#1. PRESENTACIÓN
En el día de la fecha se cumplen 24 años de una de las jornadas de lucha más formidables que haya dado el pueblo argentino: la pelea del 19 y 20 de diciembre del 2001 contra el gobierno entreguista, hambreador y fondomonetarista de Fernando De La Rúa. Luego de años de saqueo, exclusión, privatizaciones, corralitos, balas, la Argentina del laburante se paró de manos. Piquete y cacerola, la lucha es una sola. Nada más romántico que pueblo que va en busca de su destino.
Recordamos a quienes, luchando por sí mismos y por los demás, hoy no están entre nosotros. Son treinta y nueve asesinados los de esos días, con una excepción cuando hacemos alusión a la "Masacre de Floresta", ocurrida 10 días después.
#2. TREINTA Y NUEVE CORAZONES QUE DEJARON DE LATIR
Gastón
"Hay que hacer lío", dijo, y salió. La bronca acumulada no es rencor, es comprensión. La pérdida de su puesto en SOMISA por la privatización en los noventa, las más de 12 horas diarias que tenía que trabajar como motoquero para llegar a fin de mes y muchas otras penurias más se resumieron en una frase: "Hay que hacer lío". El 19, Gastón Riva había estado por el microcentro, en donde vio a la Argentina que no pudieron privatizar. Quiso volver y así lo hizo: se la pasó junto a otros motoqueros organizando ayuda para los que recibían gases. Ser es uno y es los otros: organización, como cada vez que en el local de HIJOS se juntaba con compañeros a discutir la precarización laboral de la cadetería y la mensajería. No sabemos si antes de caer de espaldas luego de un tiro en el pecho pensó en sus tres hijos en la pelopincho de Bajo Flores. Ojalá. Solo sabemos que la moto, como una paradoja del destino, siguió de largo. Daniel Guggini, trabajador del hospital Pirovano que se encontraba en la protesta, lo quiso atender. Gastón le agarró la mano y le dijo "me muero". María Mercedes Arena, su esposa, la madre de sus hijos, vio su cuerpo ensangrentado por la televisión y reconoció la ropa. En el hospital Argerich le dijeron que Gastón ya no respiraba. Hoy, en la placa homenaje que se encuentra sobre Avenida de Mayo, brilla un poema de Mari, que empieza así: "Tu ruido en el aire. Otro día gris amaneció esta mañana".
Diego
El cuerpo ya no se mueve. El corazón no bombea. Los pulmones no inhalan ni exhalan. Quedan las piernas despatarradas, la bermuda, los tatuajes. Queda el alma. "Un muchacho cayó muerto de un balazo en el cuello", dice el epígrafe de la foto de tapa del diario Clarín, el 21 de diciembre del 2001. El muchacho es Diego Lamagna, que se desplomó el 20 en Avenida de Mayo y Tacuarí, luego de dos disparos a las 16:20, después de haber ido a la movilización en el colectivo 24 desde Avellaneda. No era la primera vez que Diego era tapa de un medio gráfico: unos años antes fue primera imagen de revista montado en su bicicleta, con el casco, las rodilleras, el pantalón corto y la remera de manga larga. Era la publicación Biciclub, con una bajada que decía "BMX y freestyle. Una temporada a pleno". Lamagna era referente nacional de BMX, recorría el país en competencias con la bicicleta, construyendo pistas y rampas, dedicado a la pasión de dar vueltas en el aire y hacer piruetas saltarinas. Su caso tomó relevancia en 2024, luego de que José "Maligno" Torres honrara a todos los que alguna vez engalanaron una rampa con la medalla de oro de BMX en París 2024. En general, Lamagna recorría el país. Ese 2001 estaba en Avellaneda para pasar las fiestas con su madre. Desde el televisor, dijo: "Mirá lo que están haciendo, tengo que estar ahí. A la noche vuelvo".
Carlos
Petete llegó en asamblea. Estudiaba sociología, ponía membranas en los techos para poder vivir, militaba en el Coordinadora de Desocupados 29 de Mayo de Monte Chingolo, caminaba las villas, era parte de Correpi, desde donde peleaba contra cualquier represión del Estado, vivía con su hermano Fernando y su bisabuela, Martiniana (82) en Lanús. En un momento, mientras arrastraba un poco la pierna porque había que llegar a la Plaza, porque lo votó junto a sus compañeros y había que cambiar el mundo, un disparo en el pecho interrumpió su camino. Fue baleado por la Fuerza 2 del Cuerpo de Operaciones Federales, a cargo del subcomisario Ernesto Sergio Weber, hijo de Ernesto Frimon Weber, represor en la ESMA y asesino de Rodolfo Walsh. (Correpi, diciembre 2017). En la zona hoy hay una placa que recuerda a Carlos "Petete" Almirón, con la leyenda "la sangre derramada será la tinta que escribe la nueva historia". Tiempo después, uno de sus compañeros relató la última conversación que tuvo con él, en la que éste último lo saludo con la siguiente combinación de palabras: "Nos vemos después de tomar el poder".
