Cuando leo los llamados a convocatorias a un evento para apoyar, celebrar o protestar por cualquiera situación, me sorprendo que la razón de ser de la convocatoria se invisibiliza. Queda casi como las letras pequeñas de un contrato, de tanto nombrar a las "supuestas" personas que la realizan: comienzan por nombrar al presidente de la república, a los ministros, los viceministros, los alcaldes, los diputados, los legisladores, los concejales, los rectores, los vicerrectores, los directores, los subdirectores y pare de contar.
Frente a este fenómeno recuerdo dos eventos de nuestra historia contemporánea. Uno fue el rescate de la democracia y el retorno del presidente Chávez, después del golpe de estado del 11 de abril del 2002. El otro, la valiente resistencia y lucha de nuestro pueblo para recuperar la industria petrolera durante el paro petrolero que comenzó en diciembre del año 2002. En ambos eventos salió a las calles el pueblo llano a defender la patria grande, en forma espontánea. Sin necesidad de tantos permisos, orientaciones, anuencias o por instrucciones de alguien.
El pueblo patriota consciente y combatiente que, con su valiente iniciativa y fe en este proceso revolucionario, salió a las calles a defender y ejercer lo previsto en nuestra Constitución Bolivariana: Poder Popular.
Por eso, espero que en el futuro no muy lejano, el llamado a una actividad o evento venga de nosotros, es decir, es el Poder Popular quien haga la convocatoria. Y que todos aquellos en cargos públicos, como directivos, asistan, más como pueblo que por sus cargos.
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