Objetivo Maduro

Viernes, 15/08/2025 06:27 AM

Los venezolanos tenemos la virtud que no olvidamos. Porque -para nosotros- los hechos ocurridos no son momentos pretéritos, son un presente vivido que el recuerdo nos lo presenta de nuevo. Por eso no olvidamos, ni vamos a olvidar nunca que, luego de derrotado el golpe de estado de abril del 2002, el gobierno supremacista de Estados Unidos, presidido por George Bush, basado en la doctrina de Guerra Irregular, comenzó a preparar las condiciones para lanzar una invasión militar a la República Bolivariana de Venezuela.

Como es conocido, el objetivo principal de la guerra tradicional es derrotar a las fuerzas del adversario; mientras que, el objetivo principal de la guerra irregular es dominar e influir sobre la población civil del país adversario. Tipo de guerra que, según voceros del pentágono, "el objetivo es destruir la eficacia y la efectividad de los esfuerzos del adversario y su capacidad de utilizar a la población para sus propios fines…". Por tanto, la guerra irregular no puede ser considerada como una forma menor de la guerra tradicional.

A lo largo de estos veintiséis años de Revolución Bolivariana, los gobiernos de Estados Unidos, han creado las condiciones para justificar la guerra irregular contra Venezuela, a través de la preparación de algunas operaciones y actividades, entre las cuales podemos destacar: Contrainsurgencia, tácticas no convencionales, contraterrorismo, "defensa" interna de países aliados, operaciones de desestabilización, seguridad, transición y reconstrucción, comunicaciones estratégicas, operaciones psicológicas, operaciones informáticas, operaciones cívico-militares, actividades de inteligencia y contrainteligencia, entre otras.

Para ello, los gobiernos de Estados Unidos, han destinado miles de millones de dólares para ser invertidos en operaciones de contrainsurgencia, a través del Departamento de Estado, la Agencia Nacional para el Desarrollo de la Democracia (NED) y la Agencia Internacional para el Desarrollo de Estados Unidos (USAID). Inversión reconocida, recientemente, por el propio mandatario supremacista de Estados Unidos Donald Trump.

En los marcos de la Guerra Irregular, contra Venezuela, el gobierno imperial de Estados Unidos se ha propuesto:

Objetivos:

  • Debilitar y neutralizar las fuerzas revolucionarias.

  • Crear divisiones en el Chavismo.

  • Promover la corrupción y violencia en la población civil.

  • Satanizar al gobierno revolucionario culpándolo de todo cuanto ocurre.

  • Fortalecer la oposición.

  • Distraer, confundir y engañar al pueblo.

  • Destruir la Revolución Bolivariana.

  • Imponer la guerra económica y medidas coercitivas unilaterales.

Propósitos

  • Justificar las tácticas agresivas contra Venezuela de EEUU.

  • Contener la influencia de la Revolución Bolivariana en la región.

  • Impedir la integración latinoamericana, de manera particular el ALBA.

  • Dividir, conquistar y recuperar la dominación en la región.

  • Justificar una invasión/intervención militar en Venezuela.

  • Aplicar la doctrina de "guerra preventiva" contra Venezuela.

  • Asfixiar al pueblo venezolano mediante el bloqueo económico.

Para llevar adelante la guerra irregular, el gobierno estadounidense, en innumerables oportunidades, ha puesto en práctica planes de contrainsurgencia. En el área diplomática, a través del Departamento de Estado. La subversión, a través de la USAID. Las operaciones militares, por medio del Departamento de Defensa (el Pentágono). Planes estos que cuentan con el asesoramiento y financiamiento a los partidos políticos de la oposición y ONGs afines, en nuestro país, de las siguientes agencias:

  • USAID/OTI

  • Instituto Republicano Internacional (IRI)

  • Instituto Demócrata Nacional (NDI)

  • Freedom House

  • Development Alternatives, Inc. (DAI)

  • Pan American Development Foundation

  • National Endowmwnt for Democracy (NED)

  • American Corners (Rincones Americanos, William Brownfield)

Para enfrentar la guerra irregular, los gobiernos revolucionarios de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, han desarrollado una estrategia conjunta entre la seguridad del Estado y la inteligencia social para desmontar el trabajo subversivo de los agentes de desestabilización.

