El historiador insurgente ha de ser "como la muerte que no discrimina". Así debe ser el resultado de su investigación, su pluma ha de trazar líneas autónomas, soberanas. Sin considerar el peligro o la ventaja, sin cálculo, no debe atender a linajes, ni a estirpes, ni dejarse deslumbrar por consagrados apellidos ni reputadas famas, ni por las sucesivas ediciones o publicaciones de prestigiosos y renombrados "ilustres de consagrada brillantez".
Debe dejar asentado, el insurgente historiador, que su labor final, su producción intelectual es producto de la lectura interpretativa y rigurosa, de la búsqueda laboriosa de la fuente, encaminado sus análisis, sin desprenderse de su posición insurrecta, de su visión del mundo, de su militante pedagogía, para poder construir un conocimiento diferente, desprejuiciado, liberador, distinto, descolonizador de nuestra historia, con una semiótica dentro de nuestras diversidad cultural, con nuevos pensamientos sobre los signos de nuestras comunidades, de nuestras vidas, nuestra sociedad, que lo explique, no desde la supremacía colonial, desde los privilegios de las castas o clases dominante, desde la blanquitud, negadora de nuestra raíces, sino desde la labor del investigador comprometido con la verdad, con los intereses nacionales y patriótico, con las luchas y los intereses del pueblo.
La historia insurgente debe servir de herramienta para la transformación, para desnudar a los eternos "amos de la historia" y su aureola de reputada fama, cuyo sesgo discriminador y racista se debe combatir, con la reproducción, la cita, las palabras y escritura textual del autor objeto de la crítica, desmontar aquellos prestigiosos constructores de epítetos y adjetivos descalificativos, racista, cuando se refieren al pueblo, al esclavizado, al hombre y mujer sin tierras, al condenado a la miseria, al explotado, dominado por siglos; escritores palaciegos, buscadores de reconocimientos y prebendas, cuyo signos o grafías están marcadas por el desprecio, al calificar a la masa popular de flojos, torpes, indignos, infames, integrantes de turbas o hordas, incapaces, bárbaros o brutos para dirigir las destino de la patria.
Esas expresiones escritas por los intelectuales lisonjeros de los círculos cercanos a las eternas clases dominante, son reproductoras de un conocimiento conservador, aristocrático y oligárquico para el sostén de privilegios sociales, sobre la base de negar todo aquello que no sea fuente y origen de sus "saberes", los cuales están destinados al sostenimiento de los "valores", de la forma de pensar e interpretar la historia y la acción de los protagonistas, descalificando, desde una posición discriminatoria y negadora, las potencialidades que se originan más allá de sus esferas de poder y dominios, ello, con el fin evidente para mantener los privilegios de un grupo o sector de la sociedad, cuya riqueza agrícola, ganadera o minera se originan en un pasado de vendedores de esclavizados africanos, explotadores de indígenas y campesinos sin tierras, terrófagos y beneficiarios de la rentas petrolera
Es obligatorio leer con cuidado y recelo a intelectuales "paridores" de ideas y de textos para sagrados estudios e interpretaciones históricas. Pretendiendo ser guías y prebostes de la sociedad con sus fósiles conocimientos editados y reproducidos, incluyendo sus antidemocrática y oscuras ideas, al expresar, esos literatos ganadores de premios que lo elevan en la solemnidades de lo intocable, que piensan y difunden que "el Estado no debe invertir en educar a la población pobre y marginal por carecer de dotes e inteligencias".
Veamos unos ejemplos, un diplomático de carrera y famoso escritor historiador, merideño, cuando al escribir sobre la personalidad de Cipriano Castro expresa que es una "fiera autoctonía de cacique motilón.... que habrá de chocar, trágicamente, con todas las nuevas fuerzas del capitalismo...." Lo califica de "mono trágico" lo describe de "pelo duro de indio motilón...de erizada barba de sátiro, guerrillero y califa oriental" lo llama Calígula o Sardanápalo
Se refiere a los soldados barloventeños "...con sus sargentos bárbaros, con aquellos negros de machete terciado....son las peores calamidades que debe sufrir Mérida...."
