Por las ofertas de crédito del Banco del Tesoro. El por qué de los salarios

Viernes, 05/12/2025 04:21 PM

Ahora mismo, a través de una red, me he enterado que, el Banco del Tesoro, está ofreciendo a "los emprendedores", créditos para financiar sus proyectos. Por supuesto, el ente financiero, lo hace según le corresponde, lo que no niega que, tales créditos, puedan concederse a personas jurídicas, entes privados o colectivos dado que en la constitución estos están previstos.

Esta circunstancia me ha llevado a pensar o divagar, acerca de la oportunidad que tienen los partidarios del cambio que, definitivamente debe ser acorde con la realidad, atendiendo a los factores estructurales y culturales, a generar estructuras que pudieran servir de fundamento para aquel. Dado que, según mis conclusiones, el cambio de modelo debe estar fundamentado, estimulado y determinado, por una nueva modalidad en las relaciones y cultura de la multitud y no por decisión y menos arbitraria o burocrática del Estado. Tampoco es cierto, que el Estado propietario y los trabajadores asalariados, sujetos a la cultura de la dependencia y en consecuencia a la alienación que eso determina, un buen día van a ponerse de acuerdo, para que aquel, siendo el gran propietario, se sienta ganado a desprenderse del fundamento de su poder, dominio y estos a comportarse competentes para el nuevo rol. Un excelente trabajador y menos una multitud de ellos, no emergen de una orden, decreto estatal emitido en un determinado momento.

Por estas cosas, volviendo a lo relativo a las ofertas de crédito del Banco del Tesoro y las posibilidades que ofrecen otros bancos, dado que lo que pensamos, está perfectamente encajado en las normas del capital y la legalidad toda, he optado por soñar que "en los Consejos Comunales, en las Comunas", más cuando el Estado, según el discurso pareciera poner interés en ellas, se "ensayen proyectos productivos dentro de relaciones inherentes a lo colectivo". Por supuesto, para garantizar el éxito de eso, más habiendo las usuales dificultades del mercado, ese que suelen llamar libre, pese esté controlado por los grandes productores, que ponen precios mediante distintas estrategias y las dificultades o peligros inherentes a la cultura dominante, como el individualismo y el egoísmo de este derivado, existente aun dentro de trabajadores y humildes, hace falta un partido formado por hombres con la suficiente claridad y compromiso con el cambio y la justicia. Pues él, ese partido, que no dejará de hallar aliados entre gente ajena a él, dada la complejidad humana, debe ser el guía para que, ese proceso creativo y de cambio, sea exitoso.

Lo individual, es inherente al modelo existente. La reacción favorable a él ya está determinada; entonces se intenta ensayar la manera de generar un cambio. La calificación de "emprendedores", no necesariamente hay que asociarla a lo individual o eso que los cubanos llaman "cuentapropismo", debemos hacerlo también en sentido colectivo.

Es oportuno mencionar y advertir sobre de un tema acerca del cual nunca he leído un balance, pese supongo los resultados. Me refiero al asunto de las llamadas cooperativas que emergieron abundantemente en los tiempos de Chávez y, al parecer todas, con perdón del radicalismo, terminaron en fracaso, como proyecto social, pese favorecieron a algunas individualidades. Habría que estudiar cuidadosamente los términos en que ellas fueron concebidas y la verdadera finalidad de aquellas propuestas. Y, sobre todo, debe quedar suficientemente claro la responsabilidad de cada quien frente a la sociedad y los entes financieros.

Es esta una oportunidad para un ensayo, realmente sustantivo y con miras al cambio, con más apego a la realidad que los simples discursos políticos y la pedida de voto.

Pero debe quedar claro, una cosa que parece sencilla, pero cuesta mucho entender, tanto que la dirigencia no comprende, el Estado no está para hacer revoluciones ni producir cambios sustanciales en la organización social. Él, el Estado, siempre será el reflejo de lo estructural en su momento y su conducta, en la práctica no atiende al futuro y al cambio, sino a lo presente y existente. El futuro y el cambio, son resultantes del carácter de las relaciones dominantes.

Las escuelas para el cambio, dentro de eso que venimos hablando, pudieran hacer un aporte sustancial, pero es determinante la participación de la gente, de los trabajadores, pues serán ellos, siempre en última instancia, quienes no sólo impulsarían sino consolidarían el cambio; tanto que este debe empezar en ellos mismos y en las relaciones entre ellos. De nada vale el discurso estatal abstracto y tampoco su intromisión como el tomarse para así una tarea que les corresponde a los trabajadores, a la gente. Tampoco es lo primordial formar cuadros del partido destinados a ideologizar o dominar, dentro de un modelo donde esa tarea resulta cuesta arriba, dado lo determinante del modelo estructural y la cultura inherente a él, lo poderoso de los medios y hasta la nueva tecnología. Los cuadros de partido, de verdad formados en la idea del cambio, en buena medida deben dedicarse a promover en las bases, consejos comunales, comunas, esas nuevas relaciones de producción, que existiendo y creciendo, generarían una nueva manera de ver la vida.