Ante la campaña mediática llevada adelante por los impulsores de la guerra irregular, el gobierno bolivariano, contando con el apoyo y solidaridad de la ALBA, ha puesto en marcha toda una estrategia comunicacional y de organización de actividades para enfrentarla. Asimismo, ha reforzado la alianza cívico-militar-policial, las milicias y el Poder Popular como organizaciones del pueblo, para enfrentar los planes guerreristas y desestabilizadores. En los años iniciales de ella, y como respuesta a los planes imperiales estadounidenses, se organizaron las "Bases de la Paz", como instrumento organizativo de los pueblos para enfrentar la guerra irregular y tradicional que el imperio se propuso llevar adelante contra nuestro país.

Cuando se analiza la segunda mitad del siglo XX, como tiempo histórico, uno llega a la conclusión de que éste fue un período en el cual se impuso la mentira como categoría descriptiva. No olvidemos que la mentira, el acoso y el terror forman parte de la estrategia que los gobiernos supremacistas de Estados Unidos utilizan para dominar nuestros pueblos.

Bien vale la pena preguntarse ¿qué pasó con EEUU para que su hegemonía imperial en el universo tuviera una duración tan efímera? Hegemonía que se consolidó luego de concluida la II Guerra Mundial en 1945; y que, llegó a su ocaso a comienzos de la presente centuria. La incertidumbre es mayor cuando uno analiza la segunda mitad del siglo XX y constata que el poder económico, militar y tecnológico de Estados Unidos no tenía competidor.

Pero, ese inmenso poder ha llegado a su final. Estados Unidos vive -desde hace algunas décadas- una profunda crisis estructural que ha trastocado todos los cimientos de su formación social y que, los sucesos del 11 de septiembre de 2001 y la crisis financiera e inmobiliaria del 2007, pusieron en evidencia. La crisis presupuestaria; la enorme deuda externa; la pérdida de valor del dólar; el empobrecimiento de la población, sobre todo de los sectores medios; el descenso de su influencia geopolítica, según Jeffrey Sachs, es el resultado de la descomposición moral del poder político de esa nación imperial.

Frente a esta realidad las clases dominantes y los gobiernos estadounidenses han actuado, y actúan, como si nada estuviera ocurriendo. Los problemas de esa nación los ocultan "debajo de la alfombra". No quieren que se vea la pérdida tan violenta del dinamismo de esa sociedad, como si esa opulencia arrogante hubiera crecido bruscamente por el efecto de un esfuerzo demasiado intenso: aquel empeño justamente de querer siempre ser el único modelo del mundo, para decirlo con Jean Baudrillard.

Estados Unidos dejó de ser el hegemón del mundo, aunque, como ha ocurrido con todos los imperios, no quiera dejar de serlo. Es, precisamente, en esa pretensión donde la República Bolivariana de Venezuela ocupa un lugar de primer orden. Saben bien, las clases dominantes y los mandatarios estadounidenses, que, con la conformación de un mundo multipolar, han emergido nuevos bloques de poder. Situación ante la cual pretenden revivir su "teoría del imperialismo capitalista". Saben bien, que, para lograr tal objetivo, requieren reconvertir a América Latina en su área de influencia, en su "patio trasero". Saben bien, que, ello no les será posible sino dominan a Venezuela. Y éste no es un falso lugar que le conferimos a nuestra Patria. Más allá de la tenencia de recursos minerales y energéticos que son fundamentales para la reactivación económica de Estados Unidos, tenemos una ubicación geoespacial estratégica, que nos convierte en una zona fundamental para las pretensiones hegemonizadoras del imperio.

