Bizancio y la luz tabórica

Jueves, 04/09/2025 11:36 AM

Lo más impactante que experimenté fue la brecha entre las duras experiencias vividas en Gaza y la percepción del mundo exterior.

Respuesta del historiador Jean-Pierre Filiu, tras su regreso de Gaza, a la pregunta: ¿Qué acontecimiento le impactó más durante su estancia en Gaza?. Publicado en Le Monde, Mayo 26, 2025

A 17 km de Nazaret, en la Baja Galilea, se levanta en una extensa explanada el Monte Tabor, solitario como una pirámide. Según los evangelios sinópticos de Mateo, Marcos y Lucas, Jesús fue allí a orar con Pedro, Santiago y Juan. Mientras oraban, la apariencia de Jesús cambió: su rostro comenzó a resplandecer y sus ropas se tornaron blancas y fulgurantes («luz tabórica»). En ese momento, aparecen Moisés y Elías y conversan con Jesús, los cubre una nube luminosa y desde allí se oye una voz que dice: "Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo". Este suceso es conocido como la transfiguración de Jesús y es conmemorado por varias iglesias cristianas, incluidas la ortodoxa, bizantina, católica, luterana y anglicana.

Catorce siglos después, en Bizancio (actual Estambul), se produjo un enconado debate sobre la naturaleza de la luz divina que se manifestó durante la Transfiguración de Jesús en el Monte Tabor. Un bando sostenía que la luz de Tabor no era una creación simbólica o material, sino una energía divina increada, una gracia o manifestación de Dios mismo. El otro bando, más racionalista e influenciado por la filosofía occidental, argumentaba que la luz de Tabor era una metáfora para que los discípulos pudieran percibir la divinidad de Cristo. Las apasionadas y a veces violentas discusiones se centraban en distinciones filosóficas y teológicas de enorme complejidad, como la diferencia entre la esencia incognoscible de Dios y sus energías increadas y accesibles. Esta disputa teológica de las élites intelectuales y religiosas de Bizancio, consumió gran cantidad de su tiempo (décadas) y energías, y mientras ocurrían, el Imperio Bizantino se desmoronaba bajo la presión militar del Imperio Otomano.

Los humanistas italianos de esa misma época menospreciaban estas interminables y estériles disputas teológicas de los bizantinos. Para ellos, las discusiones sobre la "luz tabórica" o la "esencia y energías de Dios" eran una pedantería abstracta y estéril, que sólo servía para desviar la atención de asuntos verdaderamente trascendentales. Cuatro siglos más tarde (siglo XVIII), los filósofos ilustrados franceses calificaron a este tipo de debates como "discusiones bizantinas" ("querelles byzantines").

¿Y a qué viene todo esto? En días recientes, se conoció la noticia de que la Asociación Internacional de Académicos sobre Genocidio acaba de dictaminar que Israel está cometiendo genocidio en Gaza. Se trata de una resolución emanada después de 694 días de ataque inmisericorde de Israel a la población asediada de Gaza.

El estado de Israel ha lanzado en Gaza el equivalente a 8 bombas atómicas de 15 kilotones (como la de Hiroshima), causando con ello la destrucción de las condiciones de vida de todos los habitantes de Gaza. Ha arrasado el sistema sanitario, la infraestructura de los servicios básicos y los medios de producción de alimentos. Ha impedido la entrada de ayuda humanitaria y la producción de alimentos con el objetivo, expresado públicamente, de desatar la hambruna como herramienta de exterminio. La entidad sionista ha asesinado o herido a más de 210 mil palestinos, en su mayoría niños y mujeres, una cifra que representa el 10% de los habitantes de Gaza. Ministros y representantes políticos israelíes han declarado por los medios de comunicación que su objetivo es la anexión y control del territorio palestino y no disimulan su intención de llevar a cabo una limpieza étnica mediante el exterminio y el desplazamiento forzado.

Como bien dice Francisca Albanese, Relatora Especial de Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en el territorio palestino, el propósito fundamental de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio es impedir que vuelvan a ocurrir crímenes como el Holocausto. Como el objetivo es prevenirlo, la definición de genocidio se enfoca en la intención de cometerlo y no en calificar al hecho ya consumado; la Convención citada dice (las negrillas son mías): "En la presente Convención, se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso" (Artículo II, Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio).

Ya han transcurrido casi dos años desde el inicio del genocidio; las propias víctimas han transmitido en vivo el implacable desarrollo del exterminio; además, desde inicios de 2024, las instituciones internacionales que trabajan sobre el terreno han alertado a la comunidad internacional sobre el genocidio que está ocurriendo en Gaza. Sin embargo, las élites políticas, intelectuales y religiosas del "mundo civilizado" todavía discuten si lo que ocurre en la Franja de Gaza es o no un genocidio. Como en Bizancio, estos grandes señores de las élites "serias y cultas", debaten sobre luces tabóricas mientras el derecho internacional se derrumba y la humanidad toca fondo.

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