Caso “Empresas aseguradoras” y Clínicas privadas

Capitalismo, latrocinio permisado

Viernes, 08/07/2011 02:06 PM

Hoy todos sabemos que el sistema capitalista legitima el latrocinio como forma de subsistencia de unos cuantos y la democracia es el sistema político que le sirve con especial adaptabilidad. En ese entramado de blandas y permisivas leyes que sustentan la actividad comercial privada y otras grandes trampas, se encuentran las empresas aseguradoras, ahora develadas junto a las clínicas privadas, con las cuales tienen un matrimonio conveniente para ejercer tropelías.  

Las empresas aseguradoras son vampiros institucionalizados que como la mayoría de todo lo privado, requieren de la obsolescencia e ineficiencia del Estado o lo Público, para subsistir. No obstante, son promotoras de hechos punibles para legitimar su existencia y apenas se empieza a legislar duramente en nuestra geografía, para que hayan sanciones. 

En casi toda Latinoamérica, las empresas aseguradoras son las únicas cuyas pólizas cada año que pasa son más costosas, a pesar de estar asegurando por ejemplo: un vehículo con diez años de salida al mercado. Después el sector privado le echa la culpa a la inflación y le especulación, como si no fueran cómplices de la enfermedad de nuestras economías.  

Las empresas aseguradoras privadas para garantizarse el timo por un bien o servicio asegurado, porque la persona teme ser víctima de la inseguridad (robos, hurtos, otros), obligan al asegurado a “domiciliar” su cuenta personal de ahorros o corriente a la póliza suscrita. 

Es decir, la empresa aseguradora privada le debita directamente a la cuenta personal del asegurado, los primeros seis meses del año que contrate. Y son los primeros seis meses del año, porque el asegurado es obligado a pagar todo el año (12 meses) en cuotas dobles. Así a mitad del año estipulado, el “asegurado” ya pagó por adelantado el servicio que quizá no recibirá porque no lo generará, incluso, evitará activarlo, porque se cuida. Las empresas aseguradoras se garantizan así, ganancias a futuro; otra perversión de la acumulación del capital. 

Si la póliza es de salud, es mejor que el asegurado nunca se enferme. El tema de la clave de acceso sigue siendo el pretexto para no atender al enfermo si es una emergencia. El Estado todavía no esgrime la autoridad que le confiere la ley con toda su contundencia para hacer valer el derecho a la salud hasta en esos centros de salud privada.  

¿Por qué al asegurado se le cobra en caso que lo atiendan por el “derecho a la Unidad de Cuidados Intensivos” en una clínica privada? ¿El derecho a la salud merece una discusión más amplia o cada ciudadano debe pagarle al Estado por consagrarle constitucionalmente ese derecho? Cada ironía capitalista es un tratado de filosofía de la trampa. 

Tomografías, ecografías, resonancias magnéticas, exámenes de sangre, oxígeno, antibióticos, analgésicos, relajantes musculares, antialérgicos, cama, habitación con tv y control remoto, son cobrados por sobre el 1000% de su valor real, en términos de costos actuales. Alguien se beneficia y no es el enfermo. Son las clínicas privadas y las empresas aseguradoras que reciben su tajada de lo que roben porque todos los costos están sobrevalorados.

Para ejercer su rol, las empresas aseguradoras privadas “resolverán los problemas de salud y bienes” de los empleados públicos, porque el sistema de salud pública ha sido debilitado por ellos mismos. ¿O es que todos los médicos del país trabajan en clínicas privadas? ¿En qué universidades privadas y clínicas privadas  estudiaron y practicaron su profesión? ¿En la serie General Hospital, ER o con el Dr. House? No. La han aprendido en universidades públicas pagadas por el Estado y desarrollado en los Hospitales Públicos auspiciados por el Estado, los cuales gozan de prestigio, aún cuando han sido depauperados por algunos gerentes corruptos del sistema nacional de salud y cómplices de la estafa consuetudinaria de la salud privada, cuyas clínicas –no todas-, han sido levantadas con equipos tecnológicos robados a tales hospitales, incluyendo hasta las gasas e inyectadoras. No obstante, los sueldos de los médicos del Sistema Nacional de Salud Pública aún son deficientes, no se corresponden con la realidad.  

Pero no lo habrían hecho solos. Agradecidos están de las empresas aseguradoras, que saben como las clínicas privadas, que los enfermos no son enfermos o “pacientes”, son mercancía, dinero, seres urgidos de la curación de sus males y allí es donde entran en juego los dioses privados de la salud, los genios de la medicina, la carroña del tercermundismo, los millonarios médicos que cuestionan las políticas del Estado pero no se van del país porque en otras latitudes, lo ideal y lo estable es trabajar para el Estado y no les resulta rentable. Para lucrarse en una trama de tramposos donde cobran, se hacen ricos y se dan el vuelto, están las aseguradoras y hospitales o clínicas privadas. Pregunte cómo vive un promotor o un vendedor de seguros, un médico de clínica privada. Sin duda, son entre otros, los grandes favorecidos de los desaciertos del Sistema Nacional de Salud Pública, tema que hay que seguir revisando y mejorando. 

israelcolina@yahoo.es 
 
 
 
 
 

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