Los mercados energéticos; en particular los fósiles, muestran hoy un nivel de entropía significativamente más elevado de lo que muchos perciben. Tal y como hemos reiteradamente expresado en el pasado, la OPEP ha dejado de ser un instrumento de cohesión determinado a mantener; no solo la estabilidad, sino la garantía de precios justos del barril, para pasar a servir los intereses de un pequeño grupo de países del golfo liderado por Arabia Saudita, muy cercano a grupos del poder político mundial más “elitesco”.
A partir de la llegada nuevo gobierno estadounidense, una OPEP hoy bajo control de un pequeño grupo de países del golfo pérsico y ante la ausencia de un país con influencia suficiente, como para cambiar el rumbo de las decisiones allí acordadas tras bastidores, ha obedecido la solicitud explicita desde el norte durante 2024, de reducir y mantener a raya los precios del barril. Estos se han deslizado en los mercados para caer en un rango de entre $60 y $65 por barril aproximadamente [WTI] y a partir de 2024.
Esos mismos países del golfo han además jugado el doble rol de policía bueno y policía malo, burlando los acuerdos, cuotas y otorgando niveles de descuentos para tumbar mercado a productores menos costo-eficientes como Venezuela, particularmente a partir del recorte sucesivo de producción iniciado a partir de 2022.
Venezuela hacia adelante
Durante 2021 aseguramos [Entre 8% y 9% del suministro fósil recaerá sobre Venezuela - Por: Einstein Millán Arcia @EinsteinMillan] que Venezuela esta signada por un brillante futuro; no solo petrolero y gasífero, sino energético en general. También aseguramos que la demanda mundial de energía fósil crecerá hasta superar los 120 MMBD más allá de 2045, auguramos un déficit en la oferta de 53 MMBD hacia la misma fecha, compuesta por 20 MMBD de incremento en la demanda y 33 MMBD que desaparecerían desde ciertos países hoy productores ante la disispación de sus reservas. Dijimos además que el “peak production” no sucedería hacia 2030 como algunos seudo expertos aseguraban. Cuatro años después y más recientemente en 2025, la OPEP misma coincide [Opec raises 2050 oil demand outlook amid expansion of global economies | The National] con nuestra visión de largo plazo al asegurar para 2050 la demanda alcanzara 123 MMBD.
El rol de Venezuela-PDVSA en el mundo es de superlativa importancia, hoy y más aún mañana. El potencial de nuestra nación es indiscutible y reconocido por propios y extraños, que no terminan de entender como llegamos a este punto teniendo la magnitud de reservas probadas, probables y posibles de crudo y gas que tenemos y nuestro indiscutiblemente envidiable posicionamiento geográfico en un continente que dependerá de nosotros energéticamente más pronto que tarde ante la pronta desaparición de sus reservas.
Venezuela históricamente ha tenido altos y bajos, tanto antes con la vieja PDVSA de la mitocracia, lo cual aseguramos fue por ineficiencia y entreguismo, como luego del nacimiento de la nueva PDVSA. La vieja PDVSA entre 1975 y 1985 no pudo ni supo elevar producción perdiendo más de 1.200.000 BPD de producción aun con activos e infraestructura joven. La llegada de la apertura fue catastrófica a los intereses del país, dado que mientras aumentaban producción en medio de un ambiente de desplome del barril, las transnacionales aumentaban los costos, mientras la vieja PDVSA reducía la contribución fiscal hasta llegar a solo $633 millones de ingresos netos en 1998, aun produciendo 3.449.000 BPD.
La llega de H. Chávez en 1998-99 disparó las alarmas en el poderoso entorno petrolero mundial de entonces, ante la segura perdida de “teta petrolera Venezolana”. Allí comenzó la conspiración desde la oposición y sus amos de fuera, que más adelante terminaría, junto a las pésimas decisiones del madurismo, de debilitar la nueva PDVSA con las guarimbas, el paro terrorista de 2002 y finalmente las sanciones.
La variación histórica de producción señala claramente las distintas etapas por la que ha pasado la industria; reversión, apertura, golpe terrorista petrolero del 2002, desplome programado del barril desde 2005 [cuando Chavez amenaza con cerrar el grifo al norte] por la llegada de la producción no convencional de EEUU, más guarimbas, sanciones, pandemia y más sanciones hasta la actualidad. Todo bien coordinado para neutralizar y destruir PDVSA, con la contribución de verdaderos traidores a la patria nacidos en mala hora en suelo Venezolano.
Pero la destrucción también ocurre desde dentro del oficialismo. Una cosa es tener un presidente y una directiva de PDVSA venida desde el ámbito petrolero y otra una con políticos y militares que nada tienen que ver con la industria. Los malos presidentes y ministros que ha tenido PDVSA desde Manuel Quevedo hasta Héctor Obregón, han dejado claro que la industria no puede ser llevada a buen puerto con incondicionales leales y con camisa roja solamente; particularmente bajo las condiciones presentes desde 06’2014 y luego de 2017, cuando más se requiere del conocimiento; en medio de sanciones y con un ambiento global enrarecido.
PDVSA con las limitaciones de CAPEX, OPEX y bienes y servicios bien conocidas, ha venido mejorando consistente y no erráticamente como en el pasado, luego de la salida de Pedro Tellechea y luego de que una importante porción de la directiva este conformada por personal de la industria y no por paracaidistas con inclinación al saqueo, como en efecto ha sido reiteradamente el caso con PDVSA en el pasado.
Vemos un incremento sostenido de volumen de crudo producido con o sin transnacionales. Vemos capacidad para mejorar. Hemos expresado que PDVSA podría cerrar 2025 con un nivel superior-cercano a 1.100.000 BPD e ingreso bruto por el orden de los $14.700 millones, siendo los principales activos en crecimiento; Lago-Occidente, Costa Afuera Cardón y FPO. Con la llegada de el “jack-up” desde inversionistas chinos quienes apuntan a desarrollar volumetría desde LagoCinco y LagunillasLago y la reinserción parcial de Chevron y el esfuerzo propio, la producción nación para 2026 fácilmente podría totalizar entre 1.200.000 a 1.250.000 BPD. No olvidemos que los condensados de campo y planta suman unos 55.000 a 60.000 BPD.
Bajo la premisa antes mencionada, PDVSA podria sumar ingresos que podrían superar los $20.000 millones brutos.