, los algoritmos crean burbujas de realidad personalizada que confirman las creencias existentes, alejando a las personas de perspectivas distintas. La lucha ya no gira solamente en torno a la opinión pública, sino que abarca la salud mental de cada individuo, que se enfrenta a un constante bombardeo de información diseñada para provocar caos y pánico. 

La figura del "enemigo" ha sido un elemento constante en esta guerra cognitiva. Por un lado, los sectores de la derecha y ultraderecha en Venezuela, representados por líderes como María Corina Machado, Leopoldo López y Antonio Ledezma, han promovido abiertamente la intervención extranjera. Sus discursos, que prometen la "liberación" a través de fuerzas externas, han retratado al pueblo y a sus compatriotas como el adversario a vencer. Estos líderes han llamado a la invasión y han normalizado la creencia de que un conflicto armado es la única solución posible.

Por otro lado, los representantes de la Revolución Bolivariana, como Hugo Chávez, Nicolás Maduro y Vladimir Padrino López, han apelado a la defensa de la soberanía y del orgullo nacional. Sus ideas han buscado unificar a la población en torno al concepto de autodeterminación, construyendo una narrativa de resistencia contra la agresión externa y contra los "traidores" internos que la promueven. Esta dicotomía ha generado una tensión en la mente de los venezolanos, llevándolos a elegir entre dos narrativas completamente opuestas. 

En medio de este torbellino, ¿cómo han logrado los venezolanos mantenerse a flote? La respuesta radica en su notable resiliencia psicológica. El pueblo ha desarrollado mecanismos de adaptación y creatividad para enfrentar la incertidumbre, la hostilidad y la presión constante. La adversidad económica y la amenaza política han impulsado a las personas a reinventarse, encontrar soluciones ingeniosas a problemas cotidianos y fortalecer los lazos comunitarios. La solidaridad, el humor y la inventiva se han convertido en armas contra el desgaste mental, demostrando que la psique del venezolano puede prosperar incluso en los terrenos más áridos.

No obstante, el paisaje ha cambiado. Las amenazas de una intervención militar por parte de Estados Unidos ya no son simples discursos retóricos; se han convertido en una posibilidad concreta. El desespero ha pasado de ser una emoción simbólica a convertirse en una respuesta evidente frente a un riesgo real. La posibilidad de un alistamiento militar general y el llamado a proteger la patria de "nuevos invasores" obligan a los venezolanos a procesar una hiperrealidad que antes resultaba impensable. El enemigo ya no es un fantasma ideológico, sino un rival con rostro y armamento.

En este instante decisivo, la reflexión final debería ser un llamado a la acción y a la cohesión social. Desde una perspectiva psicológica, los venezolanos necesitan prepararse para enfrentar esta nueva realidad, reforzando su unidad y su identidad nacional. La defensa de la nación no implica solo un esfuerzo militar, sino también un proceso psicológico de reafirmación colectiva. El camino a seguir requiere trascender las narrativas divisorias para forjar un frente común, fundamentado en la empatía y el entendimiento mutuo. Solo de esta manera el desespero no se consumará, y la nación, más que nunca, tendrá la oportunidad de mantenerse en pie.

Los falsos positivos de Marco Rubio, desesperaran a Trump por hacer una guerrita de verdad, fácil y barata, como a él le gustan. Cree que con dos misiles o menos, asustará al comandante en Jefe, que hará como lo hizo el comandante Chávez, se entregará a los gringos para evitar un derramamiento de sangre. Las circunstancias son otras, los actores son otros, y aquí sí es verdad que el desespero nuestro, será para probar estrellas y galeones de nuestros generales, que se han preparado en tiempos de paz para la guerra que nadie en su santo juicio debe aspirar para Venezuela. 

 

drloyophd@gmail.com

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