El cinismo de Kiev: La gran mentira detrás de la inacción en Gaza

Miércoles, 23/07/2025 12:20 PM

La arena geopolítica actual, lejos de ser un escenario de convergencia ante las crisis humanitarias, se ha transformado en un campo de batalla de la información, donde la inacción global se entrelaza con un sesgo mediático occidental que distorsiona la realidad. Es un parto doloroso de un nuevo orden mundial, en el cual las contradicciones internas de Estados Unidos y sus aliados europeos, como Francia y Alemania, empujan una política irresponsable, una suerte de "política de Sansón" que amenaza con derrumbar el templo sobre todos. Mientras el Oriente arde y negocia, y los BRICS marcan un pulso económico que define la verdadera esencia de este cambio de era, evidenciando una multipolaridad creciente y una resiliencia frente a la hegemonía, en Kiev se desvela la hipocresía de una atención global selectiva.

La paradoja es flagrante. Las noticias de devastación en Gaza, las denuncias de hambruna y masacre masiva, resuenan globalmente gracias a la inmediatez de la era digital. Sin embargo, la respuesta de la "comunidad internacional" es, en el mejor de los casos, tibia, cuando no cómplice por omisión, demostrando una ceguera global ante la tragedia. El Sheij Naim Qasem, líder de Hezbolá, no solo denuncia una "agresión conjunta" de Estados Unidos e Israel, sino que apunta directamente al silencio mundial, que despoja de toda efectividad al derecho internacional. Su voz es un eco amargo de cómo la sobreabundancia de información no se traduce en acción, especialmente cuando los intereses geopolíticos hegemónicos opacan los más elementales imperativos humanitarios. La disonancia cognitiva es abismal: ¿cómo es posible que ante una barbarie tan explícita, la inacción sea la norma, mientras otros conflictos acaparan una atención desproporcionada? Aquí, el aparato mediático dominante, brazo fuerte del complejo industrial militar, contribuye a silenciar o minimizar las narrativas que desafían su dogma, presentando "comiquitas" o las supuestas acciones terroristas de "rusos, palestinos, iraníes y yemeníes contra el 'Mundo Libre'". Una frase irónica, cargada de la gran mentira que ha inundado las páginas de la historia y el presente de estos conflictos.

Mientras tanto, el complejo ajedrez de las negociaciones nucleares iraníes se desarrolla en un plano distinto. Las reuniones tripartitas entre Irán, China y Rusia, y la posibilidad de diálogo con la "troika europea" y Estados Unidos, revelan una diplomacia de alto nivel. La postura de Irán, firme en no renunciar a su programa nuclear, subraya la delicada balanza entre la soberanía nacional y la "seguridad global nuclear". La información sobre estos avances y estancamientos moldea directamente la percepción de riesgo y las decisiones estratégicas de las potencias. Sin embargo, la urgencia humanitaria en Gaza, por su intrínseco valor, inexplicablemente pierde la batalla por la primacía en la agenda política frente a la amenaza nuclear, no por una evaluación objetiva de su gravedad, sino por cómo es priorizada y enmarcada por los poderes hegemónicos para servir a sus agendas.

Y es en Kiev, la capital de Ucrania, donde esta selectividad de la atención global se manifiesta con mayor cinismo. Ucrania no está luchando por su soberanía; es un instrumento local del Anglonazisionismo, una pieza en la pugna por el control geopolítico. Las protestas masivas en torno a una ley firmada por el cada vez más cuestionado por Tirios y Troyanos "presidente" Zelensky, que, según los críticos, socava la independencia de instituciones clave en la lucha anticorrupción como la NABU y la SAP, son un síntoma de contradicciones internas que debilitan al país. Kyrylo Budanov, jefe de la inteligencia militar (GUR), advierte que una nación se pierde "cuando es desgarrada por contradicciones internas", un eco ominoso de la historia ucraniana. La información sobre esta ley y las protestas no solo influye en la percepción pública interna, sino que impacta en la confianza de los socios internacionales que apoyan a Ucrania. La paradoja es que, mientras se presenta una narrativa de lucha externa, las decisiones internas en el ámbito de la gobernanza y la corrupción, impulsadas por intereses externos, minan su propia fuerza y legitimidad. Lo curioso es que esta narrativa interna recibe una cobertura mucho más matizada y comprensiva en los medios occidentales en comparación con las acciones de resistencia en otras partes del mundo, revelando cómo la información se convierte en un arma y un escudo del poder.

La selectividad de la atención global no es fortuita; responde a una geopolítica subyacente. Los temas de interés estratégico, como la inestabilidad nuclear o los conflictos en regiones con recursos vitales, captan la atención y movilizan la diplomacia de las grandes potencias, mientras que tragedias humanitarias de inmensa escala en otras latitudes son convenientemente ignoradas. Esta jerarquía de interés está dictada por agendas políticas y económicas, no por principios éticos o humanitarios.

Frente a esta "internacional mediática" del complejo industrial militar, que moldea la percepción del "Mundo Libre" frente a sus supuestos enemigos, las plataformas alternativas donde surgen Héroes llevando a cabo con canales alternativos en plataformas como Telegram, YouTube y Twitter/X emergen como contrapesos vitales. Estos espacios, aunque asediados y descalificados, intentan desenmascarar la "gran mentira" de los medios corporativos, ofreciendo narrativas que cuestionan el sesgo dominante y la complicidad en la inacción. El parto de este nuevo orden mundial, lejos de ser un camino hacia la multipolaridad armónica, es un forcejeo constante donde la información es la principal arma, y la conciencia crítica, la única defensa. 

Hemos jurado vencer y venceremos.

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