Una nueva mirada, más allá de la razón histórica, sobre el conflicto con Guyana por el Esequibo, debe conducirnos a considerar otras razones de fondo que están presentes en el referido diferendo. Es verdad que, la explotación de los yacimientos petroleros, existentes en la zona en reclamación es una razón importante, pero, no es la única. Necesario es darle una mirada, para su real dimensión y comprensión, que trascienda el asunto petrolero. La inmensa cantidad y variedad de minerales existentes en ella, de un alto valor económico y político, inciden sobre el mismo. Como importante es, asimismo, para nuestro relacionamiento comercial con otras latitudes a través del atlántico sur, Por lo que, el diferendo con Guyana debe ser analizado desde una perspectiva geoestratégica y geopolítica de mayor dimensión. No puede ser desligado de la pretensión estadounidense de recuperar su hegemonía imperial.

Hagamos un breve ejercicio retrospectivo de nuestra economía petrolera. En él nos encontramos con la intensión de los gobiernos supremacistas de Estados Unidos e Inglaterra, quienes a pesar de haber tenido el control absoluto del negocio de nuestros hidrocarburos a lo largo del siglo XX, a través de sus consorcios petroleros, estimularon a los gobiernos de la hermana República de Colombia, para que reclamaran su "propiedad" del Golfo de Venezuela. Como quedó demostrado, la pretensión imperial de Inglaterra y Estados Unidos, era despojarnos de la soberanía sobre el Golfo de Venezuela, vía marítima natural por donde salía el "oro negro", para el comercio internacional; el cual, por cierto, se reducía a ambas potencias industriales. Por lo que, cualquier parecido con el caso Guyana, no es simple coincidencia.

Como hemos dicho, no existe ninguna posibilidad de que Estados Unidos recupere su condición de potencia imperial hegemónica sino vuelve a convertir a América Latina en su "área de influencia", en su "patio trasero". De allí su obsesión por dominar a Venezuela. Los gobiernos supremacistas estadounidenses han sabido, y lo sabe Donald Trump, que para lograrlo debe seguir profundizando sus agresiones contra el pueblo venezolano. Sabe que debe seguir debilitando las instituciones del Estado; que, debe establecer un imaginario que haga creer a los venezolanos que el americanismo es el modelo sociocultural ideal; que, la globalización sigue siendo el sistema financiero a partir del cual debe irradiarse toda la actividad económica de nuestro país.

Veintiséis años tienen queriendo derrocar la Revolución Bolivariana. Pretensión para la cual han ensayado las más diversas técnicas y estrategias de desestabilización política de la nación. Acciones éstas que han estado acompañadas de la conformación de un imaginario que haga ver al ciudadano que estamos cerca del caos; por lo que, el retorno a los postulados neoliberales es la salvación. Salvación de un enemigo que ha sido creado. Por lo que, cualquier adjetivo, que coloque en entredicho la cualidad moral de nuestra Patria, les resulta válido en dicho propósito.

No olvidemos que, la derecha golpista, antidemocrática, apátrida y fascista se cree seres providenciales, se comparan con "David" exaltando su narcisismo. En su formación y en su vida, han sido influenciados por el nazismo, el fascismo, el falangismo y el sionismo. Se han educado en instituciones ultraconservadoras. Lo cual ha determinado que, su inconsciente cultural haya sido invadido por una serie de conflictos neuróticos generados por la creencia de poder vivir en un modelo de sociedad irreal, inexistente.

De allí su psicotísmo, la creencia de que su realidad es la realidad real, de que su verdad es la verdad verdadera; su tendencia a pensar que quienes no comparten sus creencias son seres anormales, ya que los únicos normales son ellos. El Yo sustituye al nosotros. Es por eso que, la conducta política de sus voceros está marcada por el desorden y el delirio, lo cual, los lleva a mentir sin límites. A creer que son los salvadores de la humanidad. La mentira la solapan. Para ello, utilizan los grandes consorcios de comunicación, las tecnologías de información y comunicación, la educación, entre otras instituciones.

