Devenir y energización de Venezuela

Domingo, 12/10/2025 10:45 AM

En un ejercicio intelectual sobre nosotros(as) mismos(as), intentando disipar incertidumbres al interpelar nuestras relaciones con la realidad, en busca de una ontologia o ser contextualizado socioculturalmente de Venezuela, sospechando del devenir, nos encontramos, entre otras, con la revelada noción compleja de energía ambivalente desde una perspectiva geohistórica que se intercepta con un enfoque transdisciplinario antropo-bio-fisico, haciendo ontofanía sin revelaciones mitificadoras.

La energía, un existente óntico o material, asumida como fuerza universal que se especifica y singulariza en tanto vector, enfrentando ideas-fuerza adversas inducidas contraculturalmente (sumisión, desmotivación, impotencia, letargo, decepción, etc), es configuradora y reconfiguradora de subjetividades, estados, afectos, procesos, situaciones, objetos, fenómenos, etc., a través de su potencia locomotiva, constructiva, dialógica, luchadora, artística, telúrica, musical, poética , libidinal, social, cultural, reguladora, destructiva, resonante, afectual, mecánica, hídrica, violentadora, transformadora, creadora, etc., por ejemplo, la asimilada y refractada energía solar que da vida a la Tierra y la energía informacional que alimenta las organizaciones, signa o marca indeleblemente nuestra vida social y cultural desde que principalmente, no únicamente, el flujo excedente de la energía petrolera transformado en energía socioeconómica rentista apetecible para las compañías transnacionales explotadoras y depredadoras que nos han articulado como dependientes neocolonialmente -que nos ha conducido paradójicamente de su riqueza a la precariedad, para fortuna de unos cuantos cipayos y para mal de las mayorías- se difundió expansiva y profundamente, con sus entropías (desordenes y crisis, despilfarro, corrupcion) y neguentropias (reordenamientos dignificadores), ya que toda energía tiende a degradarse y disiparse retroactivamente de diversas formas, por todos los ámbitos nacionales eslabonándose entre si. En consecuencia, se podría decir que somos producto de las energizaciones interactivas multiversas y contradictorias de los ámbitos territoriales o espaciales, pero sin tomar suficiente conciencia de ello para potenciar desarrollos más vitales y trascendentes por medio de la creación de una cultura y prácticas energéticas.

Asimismo, la energética de la afectualidad heredada de nuestras tradiciones y prácticas socializadoras como habitus ("hábitos" estructurados y transmisibles reiterados en el tiempo) anidan pasivamente en nuestro solapado ser intersubjetivo cohesionador para desatar una mejor convivencia si la desplegamos estratégicamente a través de las resonancias socioculturales liberadoras de su estado alienado.

Despliegue que dependerá de los tipos de resonadores afectuales que se activen sociocultural y políticamente como resistencias transformadoras en una dialéctica de las alteridades energizantes. Hay que hacer aflorar ecosóficamente las afectualidades energizadoras en la superficie societal y capturarlas como se hace con la energía petrolera del subsuelo, para transformarlas en resonancias culturales y educativas vitalizadoras, simbolizadoras de una identidad dignificante por energizadora, emancipadora de las alienaciones de la contracultura petrolera prevaleciente.

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