Convivir con la naturaleza, la lección climática de la caatinga en Brasil
Por: IPS
Miércoles, 24/12/2025 12:24 PM
Atrajo para la actividad a su hermana menor, Maria de Jesus Soares, de 45 años, que perdió el marido en un accidente de automóvil y también lucha para no caer en la depresión. Las dos caminan juntas cerca de dos horas, para arribar a los bosques donde abundan las semillas.
Ganan poco, cerca de 1000 reales (185 dólares) en un “año bueno”, pero “es mi trabajo, mi placer, es lo que quiero y me gusta hacerlo”, sostuvo María do Desterro, que también hace helados y medicamentos para gripe y otras enfermedades con jugos, tés, cáscaras y miel de extracción local.
Ella es una de las 121 personas capacitadas por la Asociación Caatinga (AC) hasta 2023 para la recolección y manejo de semillas de plantas nativas de ese bioma exclusivo de Brasil, como forma de generar ingresos y restaurar los bosques.
“La reserva es un gran depósito de agua. Hicimos una investigación sobre el escurrimiento evitado, es decir el agua que esa área de 6285 hectáreas puede contener, y la cantidad es sorprendente. Son 4780 millones de litros al año”: Gilson Miranda.
La asociación, fundada en 1998 para proteger la caatinga, el bioma característico de la región semiárida en el noreste del país, gestiona la Reserva Natural Serra das Almas (RNSA) y disemina las tecnologías sociales de convivencia con la ecorregión del Semiárido en las comunidades aledañas.
La caatinga ocupa 10 % del extenso territorio brasileño y en ella viven 27 millones de personas. Su vegetación es en general baja, de ramas y troncos retorcidos, que parece muerta en la estación seca y se vuelve verde pocos días después de una lluvia. Pero cuenta también con grandes árboles que alcanzan decenas de metros de altura.
Maria do Desterro Soares y su hermana menor, Maria de Jesus Soares, extraen las semillas del coco de buriti, una palmera también conocida como moriche, presente en varias partes de Brasil, incluido su bioma exclusivo de la caatinga. Las dos comenzaron a cosechar semillas para alejar la depresión y ahora lo hacen por placer y para contribuir al ambiente. Imagen: Mario Osava / IPS
Convivencia, no combate a la naturaleza
Convivir, en lugar de combatir las sequías, es un principio orientador de las acciones que están mejorando la vida en la región más pobre de Brasil, el Nordeste, en una lección climática para el país y el mundo.
La consigna, puesta en marcha por las organizaciones de la sociedad civil, impulsó varias tecnologías sociales como solución para la escasez de agua. La más conocida es la cisterna de acopio del agua de lluvia para uso doméstico, cuya construcción desde 2003 superó 1,2 millones de unidades.
La cisterna, la bioagua (un equipo que limpia el agua de uso doméstico para su reúso en las siembras), la fosa séptica verde (tanque de hormigón con tierra, filtros y un pie de banano), el horno solar y el fogón ecoeficiente son los cinco equipos en diseminación.
El sitio web de la AC informa que se implantaron 1481 de esas “tecnologías”.
La AC cuenta con la RNSA para la educación ambiental y fuente de ingresos con el turismo ecológico. En sus alrededores, actúa en 40 comunidades donde viven cerca de 4000 familias, implantando las tecnologías sociales y buscando apoyo a la conservación de la reserva y toda la caatinga.
Con sede en Fortaleza, capital del nordestino estado de Ceará, y Crateús, en el oeste de ese mismo estado y cerca de la RNSA, la asociación se distingue de otras organizaciones no gubernamentales al disponer de esa unidad de conservación de 6285 hectáreas de bosques tupidos y cuatro nacientes de riachuelos.
La fosa séptica verde, también llamada cantero bioséptico, trata el agua servida de los sanitarios con microorganismos que procesan los excrementos, dejando el agua lista para regar los cultivos en la región semiárida del Nordeste de Brasil. Imagen: Mario Osava / IPS
La caatinga mitiga el cambio climático
“La reserva es un laboratorio a cielo abierto, donde tienen lugar varias investigaciones sobre la fauna, la flora, el carbono, el agua, para que tengamos conocimiento de la importancia de esa área, y también de toda la caatinga”, definió Gilson Miranda, biólogo y gestor del RNSA por la Asociación Caatinga.
De 2015 a 2022, la caatinga removió casi mitad del carbono removido de la atmosfera en todo el Brasil, realzó, basado en un estudio de la Universidad Estatal de São Paulo que apuntó la participación de cerca de 40 % en la captura de gases invernadero.