Pues bien, para el proceso electoral del 28 de julio de 2024, el gobierno de los Estados Unidos, como dicen los ludópatas, decidió echar el resto. La estrategia comunicacional que diseñaron para promover la candidatura de la oposición golpista, antidemocrática y fascista encarnada en el prestanombres Edmundo González, salió de sofisticados laboratorios de tecnología de información y comunicación. Los grandes consorcios y agencias de comunicación internacional, como Washington Post, The New York Times, Associated Press, American Broadcasting Company, Telemundo, AT&T, CNN, Reuters. Grupo Global y Folha, de Brasil; Grupo Televisa, de México; Grupo Clarín, de Argentina; grupo RTVC, RCN y Caracol, de Colombia; Grupo El Mercurio, de Chile. En nuestro país las plantas de televisión por cable o satelital SimpleTV, Inter, NetUno, SuperCable, Venevisión. Globovisión, Televen, son algunas de ellas. The Council of Foreing Relations (CFR), es el principal organismo donde se diseña esa estrategia comunicacional. El Departamento de Estado, el Departamento de Defensa, la USAID y la NED, fueron sus principales ejecutores.

Ante la presente agresión a que estamos siendo sometidos por el gobierno supremacista de Donald Trump, debemos asumir una posición firme, clara y precisa. No hay lugar para esgrimir argumentos superficiales; mucho menos, para estridentes consignas con las cuales muchas veces confundimos al pueblo. Nuestra respuesta no puede ser superficial, porque lo que está en juego es el destino de la Revolución Bolivariana y la construcción de la Venezuela Socialista.

Tengamos siempre presente que, el pueblo venezolano, siguiendo el legado de nuestro Comandante Supremo Hugo Chávez Frías, es un pueblo político. Que, a partir de la reelección del Presidente Nicolás Maduro, el 28 de julio de 2024: que con la promulgación de la Ley Orgánica del Plan de la Patria de las 7 Grandes Transformaciones 2025-2031, le hemos propuesto al país la necesidad de construir una nueva sociedad en donde el pueblo, como sujeto fundamental del poder popular, a través de las comunas, sea a quien le corresponda diseñar y conducirlo. En esta hora y ante esta nueva agresión, la cual el gobierno supremacista, nazi-fascista y sionista de Donald Trump, ha personalizado en el Presidente Nicolás Maduro, los argumentos de nuestra respuesta tienen que ser claros y precisos.

Se me ocurre la siguiente afirmación: el año 2024 no fue un año más para la Revolución Bolivariana. Creer que la reelección del Presidente Nicolás Maduro fue lo único importante, es "ver el bosque pero no ver los árboles"; es hacernos de él una visión incompleta. El 2024 fue un año de rupturas, encuentros y definiciones, tanto en la oposición como en nosotros.

Del lado de la oposición se produjo una ruptura (que esperamos sea definitiva) entre los sectores que quieren seguir actuando en los marcos del orden constitucional; y, aquellos que se mantienen "firmes" en su posición antidemocrática, desestabilizadora y golpista. El encuentro de los sectores constitucionalistas los condujo a participar en los más recientes procesos electorales, aun sabiendo que su fuerza era numéricamente débil. Respetar la Constitución es asumir una posición "democrática", es la definición de un plan político. Por ello, los planes que éste sector tiene son hacia el diseño de un programa que los presente como "frente unido", pensando en un presente por venir.

De nuestro lado, también nos condujo a enfrentarlo con la mirada puesta en nuevos horizontes. Avanzamos en la ruptura y deslinde con aquellos que siguen anclados a la creencia de que son seres inmaculados, puros, que los únicos revolucionarios son ellos. Se avanzó en el reencuentro del pueblo Chavista. Y, en una aproximación de la definición del Socialismo Bolivariano. La Ley del Plan de la Patria de las 7 Grandes Transformaciones 2025-2031, es la hoja de ruta que debe conducirnos hacia ese objetivo.

