"La región vive tiempos de enormes desafíos y riesgos excepcionales, y no queda otra alternativa que enfrentar al imperio que pretende subordinarnos a sus intereses". (Miguel Díaz Canel, presidente de Cuba)
Lexicográficamente se dice que el Tío Sam (Uncle Sam en inglés) es la personificación nacional de los Estados Unidos de América y, específicamente, del gobierno estadounidense. El primer uso de la expresión se remonta a la Guerra de 1812 y su primera ilustración gráfica a 1852.
Habitualmente se representa como un hombre mayor, de semblante amargo, cano, con barba y vestido con ropa que se asemeja a la bandera de los Estados Unidos.
Veamos sus actuaciones contra Venezuela.
Nada nuevo bajo el sol
Hemos dicho que Venezuela es un asunto de geopolítica mundial, entre otras razones, por su ubicación geográfica y por sus diversas riquezas.
Debe recordarse que, desde el triunfo presidencial de Hugo Chávez en 1999, Estados Unidos ha practicado todo tipo de agresiones, atentados, intentos de golpe de Estado, invasiones y bloqueos económicos para tratar de derrocar a la Revolución Bolivariana.
Con Venezuela, se inauguró el ciclo de golpes de estados, en América Latina y El Caribe, contra presidentes electos por sus respectivos pueblos, bajos las actuales modalidades, inscritas en lo que se llama "guerra difusa", multicausal o de cuarta, quinta o sexta generación, hasta ahora.
Venezuela, el 11 de abril de 2002, fue escenario de una notica que impactó al mundo entero. Se había desalojaron al presidente Hugo Chávez de Miraflores y durante 48 horas hicieron "fiesta" por todos los principales medios de comunicación de Occidente.
Pero se les olvidó tomar en cuenta "un pequeño detalle": la astucia del pueblo venezolano y de las Fuerzas Armadas Bolivarianas. En ese momento fracasaron, pero quedaron con las ganas de la revancha y desde entonces la insistencia es permanente.
Es indudable que la revolución bolivariana se ha convertido, para los gobernantes estadounidenses, demócratas y republicano, y quien realmente manda en ese país, el "estado profundo", en un "hueso duro de roer". De allí que, casi todas las modalidades de la guerra actual, se han activado para lograr su propósito de roer ese hueso y, sin empacho alguno, han mencionado que todas las opciones han estado sobre la mesa, incluyendo una guerra clásica.
Discursos de funcionarios estadounidenses actuales hablan por sí mismo. Por ejemplo, Marco Rubio (secretario de Estado), Christopher Landau (Subsecretario de Estado), Pam Bondi (fiscal general) y Karoline Leavitt (secretaria de Prensa de la Casa Blanca), abiertamente, hablan de una intervención militar contra Venezuela.
Y no es una locura. Está en los planes.
Veamos
John Robert Bolton, un "halcón" convicto y confeso, un burócrata por antonomasia, que desempeñó responsabilidades diplomáticas en varias administraciones republicanas. La última: ser el jefe de Seguridad Nacional de los EEUU en la Administración de Donaldo Trump entre abril de 2018 y septiembre de 2019. Escribió el libro titulado: La habitación donde sucedió: una memoria de la Casa Banca, en el cual hay un capítulo dedicado a Venezuela. Allí, el señor Bolton, se dedica a narrar los "intríngulis" de todas las veces que ideó y planificó cómo salir de Nicolás Maduro. Bolton, de alguna manera insinúa la implicación de EEUU en el intento de asesinato de 2018, que el propio Bolton califica de "hilarante". Poco después de la tentativa, Trump pidió a Bolton que "lo hiciera", "lo" que significa la destitución de Maduro. "Es la quinta vez que lo pido", había añadido Trump.
Un juramento sagrado: memorias de un secretario de Defensa en tiempos extraordinarios, es el nombre del libro publicado, a mediados de mayo 2022, por Mark Esper, quien fuera secretario de Defensa del presidente Donald Trump entre 2019 y 2020,
En ese texto, este halcón, revela no sólo que la administración Trump había planeado invadir Venezuela, sino también asesinar al presidente Nicolás Maduro (2018) y llevar a cabo una ola de ataques terroristas contra la infraestructura civil del país. También habla sobre la creación de un ejército de mercenarios para utilizarlo en Venezuela y librar una guerra de terror al estilo de la Contra, como en Nicaragua, a principios de los años ochenta bajo la presidencia de Ronald Reagan. Esper también confirma la implicación de Washington en la Operación Gedeón (2020).
Las revelaciones de Esper llevan a la conclusión de que Washington estuvo involucrado en el fallido ataque con drones de agosto de 2018, con el cual se buscó asesinar al presidente Nicolás Maduro.
