Un hombre llora ante los cadáveres de tres niños muertos en un ataque israelí
en el hospital Nasser de Jan Yunis, El País.10 de julio 2025. Hatem Khaled (Reuters)
Gioconda Belli es una poeta y novelista nicaragüense que militó en el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Fue exiliada y despojada de su nacionalidad en 2023 por el gobierno autoritario de Daniel Ortega. Hace poco escribió lo siguiente en el periódico español El País:
«Hace mucho que me pregunto cómo es posible que el mismo pueblo que lleva el holocausto en su memoria, que se ganó un territorio por la compasión de unas Naciones Unidas escandalizadas por su tragedia, haya perdido la compasión de forma tan monstruosa. El odio atroz parece haberles hecho perder la memoria y la perspectiva»
Las causas de la violencia extrema por parte del estado de Israel contra los palestinos son complejas y es la expresión de un conflicto histórico, religioso, racial, político y territorial. Este escrito no pretende analizarlo o describirlo, hay mucha bibliografía al respecto de autores bien versados en el tema. Creo que la pregunta de la Sra. Belli, y la de muchos de nosotros, no apunta al aspecto geopolítico, sino a algo más íntimo: ¿Qué procesos cognitivos y emocionales operaron para que los descendientes de las
víctimas de un Holocausto hayan terminado infligiendo sufrimiento comparable a otro pueblo?
Sería más fácil entender la brutalidad de los israelíes si sus actos los guiara la venganza, es decir, si la agresión de los israelíes fuese contra los alemanes, incluso a sabiendas que los alemanes de hoy no son los mismos de ochenta años atrás. Pero no es así, el «odio atroz» de muchos israelíes es hacia los palestinos, que nada tuvieron que ver con el holocausto.
Nótese que tras la interrogante de Belli hay una presunción simplista: la condición de víctima debería generar empatía con otras víctimas, actuales o potenciales; o dicho de otro modo, quien ha sufrido las agresiones del mal no las reproducirá en otro. Si sufrimos un holocausto, no lo ocasionaremos a otros. La presunción supone que experimentar el mal genera conciencia para el bien. Pero bien sabemos que no suele ser así. Quien sufre los daños ocasionados por el mal suele buscar venganza, y sobre todo, medios para protegerse de nuevos daños. La experiencia del mal es la razón del miedo. Quien teme, intenta protegerse, y a veces con tal vehemencia, que termina provocando peores males que aquellos a los que temía.
« ¡Oh, qué absurdas resoluciones adoptan los hombres cuando son poseídos por el miedo, que les impide utilizar la razón para su alivio! […] el temor al peligro es diez mil veces más terrorífico que el peligro mismo y el peso de la ansiedad es mayor que el del mal que la provoca». Daniel Defoe, Robinson Crusoe, capítulo 9, La pisada en la arena.
Quizás la semilla del genocidio palestino comenzó a germinar en la promesa colectiva del “nunca más”, luego del holocausto judío. Nunca más era promesa y resolución de que aquel horror no pasaría de nuevo, que era necesario levantar murallas. Y así, de las maneras que veremos en los siguientes párrafos, el holocausto judío formó la semilla del siguiente holocausto.
La prevención de un nuevo holocausto o de cualquier otra forma de limpieza étnica surgió del análisis de sus causas. Aunque no fueron las únicas, tres explicaciones influyeron significativamente en las estrategias que se usaron para cumplir con la promesa del nunca más: 1) Cualquier grupo humano o persona puede ser enemiga de los judíos: el nazismo fue circunstancial, una corriente similar puede surgir en otro lugar y con otras personas. Esta premisa se basó en la historia judía, signada por persecuciones y expulsiones que han impulsado su diáspora por el mundo. 2) El holocausto fue posible por una gran asimetría de poder, el pueblo judío estaba completamente indefenso ante cualquier fuerza enemiga. 3) El Holocausto no fue una anomalía histórica aislada, sino una expresión extrema de problemas estructurales arraigados en la cultura y la racionalidad occidentales.
En aquel momento, no se consideró necesario profundizar en las causas históricas de las persecuciones y deportaciones masivas de judíos, pues ningún argumento podría justificar la magnitud de las atrocidades cometidas contra ellos y otras minorías durante el régimen nazi. La prioridad era evitar un nuevo holocausto y si bien se reconoció el riesgo de que otros grupos pudieran padecer atrocidades similares, en la práctica las medidas se concentraron en proteger al pueblo judío.
Basadas en las interpretaciones causales del Holocausto, la promesa de Nunca más se materializó en: 1) La creación del Estado Judío con una poderosa fuerza militar defensiva. 2) La elaboración de marcos jurídicos internacionales y nacionales para juzgar a los culpables, prevenir nuevos genocidios y penalizar a grupos antisemitas. 3) El fomento y difusión de conocimientos y valores, por todos los medios disponibles ─inclusión en currículos educativos, expresiones artísticas, creación de memoria histórica─
para erradicar ideologías y creencias que fomentaran el antisemitismo (y en mucho menor medida, otras formas de exclusión). 4) El desarrollo de un pujante aparato empresarial y comunicacional controlado por judíos que tuviera enorme influencia política y económica global.
