Planificación socialista, dependencia y poder popular

Miércoles, 15/10/2025 05:26 AM

Dedicado a la memoria del Comandante Chávez y del Che Guevara.

"No habrá socialismo si no lo construye el pueblo desde abajo.

O inventamos el socialismo, o erramos."

— Hugo Chávez Frías, Aló Presidente Teórico N.º 1 (2009)

Introducción: planificación o extinción

La humanidad ha llegado a un punto de inflexión civilizatoria. La entropía del capitalismo mundial —con su metabolismo energético basado en el saqueo de la naturaleza y la superexplotación del trabajo humano— nos conduce, sin mediaciones, hacia el colapso ecosocial. Las crisis ecológicas, sanitarias y económicas del siglo XXI ya no son anomalías del sistema, sino su expresión más pura: el capital agotando las condiciones materiales de su propia reproducción.

En este contexto, la pregunta fundamental para los pueblos del Sur no es ya cómo desarrollarse dentro del capitalismo, sino cómo sobrevivir fuera de él. La tarea revolucionaria de nuestro tiempo consiste en sustituir el principio de valorización mercantil por una planificación socialista integral, basada en las necesidades humanas y los límites biofísicos del planeta.

Como advirtiera Karl Marx en el Libro III de El Capital, el capitalismo no sólo explota al trabajador, sino que "socava las dos fuentes de toda riqueza: la tierra y el trabajo"¹. Es esta doble depredación la que nos coloca frente a la alternativa formulada por Rosa Luxemburgo: socialismo o barbarie.

En Venezuela, esta disyuntiva adopta un carácter histórico particular. Tras dos décadas de proceso bolivariano, los avances sociales y políticos se enfrentan hoy a la restauración silenciosa del mercado, a la desnacionalización de la renta y a la conversión del Estado en administrador de un capitalismo periférico agotado. En este escenario, el retorno al pensamiento de Ruy Mauro Marini y la Teoría Marxista de la Dependencia (TMD) se vuelve imprescindible: sin una comprensión estructural de la dependencia, no hay emancipación posible.

I. La teoría marxista de la dependencia y la trampa del desarrollismo

Ruy Mauro Marini, desde su Dialéctica de la dependencia (1973), advirtió que el capitalismo latinoamericano no era una mera réplica incompleta del europeo, sino una forma específica

de acumulación subordinada, en la cual la superexplotación del trabajo compensa la transferencia constante de valor hacia los centros imperialistas². Esta lógica —que sigue operando en Venezuela a través de la dolarización informal y la entrega de sectores estratégicos a capitales extranjeros— constituye el núcleo de la dependencia.

La TMD, lejos de ser un esquema económico, es una teoría política de la emancipación. Marini se distancia del estructuralismo de la CEPAL al comprender que no hay posibilidad de "desarrollo autónomo" dentro del mercado mundial. Todo intento de "burguesía nacional" progresista conduce a una dependencia reforzada³. En sus palabras:

"Cuando la burguesía intenta superar las limitaciones de su desarrollo, termina sometiéndose aún más al capital internacional."⁴

Venezuela ilustra con dramatismo esa tesis. Bajo el discurso de una "economía postpetrolera", el Estado cede soberanía productiva a las Zonas Económicas Especiales, reproduce la superexplotación salarial y entrega sectores estratégicos al capital extranjero. Como denunció el economista Roberto Carlos Palacios, el salario integral apenas representa el 10% de la canasta básica; la compensación de la burguesía local se realiza a través del empobrecimiento sistemático del trabajador⁵.

Pero la dependencia no es sólo económica: es epistémica y política. El reformismo venezolano —como antes el cepalismo o el keynesianismo periférico— reproduce el fetiche del crecimiento. Se confunde industrialización con desarrollo, sin advertir que el crecimiento capitalista no es sinónimo de bienestar, sino de acumulación destructiva.

En el marco del colapso ecológico global, hablar de "desarrollo" sin cuestionar la lógica de la mercancía es un acto de fe suicida. El marxismo colapsista, en continuidad con la tradición ecosocialista, sostiene que el problema central no es la falta de planificación, sino la planificación subordinada al valor. La tarea revolucionaria no es desarrollar las fuerzas productivas capitalistas, sino reconfigurar la relación metabólica entre humanidad y naturaleza.

II. El Sistema Presupuestario de Financiamiento y el Plan Robin Hood

En la década de 1960, Ernesto Che Guevara planteó una alternativa radical al socialismo de mercado soviético: el Sistema Presupuestario de Financiamiento (SPF). Su objetivo era romper con las categorías mercantiles en el interior del socialismo, subordinando la producción al plan y no a la ganancia⁶.