Si el hombre no cambia, no introduce a voluntad y convencimiento nuevas cosas, ideas actitudes, formas de apropiación, de trabajar y distribuir el producto de aquello, del trabajo, el cambió no será sustentable, permanente, duradero, dinámico y dispuestos a seguir avanzando, aunque el Estado se empecine en imponer su voluntad, que siempre estará anclado en el presente, por decir lo menos.

Esto implica, que los partidos revolucionarios, progresistas y hasta socialdemócratas, ganados para el cambio, las organizaciones populares, son los llamados a organizar a la gente, armarlos en la conciencia de esas ideas que son inherentes a su condición social, para que ésta comience a construir y el Estado se limite a aportar lo que puede, atendiendo a los llamados de quienes organizan ese cambio, como recursos materiales, legalidad jurídica y, entienda que, su labor no es tomarse para sí la conducción y elaboración del proceso, porque él es un ente reflejo de un instante, ese en el cual se mueve, que está marcado por la cultura de una clase que lo modeló para un fin, conservar lo existente.

No es extraño que, estando bajo la conducción de hombres que en el discurso se definan y se les tenga como revolucionarios, respondan más a ese Estado que tiene su cultura, sus elementos, acomodos, caminos y procederes, imbricados en lo existente, en lo viejo y tienda más bien a mantenerse como es o marchar detrás de los acontecimientos. Por eso, el factor fundamental del cambio que es la gente, los trabajadores, entendiendo a estos como todos aquellos que participan en las distintas áreas productoras de beneficios, más allá de lo fabril, son quienes tienen la batuta del cambio y el Estado, no en la vanguardia, sino atrás, dándole sustentación con su poder a lo que nace.

Es una falsa concepción aquella, según la cual, los partidos, particularmente los revolucionarios, están destinados sólo a conseguir votos, reunir gente para la protesta y la marcha en favor de las causas nobles, apoyar lo que el Estado disponga y en el más radical y absurdo de los casos, buscar el poder hasta por la violencia, pues se parte de la idea que el "revolucionario" y responsable del cambio es éste y no los trabajadores y las clases todas con propuestas de cambio. Ellos, los partidos, están en la obligación de incentivar en los trabajadores las ideas de cambio y no a partir de simples formulaciones abstractas sino en el trabajo diario, en la actividad productiva y la forma de organizarse con ese fin.

Si una clase no impulsa cambio alguno, lo hace la otra, sobre todo la que, de hecho, por lo estructural y cultural, se inserta en el movimiento inercial del Estado, porque lo viene haciendo desde el nacimiento del modelo que prevalece y domina. Pero ese impulso de los trabajadores para el cambio, no es cuestión de discurso sino de la implementación, mantenimiento y fortalecimiento de nuevas relaciones de producción por parte de ellos mismos y no bajo la relación capitalista de Estado. Y el partido, debe tener como función primordial, no ponerse bajo el ala del Estado, sino al frente de las fuerzas del cambio y hacer que éste les sirva a ellas de suerte de llave y palanca para el impulso y el transcurrir.

El Estado, es un organismo que obedece al más fuerte, a quien le controle y más desde su nacimiento, con valores y conceptos que le han impuesto. Sancho, en Don Quijote, emite un juicio trascendente, como que el Estado, operará tal cual como él demande y lo hará como ser individual y determinado.

Sancho a Don Quijote, cuando comenta sobre la conversación entre el cura que le lleva de vuelta su pueblo en una jaula, le comenta:

"Trabaje vuestra merced, señor don Quijote, en darme ese condado tan prometido de vuestra merced como de mí esperado, que yo le prometo que no me falte a mí habilidad para gobernarle; que tanta alma tengo yo como otro, y tanto cuerpo como el que más, y tan rey sería yo de mi estado como cada uno del suyo, y siéndolo haría lo que quisiese, y haciendo lo que quisiese haría mi gusto, y haciendo mi gusto estaría contento, y en estando uno contento no tiene más que desear, y no teniendo más que desear acabose, y el estado venga, y a Dios y veámonos, como dijo un ciego a otro".

La relación entre el partido o los partidos del cambio y las clases destinadas a lo mismo, no puede seguir siendo una abstracción, algo para adornar un discurso épico y romántico, sino tiene que volverse concreta.

Terminaré poniendo un ejemplo sencillo y sentido, los trabajadores dejaron en manos de la clase sindical el asunto de los salarios; esta se sujetó a la voluntad o decisión del partido; éste a su vez espera que el Estado decida, el que, orientado por los monetaristas, influidos o determinados por las clases dominantes, hasta desde EEUU, que con las sanciones y amenazas de invasión juega un rol determinante, hace lo que todos sabemos.

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