Gustavo
El vivo televisivo muestra el desenvolvimiento de la realidad a través de una cámara. El tiempo no para, pero esa vez frenó. Gustavo ese día se había preparado para hacer lo de todos los días: trabajar 12 horas como repositor del área de verdulería del DÍA de La Tablada, por un sueldo mensual de 400 pesos. Los saqueos y los desmanes de los días de crisis lo hicieron desistir. Terminó tomándose el 126 para ir a protestar. Se bajó a una cuadra del fin de su vida: desde adentro del HSBC, un grupo de policías comenzó a disparar desde adentro de la zona de cajeros. La cámara tomó justo cuando le disparaban. La madre y la hermana vieron en vivo las imágenes. Tenía 23 años. Entre las pasiones de Gustavo Benedetto, además de su amor por River y por Enzo Francescoli, se encontraba la banda de rock Baroja, de sus pagos. Su amigo Sebastián Piacentini le hizo una canción: "No esperes más que no hay a dónde ir. Rompe la mentira que lo que falta es la verdad. Solo lucha una vez. La muerte está esperándote".
Alberto
Había zafado de las balas en Ezeiza y de la dictadura. Ahora estaba ahí, en la plazoleta de 9 de Julio y Perón, feliz por la jornada histórica y la lucha popular. Era militante peronista, ex delegado del gremio FOETRA. Hablaba por teléfono sin saber que iba a ser el último asesinado de Buenos Aires en ese 20 de diciembre. Dos hombres de civil, que llevaban chalecos de la Policía federal, le tiraron a traición, por la espalda. Murió abrazado a su esposa Martha. Nestor Otero, compañero de militancia, recordó a Alberto Márquez de la siguiente manera, once años después: "Al ‘Gordo’ no le gustaba hablar de la muerte. Le tenía miedo. Pero todos los que los conocimos sabemos que si hubiera tenido la oportunidad de elegir una forma para morir, hubiera elegido ésta: al lado de los que quería, enfrentando a los que siempre había enfrentado, y luchando por una causa que valía la pena".
Claudio
La Serrano es la escuela 756 de Las Flores, en Rosario. Claudio, filósofo, militante de ATE, ayudaba como cocinero en el cuadro de crisis. El móvil N° 2270 del Comando de Arroyo Seco se dirigía a reprimir. Frenó al lado del comedor y empezó a disparar. Claudio se acercó por el techo y decidió regalarle al viento la frase que lo inmortalizaría antes de morir. "Bajen las armas, aquí solo hay pibes comiendo". Amable, tranquilo, educador. Ante todo, militante. El efectivo Velazquez asesinó a Claudio "Pocho" Lepratti de un tiro. El proyectil entró por la garganta: las balas de la yuta son para callar. El homicida, en el juicio, dijo que no apuntó y que no sabía si tenía balas de plomo o de goma en el revólver. Le respondieron los vecinos de la única forma posible: "Hijo de puta".
Maxi, Cristian, Adrián
Ya no es 20, es 29. Maxi, Cristian, Adrián y Enrique toman una cerveza en la estación de servicio de Gaona y Bahía Blanca, en el barrio porteño de Floresta. Miran por televisión la movilización masiva a Plaza de Mayo contra el gobierno de Adolfo Rodriguez Saá, que horas después renunciaría. La televisión mostraba un oficial, represor, caído. Maxi hace un chiste sobre al asunto, lo que le parece inconcebible al suboficial Juan de Dios Velaztiqui que, luego de escuchar, tira a matar. Sólo Enrique sobrevivió. Hoy Maximiliano Tasca, Cristian Gómez, Adrián Matassa son recordados en cada pared y cada calle que rememore la Masacre de Floresta.