El SPF no era una mera técnica contable, sino una filosofía política de la transición. Como escribió el Che, "el dinero debe perder su papel de mediador y convertirse en un simple registro contable del plan"⁷. La empresa socialista debía funcionar como una célula del organismo nacional, guiada por un presupuesto central y la conciencia revolucionaria de los trabajadores.

Décadas después, el Plan Robin Hood del Comandante Chávez retomó, en el contexto venezolano, ese principio. Concebido en 2007 como un programa de industrialización socialista vinculada a PDVSA, proponía la creación de Filiales No Petroleras y Empresas Consolidadas bajo control obrero y planificación estatal. Estas entidades debían operar con base en el Sistema Presupuestario de Financiamiento, eliminando progresivamente las categorías mercantiles, la competencia y el interés bancario⁸.

La propuesta de Chávez —continuada en los editoriales de la Cátedra Che Guevara– Venezuela— buscaba convertir la renta petrolera en palanca para un nuevo tejido industrial de propiedad social. La empresa estatal no debía reproducir la lógica capitalista de la rentabilidad, sino la lógica socialista de la utilidad social.

Sin embargo, la muerte de Chávez en 2013 y el viraje neoliberal del proceso bolivariano interrumpieron ese proyecto. Las filiales fueron desmanteladas o privatizadas, el control obrero sustituido por burocracias tecnocráticas, y la planificación reemplazada por el mercado.

Hoy, frente a la crisis del petróleo, el Plan Robin Hood adquiere un nuevo significado histórico: no como nostalgia, sino como punto de partida para un nuevo modelo de planificación socialista postpetrolera, sustentado en el SPF y en la democracia directa del poder popular.

Notas

1. Marx, Karl. El Capital, Libro III, Fondo de Cultura Económica, México, 1981, p. 879.

2. Marini, Ruy Mauro. Dialéctica de la dependencia, Siglo XXI, México, 1973. 3. Ibídem.

4. Marini, citado en Roberto C. Palacios, "La teoría marxista de la dependencia vista desde Venezuela", Revolución o Muerte, 2025.

5. Palacios, Roberto C. Ibídem.

6. Guevara, Ernesto Che. El gran debate sobre la economía en Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1963.

7. Guevara, Ernesto Che. Apuntes críticos a la economía política, La Habana, 1988. 8. Cátedra Che Guevara – Venezuela. "Editorial: Plan Robin Hood", Revolución o Muerte, 18 mayo 2018.

III. Poder Popular y Socialismo desde abajo

Si el Che planteó la superación de las categorías mercantiles, Hugo Chávez insistió en la superación del Estado burgués a través del Poder Popular. En sus Aló Presidente Teóricos, especialmente el n.º 1, Chávez reivindicó la idea del "socialismo desde abajo", entendiendo que no habría transición posible sin la autogestión consciente del pueblo organizado.

La Confederación Nacional del Poder Popular (CNPP), propuesta por la Cátedra Che Guevara – Venezuela, representa hoy la cristalización más avanzada de esa idea. En palabras de Atahualpa Díaz, "no se trata de una nueva burocracia roja, sino del ejercicio directo de la soberanía colectiva". La CNPP pretende articular los Consejos Comunales, los Consejos de Trabajadores y las Milicias Bolivarianas, conformando un Presidente Colectivo de la Nación, capaz de asumir la planificación, la defensa y la producción sin mediaciones de clase¹.

Este proyecto no es una simple estructura administrativa: es la revolución democrática en acto. La CNPP busca realizar la utopía concreta del Che: un sistema donde la conciencia reemplace al mercado y donde el trabajo adquiera sentido social. La transición no puede ser obra de decretos estatales; debe ser el resultado de un proceso ascendente de organización, deliberación y planificación popular.

En términos marxistas, esto equivale a la socialización real de las funciones del Estado. Como señalara Engels en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, el socialismo no consiste en tomar el Estado, sino en hacerlo desaparecer mediante la autogestión de los productores libres y asociados².

La experiencia venezolana demostró, sin embargo, que la institucionalización del poder popular sin una economía socialista auténtica conduce a la frustración. Las comunas se burocratizaron porque el metabolismo económico siguió siendo capitalista. El Poder Popular no puede florecer mientras la ley del valor siga determinando la vida social.

De allí la necesidad de articular el proyecto político de la CNPP con el modelo económico del Sistema Presupuestario de Financiamiento: planificación y poder popular como dos momentos de una misma ruptura histórica.

