Rastros del tiempo (CXLV)

Juana de Arco: Una figura emblemática y enigmática de la historia de Francia

Viernes, 12/12/2025 02:48 AM

Juana de Arco, cuya vida y obra estuvieron intrínsecamente ligadas a la fe católica y a la Guerra de los Cien Años, un prolongado conflicto intermitente entre 1337 y 1453, 116 años, entre Inglaterra y Francia por disputas territoriales, Juana de Arco nació alrededor de 1412 en Domrémy, un pequeño pueblo en la región de Lorena, en una familia campesina relativamente acomodada. Según las fuentes consultadas, desde una edad temprana, Juana era conocida por su piedad; a los 13 años, comenzó a experimentar visiones y a escuchar voces, que ella afirmaba que eran de San Miguel, Santa Catalina y Santa Margarita. Estas voces, cuentan las notas históricas, le encomendaron una misión divina: liberar a Francia de la dominación inglesa y coronar a Carlos VII, como rey legítimo en Reims.

En 1429, Juana logró convencer al hijo del chambelán del duque de Bar, capitán Robert de Baudricourt, de la autenticidad de sus visiones y de su misión. A pesar de las reticencias iniciales, se le concedió una audiencia con Carlos VII en Chinon. Después de ser examinada por teólogos en Poitiers, quienes confirmaron que no había nada herético en sus afirmaciones, Carlos le otorgó un pequeño ejército y la envió a Orleans.

Juana de Arco llegó a Orleans en un momento crítico del asedio inglés, el 29 de abril de 1429. Su llegada inyectó un nuevo espíritu en las tropas francesas, que se encontraban desmoralizadas y al borde de la derrota. Liderando las fuerzas francesas, Juana jugó un papel crucial en la liberación de Orleans, en solo nueve días, un evento que cambió el rumbo de la Guerra de los Cien Años. Esta victoria fue un punto de inflexión y consolidó su reputación como una líder militar inspirada por Dios. Juana revitalizó la moral francesa, liderando la victoria en Orleans y coronando a Carlos VII, lo que cambió el curso de la guerra.

Tras la victoria de Orleans, Juana instó a Carlos VII a marchar hacia Reims, para su coronación, un acto simbólico que legitimaría su reinado. A pesar de las dudas de sus consejeros, Carlos accedió. Durante esta campaña, Juana lideró a las tropas en varias victorias importantes, incluyendo las batallas de Jargeau, Meung-sur-Loire y Patay, abriendo el camino hacia Reims. Carlos VII fue coronado rey de Francia el 17 de julio de 1429, con Juana de Arco a su lado.

Captura, Juicio y Ejecución. Después de la coronación, la influencia de Juana comenzó a disminuir, y sus consejos militares fueron ignorados. En 1430, durante el asedio de Compiégne, fue capturada por los borgoñones, aliados de los ingleses. Posteriormente, fue vendida a los ingleses por 10.000 libras. Los ingleses, buscando desacreditar a Carlos VII, y la legitimidad de su coronación, la sometieron a un juicio eclesiástico por herejía, apostasía y brujería.

El juicio fue manipulado y careció de la equidad procesal adecuada. El tribunal estaba compuesto por clérigos franceses pro-ingleses, liderados por Pierre Cauchon, obispo de Beauvais. A pesar de su inteligencia y coraje en el interrogatorio, Juana fue declarada culpable de herejía por desafiar la autoridad de la Iglesia, al insistir en que sus voces venían directamente de Dios y por vestir ropa de hombre, lo que se consideraba una afrenta a la ley divina. Tras retractarse bajo coacción de sus confesiones previas y luego reafirmar sus visiones, fue condenada a muerte. El 30 de mayo de 1431, Juana de Arco fue quemada en la hoguera, en la Plaza del Mercado Viejo de Ruan, a la edad de 19 años. Este veredicto es ampliamente considerado por muchos historiadores como una manipulación política, más que un juicio justo.

El papel de la Iglesia Católica en el entramado de Juana de Arco, es complejo y contradictorio. Por un lado, fue un tribunal eclesiástico el que la juzgó y condenó a muerte, bajo la influencia política de los ingleses. Los cargos de herejía y apostasía se utilizaron para deslegitimar su misión divina y, por extensión, el reinado de Carlos VII. Sin embargo, veinticinco años después de su ejecución, un nuevo juicio, solicitado por Carlos VII y autorizado por el Papa Calixto III, fue iniciado.

Este proceso de anulación, conocido como el "Juicio de Rehabilitación", revisó la sentencia original. En 1456, Juana de Arco fue declarada inocente de todos los cargos, y su martirio fue reconocido. Siglos más tarde, la Iglesia Católica la reconoció como una figura de santidad. Fue beatificada en 1909 y como santa, 489 años después que la misma iglesia Católica, la había condenado y quemada en la hoguera, es canonizada por el Papa Benedicto XV, el 16 de mayo de 1920. Santa Juana de Arco es considerada la santa patrona de Francia, y su festividad se celebra el 30 de mayo. Su historia sigue siendo un poderoso testimonio de fe, coraje y resistencia frente a la adversidad.


 

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