El otro halcón, Mike Pompeo, exsecretario de Estado del presidente Trump y exdirector de la CIA, publicó el libro: Nunca cedas un centímetro: Luchando por América que amo.
Sobre Venezuela y su gobierno dice, en el capítulo 15, denominado, "Conoce tus límites", que "en la administración de Trump, no podíamos tolerar que una nación a solo 1.400 millas de Florida extendiera la alfombra de bienvenida para Rusia, China, Irán, Cuba y los cárteles en una violación de la Doctrina Monroe del siglo XXI. Llegamos a la conclusión de que, si no se aborda, el problema de Venezuela se agravaría, con terribles consecuencias de seguridad para el pueblo estadounidense y nuestro hemisferio.
En la primavera de 2018, con nuevas elecciones en Venezuela a punto de ocurrir, creímos que teníamos la oportunidad de ayudar al pueblo venezolano a recuperar su país de un dictador. Al apoyar a la oposición y presionar económicamente a Maduro, "esperábamos enderezar el barco venezolano y forzar su salida. Esperábamos hacerle la vida tan miserable al régimen que Maduro y sus matones tuvieran que hacer un trato con la oposición. Si Maduro quería vivir en un castillo suizo por el resto de su vida, estábamos dispuestos a dejarlo, siempre que Venezuela pudiera volver a la normalidad".
En varios momentos, el presidente Trump, John Bolton y yo sugerimos la opción militar para Venezuela.
Queda claro que los gobiernos estadounidenses, como administradores de la "cosa pública", responden al interés nacional del "Estado Profundo", que es quien realmente manda al interno de esa nación y marca la pauta en la política exterior, y tiene sentenciada a Venezuela.
La resistencia continúa
La tenaz resistencia del pueblo venezolano, las constantes iniciativas de los gobiernos de Chávez, primero, y de Nicolás Maduro, después, para desmontar esa guerra híbrida, junto a la unión lograda entre el ejército, gobierno y pueblo bolivariano, han dado al traste con todas las acciones lanzadas desde Estados Unidos.
Uno de los últimos capítulos de esta guerra impuesta por el gobierno del convicto presidente Donald Trump fue ofrecer una recompensa de 50 millones de dólares por información que lleve a la "captura" del mandatario electo democráticamente Nicolás Maduro. Todo al mejor estilo de los tiempos del llamado Oeste Americano que mediante carteles ofrecían recompensas para capturar a cualquier individuo que hubiera cometido alguna fechoría.
Debe recordarse que, durante su primer mandato, el presidente Donald Trump estableció una recompensa de US$ 15 millones por información que condujera al arresto de Maduro, después de que su Departamento de Justicia anunciara cargos de narcoterrorismo y otros delitos contra el presidente de Venezuela.
Lo hacen para criminalizar a un presidente que no obedece los dictados de Washington, que intenta aplicar nuevamente la Doctrina Monroe y a la par incentivar a bandas o individuos a cometer crímenes en busca de una recompensa.
Hoy, con un movimiento militar sin precedentes desde la invasión a Panamá en 1989, Estados Unidos despliega una fuerza militar en el Caribe con varios buques de guerra, submarinos, aviones y marines para operar cerca de las costas de Venezuela con la manida excusa de "luchar contra el narcotráfico".
El ALBA-TCP se pronuncia
Visto la peligrosidad de la situación, los diez países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) advirtieron que el despliegue militar de Estados Unidos en el mar Caribe, que incluye el envío de "buques de guerra y submarinos nucleares", pone en riesgo la estabilidad de la región.
La organización expresó que esta acción representa una "seria amenaza a la paz y a la seguridad de la región" y que constituye una "violación" de los compromisos suscritos en el Tratado de Tlatelolco de 1967, que declaró a América Latina y el Caribe como zonas libres de armas nucleares.
"La Alianza Bolivariana exige el cese inmediato de esta política hostil y el respeto pleno a la soberanía e independencia de los Estados de América Latina y el Caribe", manifestó la ALBA, integrada por Cuba, Bolivia, Nicaragua, Dominica, Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas, San Cristóbal y Nieves, Granada, Santa Lucía y Venezuela.
Por tanto, exigió "el cese inmediato del despliegue" y reclamó "garantías claras y verificables" de EE.UU. "de que no desplegará ni amenazará con usar armas nucleares" en América Latina y el Caribe.
Para la alianza, "estas maniobras militares ofensivas, lejos de intimidar a los pueblos, son un impulso para redoblar los esfuerzos por la integración, la cooperación y el dialogo pacífico".