IV. Planificación socialista y colapsismo ecosocialista

La planificación socialista no es una cuestión técnica, sino una necesidad civilizatoria. El capitalismo, con su crecimiento infinito en un planeta finito, ha llevado la biosfera a un punto de no retorno. El colapsismo, entendido como la ciencia del agotamiento sistémico, no es pesimismo: es materialismo radical.

John Bellamy Foster ha señalado que el capitalismo genera un "metabolismo roto" entre humanidad y naturaleza³. Esta ruptura se manifiesta en el cambio climático, la acidificación de los océanos, la deforestación y la extinción masiva de especies. El marxismo colapsista, retomando a Marx y Engels, entiende que el problema no es la técnica en sí, sino su sometimiento a la lógica del valor.

Desde esta perspectiva, la planificación socialista debe asumir dos tareas simultáneas: 1. Reorganizar la producción bajo criterios de necesidad y equilibrio ecológico.

2. Reducir conscientemente el consumo material innecesario, instaurando un principio de suficiencia y no de acumulación.

Esto implica abandonar el paradigma del desarrollo y adoptar el del decrecimiento socialista: una sociedad donde la eficiencia se mida por la justicia, no por el PIB.

En Venezuela, esto significa replantear la política energética. La dependencia del petróleo no puede resolverse entregando los yacimientos al capital extranjero, sino transformando la estructura productiva hacia una soberanía tecnológica eco-socialista. Como advirtiera Jaime Osorio Urbina, "la renta sólo puede convertirse en fuerza productiva si se utiliza para romper la dependencia estructural"⁴.

La CNPP y el Plan Robin Hood, en este sentido, constituyen los pilares de una posible economía planificada de transición ecosocialista:

• Planificación democrática, descentralizada y ecológicamente racional. • Control obrero y comunal de los medios de producción.

• Supresión progresiva del dinero como mediador general.

• Centralización de la banca bajo control popular.

• Coordinación nacional de las unidades de producción en torno al presupuesto y no al mercado.

Como escribió el Che, "no hay revolución si no se cambia la conciencia del hombre; pero la conciencia no cambia si no se transforman las relaciones sociales"⁵.

En esta dialéctica entre estructura y conciencia, la planificación socialista no es sólo una herramienta económica, sino una pedagogía emancipadora. Es el proceso por el cual los trabajadores dejan de ser "recursos humanos" para volver a ser sujetos históricos.

V. Conclusiones

La historia ha demostrado que el reformismo es la antesala de la derrota. Cada vez que el movimiento popular ha renunciado a la radicalidad, el capitalismo ha regresado por sus fueros. La experiencia venezolana lo confirma: la conciliación con la burguesía no estabiliza el proceso, lo vacía de contenido.

El desafío de nuestro tiempo no es "reconstruir el capitalismo nacional", sino inventar el socialismo ecosocialista: un socialismo que no sólo emancipe al trabajador, sino también a la Tierra.

El colapsismo marxista no predica el apocalipsis, sino la posibilidad de redención a través de la planificación racional y la conciencia colectiva. Es la advertencia de que no hay tiempo para medias tintas: planificar o perecer.

En palabras del propio Chávez, "no habrá socialismo si no lo construye el pueblo desde abajo".

Esa frase, que abre y cierra este manifiesto, resume nuestra certeza histórica: el socialismo no será una dádiva estatal ni un esquema técnico, sino una creación heroica de los pueblos en lucha.

Bibliografía

• Cátedra Che Guevara – Venezuela. (2018). Editorial: Plan Robin Hood y Plan Robin Hood (Segunda parte). Revolución o Muerte.

• Díaz, Atahualpa. (2021). Confederación Nacional del Poder Popular para fundar nuestro socialismo y ser faro de esperanza para el mundo o extinción bajo la lógica capitalista. Revolución o Muerte.

• Engels, Friedrich. El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. • Foster, John Bellamy. (2020). The Return of Nature: Socialism and Ecology. Monthly Review Press.

• Guevara, Ernesto Che. (1963). El gran debate sobre la economía en Cuba. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana.

• Guevara, Ernesto Che. (1988). Apuntes críticos a la economía política. La Habana. • Marini, Ruy Mauro. (1973). Dialéctica de la dependencia. Siglo XXI, México. • Marx, Karl. (1981). El Capital, Tomo III. Fondo de Cultura Económica. • Osorio Urbina, Jaime. (2010). Ley del valor, intercambio desigual y renta de la tierra. México, UNAM.

• Palacios, Roberto Carlos. (2025). La teoría marxista de la dependencia vista desde Venezuela. Revolución o Muerte.

• Varoufakis, Yanis. (2023). Technofeudalism: What Killed Capitalism. Bodley Head. • Marxism and Collapse Blog. (2024–2025). www.marxismoycolapso.com/blog

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