Pero sobre todo, la expresión: El pueblo manda con Maduro… eso es seguro, dejó de ser una consigna. Se le dotó de un alto contenido político. Se hizo de ella la reafirmación del objetivo más caro establecido en la Constitución Bolivariana, hacer realidad la participación y el protagonismo del PUEBLO. Por lo que, la acción gubernamental, en todos sus niveles, tiene que ser colocada al servicio de, y para, el pueblo.

Tengamos presente que, en nuestro país, la invisibilización del pueblo no fue simple casualidad. Ni siquiera una "omisión involuntaria", o un sobrentendido, como arguyen algunos de los constitucionalistas más "lucidos", de la Venezuela cuarto republicana. Cuando, en la Constitución de 1961 se definió el sistema político venezolano como democracia representativa, afirmaban que en ella estaba incluido el pueblo de manera tácita. Construyeron una democracia sin pueblo; lo cual, es su propia negación. Muy lejos estaban del sentido político de la afirmación de Lincoln: "la democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo".

Pero, a ese pueblo, en 1999, con el inicio del gobierno del Comandante Supremo Hugo Chávez, le llegó la hora de su reivindicación como ser humano; de asumir su rol protagónico, como sujeto fundamental de la sociedad. A partir de entonces, el pueblo venezolano se visibilizó, se hizo sujeto fundamental de la sociedad, se hizo actor fundamental de la acción política nacional.

Es por ello que, cuando decimos: El pueblo manda con Maduro, esta frase no es una consigna. Es la reafirmación del objetivo más caro establecido en la Constitución Bolivariana, hacer realidad el protagonismo del PUEBLO, como sujeto fundamental de la sociedad; por tanto, actor principal de la Revolución Bolivariana. Por eso, Nicolás Maduro tomó la calle y no anduvo solo. Le otorgó al venezolano su rol protagónico, su condición de sujeto fundamental de la actividad política del país.

Es por ello que, cuando decimos que el 2024 fue un año de rupturas, encuentros y definiciones, estamos queriendo decir que se inició una nueva manera de concebir el acto político; de entender que, la Ley de la Patria de las 7 Grandes Transformaciones es un plan de todos los venezolanos, es un Plan de la Patria y para la Patria. De entender que la paz, la convivencia, la fraternidad y el amor son principios que nos unen a todos. De entender que, la defensa de nuestra soberanía, nuestra libre determinación, nuestra libertad y emancipación son principios innegociables, inalienables, intransferibles. De entender, en definitiva que venezolanos somos todos. De entender que tú y yo podemos pensar, podemos tener ideales diferentes, pero eso no nos hace distintos. La mejor constatación de la pertinencia de estos propósitos es que los venezolanos, a pesar del llamado a la violencia hecho por la extrema derecha fascista y apátrida, encontraron eco en el pueblo venezolano.

La extrema derecha cada vez está más reducida a gheto mafioso. Y, ante esa pérdida de espacio político, de nuevo el gobierno supremacista de Donald Trump, a través del Departamento de Estado, el Departamento de Defensa y el Departamento del Tesoro asumen de manera directa la conducción de la desestabilización y lanzan nuevas amenazas contra el orden constitucional venezolano.

Tengamos presente que Trump es un producto salido de un laboratorio. Que su personalidad es perfectamente compatible con la de un misógino, es racista, xenófobo y megalómano, cualidades que combina a la perfección. Trump, es un claro ejemplo de la advertencia de Lipovetsky, según el cual el "ideal moderno de subordinación de lo individual a las reglas racionales colectivas ha sido pulverizado, el proceso de personalización ha promovido y encarnado masivamente un valor fundamental, el de la realización personal, el respeto a la singularidad subjetiva, a la personalidad incomparable…"

Tengamos presente que tanto la primera, como su segunda elección no son más que la respuesta de un electorado que se sentía agotado de oír el mismo discurso, las mismas promesas, y éste estaba deseoso de encontrar una voz, una salida como llamó Albert Hirschman a situaciones como la señalada. Por lo que, ambas elecciones han sido más producto de un voto a favor de esa voz, de una salida que a favor de la democracia. Fue un voto para la persona y no para el sistema democrático estadounidense, en tanto que modelo de organización político liberal de esa nación.