Treinta y nueve
Graciela Acosta se acercó a un supermercado en Santa Fe en el que un sinfín de personas pedían comida y sufrió dos impactos de bala. Ricardo Álvarez Villagra fue asesinado en Rosario. Ramón Arapi estaba en el Barrio Nuevo de Corrientes, tomando tereré, cuando una camioneta de policías sin identificación estacionó y los fue a buscar: el tiro le entró por la zona del pecho y le salió por la espalda. Rubén Aredes, de 24 años, perdió su vida en un corte de calle en Ciudad Oculta (CABA). Elvira Avaca recibió un escopetazo en un supermercado de Cipolletti. Diego Ávila fue asesinado en Villa Fiorito (PBA). Wálter Campos estaba esperando comida frente a un supermercado y le tiraron a la cabeza. A Juan Delgado le quitó la vida un grupo de policías que se escondieron detrás de un camión que traía comida. A Víctor Enríquez lo mataron en Almirante Brown (PBA). Luis Alberto Fernández vendía sandías en Tucumán y a su vida se la llevó la represión. Sergio Ferreira murió un año después de las jornadas del Argentinazo, por una complicación hepática generada por un balazo de la policía cordobesa el 20 de diciembre. A Julio Flores, de 15 años, lo mataron en Merlo (PBA). Yanina García salió a la vereda de su barrio rosarino a buscar a su hija, desesperada por los ruidos de la represión, y recibió un balazo. A Roberto Gramajo lo asesinaron en una corrida en Almirante Brown (PBA), sobre la que dispararon policías que estaban escondidos en las columnas de una obra en construcción. A Pablo guías lo mataron en San Francisco Solano (PBA). A Romina Iturain, adolescente de 15 años, le entró una bala en la casa mientras había una represión en Paraná. Cristian Legembre fue asesinado en Castelar (PBA). David Moreno tenía 13 años cuando una bala de plomo (junto a otras) le quedó en la nuca luego de un ataque policial frente a un supermercado de Córdoba. Miguel Pacini, de 15 años, fue asesinado en Santa Fe. Rosa Paniagua, de 13, fue con su familia a un supermercado de Paraná porque el comisario había circulado el rumor de que les darían comida, pero los esperaba un ataque policial que terminó con la vida de la niña. Sergio Pedernera recibió una bala en el tórax, en Córdoba, que le generó una paraplejia y murió un año después. Ruben Pereyra fue asesinado mientras volvía con una caja de comida en Rosario a su casilla. A Damián Ramirez lo mataron en Laferrere (PBA), en la misma esquina que Ariel Salas. Sandra Ríos fue asesinada entre el 19 y 20 pero no hay mucha información sobre el tema. A José Rodríguez lo mataron en Paraná y a Mariela Rosales en Lomas de Zamora (PBA). Carlos Spinelli sufrió un disparo a quemarropa desde un Gol blanco en Pablo Nogués (PBA). A Juan Torres le arrebataron en Corrientes y a José Vega en Moreno (PBA). Ricardo Villalba recibió un tiro en el ojo y su vida terminó tres días después (La Vaca/Correpi).
Los detractores de las rebeliones y los que huyen a la intervención popular muestran rechazo al Argentinazo del 2001. Buscan plantearlo como una suerte de estallido negativo.
Podríamos discutir muchas cosas, no es materia de este texto. Pero hay pocos ejemplos mejores que el del 2001 para pensar en un pueblo que va en busca de su destino. Por eso las balas. Pero eso el cagazo. Por eso en tiempos en donde a veces nos quieren desmoralizar, vale recordar aquellos treinta y nueve corazones que dejaron de latir el 19 y 20.
#3. RECOMENDACIONES
Haciendo este texto me encontré con muchísimas crónicas y notas de análisis interesantes. Las dejo todas, porque no me pareció justo distinguirlas. Solamente agrego acá el especial que la revista En Defensa del Marxismo hizo del Argentinazo, cuando se cumplieron 20 años, en 2021.
Diego Lamagna, el precursor del BMX asesinado en la represión de 2001
¿Por qué se celebra hoy el día del mensajero?
19 y 20 de diciembre: La batalla que nos parió
Represión 2001: "Gastón Riva me tomó la mano y me dijo: ‘me muero’"
Los muertos del 19/20 de diciembre de 2001
Gastón Riva
El compañero Márquez
¿Quiénes fueron los caídos por las balas policiales del 2001 en CABA?
20 años de la masacre de Floresta: una historia repetida de gatillo fácil
Justo en la garganta
Masacre en la Plaza: Gastón Riva y la patria motoquera
#4 SALUDOS
Fue un año acalorado desde que empezamos esta sección. Este es el último Variaciones en Rojo del año, continuaremos en 2025 con muchas más producciones.
Desde este lado del mail y la computadora, fue un placer compartir con ustedes. Gracias por leer, comentar, estar. Ojalá haya sido un pequeño aporte. Levantemos la copa porque, a pesar de las penurias, hay muchas luchas que vendrán.
Buen domingo de mate. Felices fiestas.