A referirse al General Antonio Fernández lo califica de ".... caudillo apocalíptico, seguido de sus fieles negros traídos de los calientes cacaotales... y como no encontraban que hacer (en la capital andina), erguían sus machetes amenazantes contra los más honorables caballeros de la ciudad.. vejaron y encarcelaron a pacíficos y conservadores ciudadanos....las damas escoltadas de sus caballeros..."
Se nota la escritura racista, descalificante, al referirse a los afrodescendientes, los identifica como bárbaros y su presencia social como la peor calamidad de la ciudad, que son una amenaza para los honorables caballeros y pacíficos ciudadanos.
Evidente, que para el escritor y diplomático, todo aquellos seres humanos distinto a los honorables caballeros no son ciudadanos y no deben ser tratados como tal, por ser integrantes de la barbarie cultural, del atraso, "salvajes indios de flechas ponzoñosas".
Escritura racista que la encontramos en insignes personajes, adorado y exaltado en sus virtudes, por plumas y escrituras poco precavidas, sostenedoras del orden, status Quo y pedagogos con renombrados cargos.
Infestada del veneno racista es la obra de los escritores positivistas y modernistas, conservadores y liberales, funcionalistas o estructuralistas, por ejemplo, en un Domingo Faustino Sarmiento, elogiado por Miguel de Unamuno, al considerarlo uno de los grandes prosista, escritor; presidente de Argentina (1868-1874), quien "justifica la conquista española y el exterminio de los indios". El autor de Facundo o Civilización y Barbarie fue un notable representante de la "supremacía blanca" al afirmar: "La América en vez de permanecer abandonada a los salvajes, incapaces del progreso, está ocupada hoy por la raza caucásica, la más perfecta la más inteligente, la más bella y la más progresista de la que puebla la tierra"
¿Olvida Sarmiento el genocidio de millones de seres humanos, la persecución y exterminio del gaucho, los aportes astronómicos, matemáticos, culturales, la ciencia, las tradiciones ancestrales en medicina, agricultura, la ingeniería, el sistema de riego, las terrazas, la conservación y preservacion del medio ambiente de las arrasadas y desaparecidas civilizaciones aborígenes Inca, Maya y Azteca? Bueno, los "bárbaros e incivilizados" innegable es que enseñaron a los conquistadores, que el agua se usa también para bañarse.
un José Ingenieros, romántico y "moralizante", prebostes de la juventud de américa, con sus "Fuerza Morales" o "El hombre Mediocre", sofista que desarrolló la premisa del "Socialismo Aristocrático, donde los hombres física e intelectualmente superiores procediesen a mejorar las condiciones de vida de los pobres, de la raza inferior". Evidente la propuesta discriminatoria y racista, exaltadora del individualismo, del destino insalvable de los pobres, sin la intervención y ayuda de la clase privilegiada, aristocrática, oligarca o burguesa y de los superpoderes de Tarzán o Superman, negadora de la fuerza creadora del colectivo, del pueblo organizado en su lucha contra un modelo político económico que lo humilla y explota por siglos.