Es que el rápido reverdecer de la vegetación, indicador de la intensa actividad fotosintética, cuando llueve, hace de la caatinga un importante sumidero de gases invernadero, distinto de la Amazonia, un inmenso reservorio de carbono.
“Por eso preservar y conservar la caatinga es estratégico en un escenario de adaptación climática”, sostuvo Miranda en diálogo con IPS.
Ese bioma, exclusivo de Brasil, ocupa un área de 844 453 kilómetros cuadrados.
El agua es otra riqueza de la Serra das Almas, convertida en una Reserva Particular del Patrimonio Natural (RPPN) en el año 2000.
“La reserva es un gran depósito de agua. Hicimos una investigación sobre el escurrimiento evitado, es decir el agua que esa área de 6285 hectáreas puede contener, y la cantidad es sorprendente. Son 4780 millones de litros al año”, destacó Miranda.
Alrededor de las nacientes hay árboles muy altas y verdes que discrepan de la visión usual del bioma. La gameleira (Ficus gomelleira), uno de esos árboles, alcanza hasta 40 o 50 metros, según Jair Martins, el guía de los turistas en las caminatas por los seis senderos de la Sierra das Almas
Esa agua, retenida en el suelo por los bosques, en realidad escurre lentamente. Las cuatro nacientes preservadas en la reserva no secan, pero no logran perennizar los riachuelos que alimentan el rio Poti, cuyo cauce pasa a este y al norte de la Serra das Almas.
Tampoco esa humedad es suficiente para mantener verde la vegetación de la caatinga, tupida en el local, pero muy seco en diciembre, con el verde de algunos arbustos o árboles más resistentes al estrés hídrico.
Maria Clemente da Silva solo pudo cultivar su huerto cuando tuvo acceso al bioagua, porque el suministro de agua de la red pública se limita a tres horas diarias en Jatobá, una comunidad pobre ubicada en la caatinga brasileña. Imagen: Mario Osava / IPS
La sequía atenuada
En los alrededores de la RNSA, la sequía se siente aún más.
Maria Clemente da Silva, de 59 años, cuenta con el bioagua para completar el agua con que irriga su pequeño huerto. La red pública solo suministra agua durante dos a tres horas por día, insuficiente para el cultivo de hortalizas, como lechuga y cebolletas, o frutales como papaya, banano, acerola, naranja y cajú, también llamado anacardo o merey.
A unos cien metros detrás de su casa, un bosque de árboles altos y muy verdes revelan que, con agua, la vegetación de la caatinga gana exuberancia. Es la humedad que quedó en un bajón de un río que prácticamente secó a causa de la deforestación y los incendios provocados para “limpiar” la tierra, explicó Elisabete de Souza Soares.
El agua es la carencia más sentida, según Souza y las otras mujeres que hablaron a IPS y a un grupo de estudiantes de periodismo que visitaron la comunidad Jatobá, en el municipio de Buriti dos Montes, del estado de Piauí, vecino a Ceará, donde las acciones socioambientales de la AC benefician la población y la protección de la RNSA.
Todas obtuvieron las cisternas, el pequeño fogón ecológico de tres quemadores y otras “tecnologías” que rebajaron las dificultades en sus vidas. “Antes de la cisterna, buscábamos agua de un chafariz (fuente con caños) a un kilómetro de distancia, en latas sobre la cabeza”, recordó Souza.
Cuando estaba embarazada de su hija Maria, hace 11 años, ella pensó en mudarse de la comunidad donde siempre vivió en busca de agua. “Ahora no salgo de acá, donde nací”, asegura.
La vegetación seca en diciembre, cuando se produce el climax del estiaje anual, presenta algunos arbustos o árboles resistentes que mantienen manchas verdes en los bosques de la caatinga, en la región del Nordeste de Brasil. Imagen: Mario Osava / IPS
La Asociación Caatinga adoptó el modelo integral de conservación con amplia participación de la población local, incluso en los beneficios económicos del trabajo dentro de la RNSA, como guiar ecoturistas y otros servicios.
El enfoque de la AC es siempre socioambiental, un componente principal en la protección de la reserva y la caatinga en general, sostuvo Miranda.
Dentro de la reserva hay un modesto hotel para alojar hasta 36 personas. El turismo local tiende a expandirse por el fomento de los gobiernos de los estados de Ceará y Piauí, que comparten la Reserva Natural Serra das Almas.
El cercano rio Poti discurre entre un cañón de 140 kilómetros de largo y se ha transformado en una gran atracción turística.