Trump, Zeus y el Pato Donald. De los aviones que no llegarán, allá y acá se quedarán esperando en diciembre

Lunes, 01/12/2025 02:56 PM

Trump, palabra y apellido, están asociados, al ruido y la violencia, con lo que el presidente de EEUU, es cuidadoso en mostrarse enfático, coherente; también hace recordar al Dios Zeus. Este era el Dios de los rayos, truenos y tormentas y hasta Dios de los dioses. Pero Trump también alude a las trompetas, lo que es coherente con lo anterior, en lo que respecta a la bulla, que no necesariamente es destructiva, pero si distractiva y engañosa.

Esos rasgos derivados de la palabra Trump, caracterizan pues la personalidad del presidente de EEUU, cuyo nombre Donald hace recordar a la célebre ave de Walt Disney, quien solía ser muy temperamental y con frecuencia hacía uso racional de pataletas para amedrentar y someter. Era un ave parlanchina, siempre gruñendo e intentando imponer su voluntad.

Entonces, casualmente, Trump, que significa superar y triunfar, de paso valiéndose de cualquier medio, está también asociado a Donald, el pato de Walt Disney y sus características.

Y es por demás curioso que Donald Trump, tanto con el significado del nombre como del apellido, tenga una personalidad que se corresponde con el significado de ambas palabras o por lo menos, con la más célebre, asociadas a ellas.

Asociado a su personalidad, "se da el caso", como decimos coloquialmente, lo que bastante me agrada, la vida le permitió ser millonario y presidente de los EEUU. O para ser más equilibrado y justo con él, esos dos escaños alcanzados, dada su personalidad, le permiten con más holgura, ser él. Y a lo mejor, quién sabe, cada quien "mira por el cristal de su experiencia", como dijo Ricardo Palma, autor del "Periquillo Sarniento", obra que leímos en la secundaria, en el liceo Sucre de Cumaná, siendo como es, llegado a la presidencia de EEUU, en su segunda oportunidad, ante el reto que implica la competencia antes desconocida por el capital y las fuerzas estadounidenses, se siente con poder para desenvolverse y actuar de conformidad a lo que dicta su personalidad y cultura. Cómo Zeus, el ave parlanchina y de las pataletas.

Las antiguas "potencias europeas", después de la segunda guerra mundial y hasta por esta misma, entraron en proceso de decadencia; los inventos socialistas de Rusia, convertida en centro y eje de la URSS y la China de Mao, no resultaron lo que de ellos se esperaba. En el mercado mundial, ese donde se venden "mercancías y conciencias", terminado aquel conflicto se impuso de manera determinante el capital estadounidense. La URSS no era más que un ensayo de intentar expandirse por el mundo como modelo político -la revolución mundial - y Mao, no encontró cómo implementar un modelo productivo, siquiera para satisfacción de aquella enorme población, determinada por una cultura milenaria de sumisión.

De modo que, destruida Europa, la que EEUU reconstruyó con el Plan Marshall, este país y sus capitales terminaron controlando al mundo occidental.

Pero como dijo Heráclito de Éfeso, "nadie puede bañarse dos veces en el mismo río", una interpretación mecánica y cuantitativa del movimiento, pero de mucha certeza. El mundo siguió su inexorable marcha. La disolución de la URSS, visto en principio como un triunfo del capitalismo occidental, generó un crecimiento capitalista rápido en Rusia. Muerto Mao, en China se produjo en breve tiempo un cambio tan sustantivo que, ese país se convirtió en lo que es hoy, el modelo económico, llámelo quien sea como le parezca, que más rápido crece y al mismo tiempo, en correspondencia con lo anterior, por necesidad defensiva, llamémoslo instintivo, en una descomunal fuerza militar y tecnológica. Y ha crecido de manera significativa la economía de la India y hasta Brasil.

Mientras la Europa Occidental, esa del beneficio del Plan Marshal, luce estancada, tanto que ahora juega y baila al gusto y son que dicten desde EEUU, la economía de este país decrece, Rusia y particularmente China, se mueven en sentido contrario y hasta de persistente.

Lo anterior significa que, EE UU, al mismo tiempo, viviendo la experiencia de una economía estancada y hasta decreciente, que pierde influencia en muchos espacios, empieza a ver ahora, con más detenimiento, hacia lo que James Monroe, consideró el "patio trasero", cuando en lo que se llama la "Doctrina Monroe", habló de "América para los americanos".

Al "volver la vista atrás", en términos espaciales y geográficos, hacia el "patio trasero", en medio de esa angustia, EEUU se topa con Venezuela y lo que ella significa. Un país, no sólo con una posición geográfica envidiable, lo que ya experimentaron los españoles en los tiempos de la conquista y colonización; sino además con valiosos y envidiables recursos estratégicos, empezando por una reserva petrolera que les garantizaría por años una enorme potencialidad para el volver a crecer y la defensa. Sin contar lo demás.