La narrativa local, las encumbradas prosas de premiados escritores venezolanos, no escapan del pensamiento racista, discriminatorio y sesgado, que crea y fortalece la cultura de conquista y se vuelven una "verdad universal indiscutible," ganadora de premios y reconocimientos, que debemos exaltar y glorificar, casi obligado por el peso de las institucionalidad de la costumbre y de una voluntad activa, castrada, subordinada y acrítica de repetidores de oficios, veamos:
Afirma, el escritor Manuel Vicente Magallanes, en el relato sobre la insurrección de Coro (1795), "el 10 de mayo los conjurados promovieron un baile…ahí se reunieron… por la noche, ya bajo los efectos del alcohol dieron el grito de rebelión…José Leonardo Chirinos proclamó la Ley de los franceses)". Queda entre línea planteado, para un lector descuidado, que un borracho, en medio del los vapores etílicos declaró la insurrección, entonces no hubo organización, debate, ideas, reflexiones, convencimientos, críticas, juzgamiento, pensamiento, cuestionamiento al modo de vida, a la necesidad de salir de la esclavitud y lograr la aspirada libertad, proclamar la República y cuestionar la monarquía. En la pluma del escritor fue una ocurrencia de una tarde saturada de vapores de alcohol, causa por los que unos "negros saquearon, mataron e incendiaron".
"Alcohol milagroso" ya que el mismo día, en la Sierra de Coro, se sublevaron los indios de Jacura y de Cumarebo. ¿Entonces, esas rebeliones, también fueron por una extensiva tarde de alcohol o eran parte de un plan mayor?
No fue una tarde de baile, rochela, sarao y aguardiente lo que causa o explica las insurrecciones de los indios Chiribichi (1519);la de Miguel en (1552); Guaicaipuro (1560), Cumanagoto (1579); la de los perleros (1603); la de Nirgua (1628); los cimarrones del Tuy (1650); la liderada por Andresote(1730-1733); la de Miguel Luego(1747); la sublevación de Panaquire (1749-1751); y la de Guillermo Rivas (1771-1774), para nombrar alguna. Obvio que no existe en ellas tal "alcohol milagroso".
Necesario es el "giro reparador, darle vuelta a la historiografía para restablecer la humanidad y la dignidad", como bien lo afirma la filósofa, Lilia Ana Márquez Ugueto, en su libro "País Mantuanos. Ensayo de Filosofía del Cimarronaje en Clave de Historia Insurgente".
Es ahí el papel destacado, el protagonismo como *sujeto de cambio del historiador insurgente,* de la grandiosa fuerza de *los cronistas municipales, comunales,* de los integrantes de *la red de historia, del *Centro Nacional para el Estudio de la Historia,*
Con inmensa alegría vemos el avance en los últimos años, conviene o *hace falta una masiva política editorial municipal, para las publicaciones* que se estén produciendo de estudios bibliográficos críticos sobre la historia y su fuente, la literatura, y en general la narrativa, con esa herramienta, en todos los municipios, la lucha y el combate en el plano ideológico podrá hacer nacer masivamente nuevos conocimientos, nuevos saberes, que solidifiquen fortalezcan culturalmente los cambios que anhela nuestra patria grande, América.
Con el apoyo de las organizaciones populares, comunas, consejos comunales, etc y de instituciones, casas de la cultura, así como la red de historia, asociaciones civiles y cronistas comunales y municipales organizadores de talleres, seminarios, conferencias, para analizar, discutir, debatir el contenido de textos históricos de variados autores, incluso, las novelas consideradas históricas.
Que provechoso sería el minucioso estudio y juzgamiento de las producciones intelectuales de Arturo Uslar Pietri, Rómulo Gallegos, Ramón Díaz Sánchez, Mariano Picón Salas, y otro montón más de historiadores, cronistas, escritores, poetas, etcétera. Todos estos distinguidos y notables autores, a título de ejemplo, así como de otros consagrados y renombrados escritores de la misma o contemporánea época y también de las nuevas y actuales generaciones, eso sí, todos bajo la acuciosa mirada del historiador insurgente y su diligente empeño y esfuerzo para colocar en su justa dimensión y verdad los hechos históricos y las escrituras referente a estos.
El historiador insurgente le toca la magna tarea de develar, descubrir a los farsantes "historiadores" de oficio, con domesticada voluntad y súbdito del vil dólar, para escribir una auténtica y original historia que permita explicar el pasado, el presente y así construir el futuro en favor de la humanidad entera.
Polvorín. Explosión de ideas insumisas. Un combate por la vida.