Tengamos presente que Donald Trump, está profundizando la puesta en práctica de acciones fascistas y terroristas, como son las opciones militares y las criminales medidas coercitivas unilaterales, comúnmente conocidas como sanciones. Que hace del terror y el chantaje mecanismos de persuasión.

Tengamos presente que el mandatario estadounidense, en su pragmatismo político y económico renegocia tratados comerciales suscritos con otras naciones a partir del chantaje, la presión, el terror; que, la afirmación de que "quien no está conmigo es mi enemigo" la ha extremado al máximo en función de una supuesta defensa de la "seguridad nacional".

Tengamos presente que Trump, ha criminalizado las migraciones de manera extrema, como nunca antes nadie lo había hecho. Que, al igual que a los inmigrantes, ha criminalizado la pobreza. En su prédica neoliberal, sostiene que los únicos responsables de la pobreza son los mismos pobres. En consecuencia, la población mestiza, los pobres, los latinos, los musulmanes, los pacifistas, las feministas y otros grupos sociales, son vistos como sospechosos y frecuentemente catalogados por las autoridades de su gobierno como sujetos "de alta peligrosidad". Por lo que, desata contra ellos una feroz represión.

Pues bien, Trump en sus planes de devolverle a Estados Unidos "su grandeza", aplica una política racista y racial. Su mensaje de recuperación de ésta tiene entre sus principales fundamentos que la explicación de la perdida de la grandeza nacional, es la resultante del aumento del poder político y económico que ha adquirido la población "negra", los latinos y migrantes de otras regiones. Por lo que, la "raza blanca" debe recuperar su supremacía para poder alcanzar la "grandeza americana". En otras palabras, la "raza blanca" tiene que volver a ser la única clase dominante en Estados Unidos.

No hay lugar a dudas las elecciones de Donald Trump, y el ejercicio de sus gobiernos, tienen que ser colocados como una victoria de los movimientos regresivos, ultraconservadores, nazi-fascistas. Con éstas, el capitalismo neoliberal ha alcanzado su máxima dimensión inhumana. Con él se han violado los postulados fundamentales del derecho internacional, de los acuerdos establecidos en los más diversos organismos multilaterales, se han violado las leyes protectoras de los ciudadanos; así como también, las leyes que regulan los mercados financieros internacionales y uso del medio ambiente.

Pues bien, éste es –de manera resumida- el personaje que nos amenaza. No es cualquier megalómano, cualquier narcisista. Cuidándonos de no incurrir en desmedidos alarmismos, podemos decir que estamos en presencia de un representante de los sectores más oscuros, más tenebrosos de la derecha internacional surgida de la alianza del nazi-fascismo y el sionismo en función de apoderarse del universo.

Por ello, las recientes acusaciones y el desmedido e inaceptable ataque descalificativo contra el Presidente Nicolás Maduro, no es una "ocurrencia", un desvarío más de Donald Trump. Es una agresión solapada con falsos argumentos de la defensa de la seguridad nacional. La verdad es que necesitan apoderarse de Venezuela para poder volver a ser lo que fueron, ello no será posible. No olvidemos que tienen 26 años en ese empeño y, desde el año 2013, en que Nicolás Maduro asumió la conducción de la Patria, no han cesado un segundo en su pretensión de derrocarlo y con ello acabar con la Revolución Bolivariana y el legado del Comandante Supremo Hugo Chávez. De allí el título de esta nota: OBJETIVO MADURO.

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