Todo lo dicho anteriormente, desde la línea de desarrollo del capitalismo mundial, la magnitud de la competencia, hasta la personalidad de Trump, explican cabalmente lo que ahora acontece, particularmente en lo relativo a Venezuela.

Entre el gobierno de Trump y de los de los anteriores presidentes, sobre todo desde Obama y los de Venezuela, de Chávez a Maduro, se ha desatado una confrontación que ha tenido más rasgos ideológicos y emocionales que de otra cosa. A Chávez, por su discurso, los efectos del mismo en América Latina, tanto en Brasil, Argentina, México y hasta Ecuador, en términos políticos, como un llamado a un nuevo tipo de relaciones de mayor sutileza y respeto a la soberanía, lo que incluyó un reinsertar a Cuba en el juego político y diplomático del área, lo que ya había experimentado Carlos Andrés Pérez, se le definió como un enemigo estratégico. Es evidente que la versión según la cual la sociedad y economía venezolana, dado lo que acontece, lo estructural, lo formal, ha cambiado de un modelo a otro es falsa. La verdad es que, estamos hundidos en una crisis descomunal y, como antes, seguimos dependiendo del petróleo y la angustiosa necesidad de ese recurso en el mundo.

Entre los gobiernos de Venezuela y EEUU hay un enfrentamiento que tiene mucho de falsamente ideológico, por la intermediación de factores que se ofrecen como aliados de mayor confianza. No entiendo, por más que me devano los sesos, cómo puede verse a Venezuela en peligro de caer bajo el control de China o Rusia, si pese a nuestros recursos, pasados unos 20 años, las relaciones con esos dos países, con los cuales se han firmado centenares de acuerdos, cifra con la que me quedo corto, si de ello no se deriva ningún bienestar para Venezuela y seguimos añorando por recomponer, aunque sea, la negociación petrolera con EEUU. Cómo que el permitir o suspender las licencias a Chevrón se ha vuelto una tragedia y hasta un drama que sufrimos o aplaudimos.

Desde los tiempos de Chávez sostuve que, a EEUU, no le satisfacía, dada la fuerza de los defensores de la soberanía, ni siquiera un gobierno de la derecha venezolana, si esta no tenía el control necesario, tanto en la AN como en las fuerzas armadas. Pues, de esa manera, no era posible lograr los objetivos que el capital de ese país busca. Es más, ni siquiera la presidencia de Venezuela, ejercida por el señor Edmundo González, al capital de ese país basta. Dado que lo que busca y ansía, depende de un poder mayor, como un control de los poderes todos.

Por eso la estrategia de Trump, inherente al capital de su país y de cómo él planifica el futuro, es apoderarse de Venezuela y sus recursos, de manera monopólica, para competir con ventaja en la lucha por la supremacía.

Eso explica las presiones que en el Caribe se manifiestan. Más que cambiar de gobierno, Trump persigue que los gobernantes cambien de actitud y lograr mediante quien sea, controlar los recursos de Venezuela. La existencia de un gobierno, cuya vendida imagen es de un enemigo de los EEUU, su pueblo y al servicio, ya no de un comunismo que, como el diablo es, sino del Cartel de los Soles, un supuesto capo que cultiva, fabrica la droga que entra a ese país y destruye vidas, es la idea para imponer, a través de quien sea pertinente, una conducta gubernamental servil y entreguista.

Por este temor, he sostenido que las amenazas de Trump, rebasan los intereses personales, políticos de quienes gobiernan y alcanzan a la venezolanidad toda, incluso aquella ganada para deshacerse del gobierno a como dé lugar, sin prever las consecuencias. Y por esto mismo, sostengo que lo pertinente en este momento, es un acercamiento entre todas las fuerzas nacionalistas, patriotas, contrarias a la injerencia. Pero expresado eso no en simples declaraciones, hasta cantos y llantos, sino atreverse a acercamientos uniones que rompan con los simplismos, prejuicios, resentimientos, esquemas y ortodoxia.

La medida de Trump que, de hecho "prohíbe" a líneas aéreas entrar a Venezuela, es una más para amedrentar y forzar, por cualquier vía, un acuerdo en favor de lo que exclusivamente busca, que no es necesariamente poner al señor González en la presidencia. Pero es triste escuchar o leer gente, hasta inocente y sana, ante la reacción del gobierno de Venezuela de suspender el derecho a esas aerolíneas a entrar a Venezuela, sólo cuando les convenga, por apoyar a Trump, interpretar y narrar todo al revés; como que el impedimento que sus familiares y amigos, ahora en diciembre, no puedan llegar o, al contrario, a ellos volar desde aquí adonde están aquellos, es culpa del gobierno. Ignoran, no sé si de buena, mala fe o por simplistas, que la responsabilidad de todo está en los deseos del capital estadounidense, ahora manifestándose a través de Donald Trump.

Trump, el dios Zeus, de los rayos, truenos y tempestades y Donald, la figura de Walt Disney, el pato iracundo, de las pataletas, "muy parlanchina, siempre gruñona y dada a intentar imponer su voluntad".

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