Las estrategias se aplicaron, y a gran escala. Ochenta años después, ¿en qué resultaron? En crear las condiciones para otro holocausto. Dieron lugar a una nueva concentración de fuerza, omnímoda y omnipotente, que se expande sin escrúpulos, tal cual lo hizo el nazismo. Una fuerza inmoral, que no atiende leyes ni valores humanitarios, movida por la avaricia, la arrogancia y la sed de sangre.
«Yo era bueno; el dolor me ha convertido en un demonio.» Mary Shelley. Frankenstein o el moderno Prometeo. Capítulo 10.
El Estado judío se convirtió en un régimen de apartheid que aplica políticas de segregación institucionalizada por motivos raciales, étnicos y religiosos, con privación sistemática de derechos a los palestinos.
Las poderosas fuerzas militares de Israel no son defensivas, son invasoras y anexionan territorio de otras naciones del Medio Oriente, una poderosa fuerza armada que comete atrocidades similares a las Wehrmacht nazis (devastación de las condiciones de vida, desapariciones forzadas, torturas, masacres de familias enteras, hambrunas, campos de concentración, genocidio).
El estado judío y sus aliados (EE.UU. Unión Europea) destrozaron todos los marcos jurídicos internacionales y nacionales de la postguerra, violan abiertamente las normas creadas para prevenir genocidios y crímenes de lesa humanidad, y no sólo eso, toman represalias ─como capos de la mafia─ contra los funcionarios de los tribunales y las organizaciones internacionales que intentan hacer cumplir las leyes internacionales.
El estado de Israel formó una generación de ciudadanos fuertemente imbuidos de racismo y supremacismo, razón por la cual apoyan mayoritariamente el genocidio de los palestinos.
Los israelíes y sus aliados utilizan el concepto de antisemitismo y la memoria del holocausto judío para justificar las atrocidades en Gaza y castigar a los defensores de los palestinos acusándolos de antisemitas. De esta manera, desvirtúan el significado histórico del holocausto y la idea de antisemitismo como expresión racista.
El aparato empresarial y comunicacional judío se convirtió en un enorme instrumento de control político, de financiación del belicismo y de manipulación de masas para fomentar el supremacismo sionista y blindar el terrorismo de estado que ejerce Israel.
Los Estados-Nación que relegaron al olvido las ideas fascistas en la posguerra caen ahora, uno tras otro, en manos de una ultraderecha que revive rasgos similares al nazismo. La diferencia radica en su narrativa de odio: ya no se enfoca principalmente en los judíos, sino que se ensaña contra los migrantes pobres, los musulmanes, los africanos y los latinoamericanos. Esos estados con larga tradición democrática se tornan cada vez más autoritarios, en parte influenciados por el lobby sionista: vigilan
estrechamente a sus ciudadanos (uno de los sistemas más usados es un producto israelí), los reprimen con creciente salvajismo y los manipulan y controlan para convertirlos en dóciles consumidores del aparato industrial pro-sionista (véase el último informe de la Relatora Francisca Albanese).
Nunca más, se convirtió en un engendro que creó estructuras de poder y un aparato industrial armamentístico que está causando ─y causará─ nuevos holocaustos en África, en Eurasia, en Asia y en Latinoamérica.
El holocausto judío fue detenido por el choque entre grandes poderes. En el holocausto palestino no hay choque de poderes. Los grandes poderes de la tierra se ensañan contra hombres, mujeres y niños famélicos, desarmados, cuyo único medio defensivo es la exhibición de sus cuerpos destrozados, de su sangre derramada, de su inimaginable sufrimiento. Para el hombre que mira los cadáveres de los tres niños en la fotografía que encabeza este artículo, no habrá memoria histórica, no habrá tierra prometida, no habrá derecho a la justicia ni a la reparación. Él y su pueblo pasarán al olvido, los sobrevivientes serán otros parias rechazados por su condición de migrantes pobres, serán prisioneros en campos de concentración o refugiados en condición de miseria, y algunos pocos, seguirán el camino de la venganza por los crímenes imperdonables que se cometieron contra ellos, entonces serán llamados terroristas. Esos tres niños son el testimonio horroroso de que estamos a merced de psicópatas asesinos, de Nerones y Calígulas.
Los palestinos no tienen a su lado grandes potencias, sólo nos tienen a nosotros, también desprovistos de poder militar, económico y político. Sólo somos voz de la conciencia y unos cuantos gestos desesperados de protesta. Debemos pensar en cómo llegamos a perder totalmente el equilibrio de poder. En cómo se desintegró el poder ciudadano, en cómo estamos siendo manipulados para encerrarnos en nuestro pequeño cascarón, en cómo abandonamos lo “político” en su sentido mayor, en cómo llegamos a esta derrota de la humanidad y a esta indiferencia que nos deshumaniza y nos convierte en animales que corren del corral al abrevadero y del abrevadero al matadero.
*Médico Pediatra. Mérida-Venezuela
ciro4658@gmail.com