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Producción y aplicación de productos agroecológicos en la agricultura orgánica: una alternativa frente a la "Revolución Verde"

Martes, 16/09/2025 11:44 AM

Recientemente, el día 9 de septiembre se celebró sin ninguna resonancia, el Día Mundial de la Agricultura, que no fue decretado en una fecha específica, sino que se establece este día, para conmemorar la fundación de la "Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura" (FAO), en 1945, resaltando así la importancia que significa la agricultura, para la alimentación y el desarrollo sostenible mundial, y homenajear a los productores del campo: agricultores y criadores que alimentan a la humanidad.

La FAO es una agencia especializada de la ONU, que fue creada con el objetivo principal de erradicar el hambre y garantizar la seguridad alimentaria, para todas las personas, promoviendo el desarrollo de las actividades agrícolas, forestales y pesqueras, en los países en "desarrollo", destacando la importancia de la agricultura sostenible y promover la conciencia sobre la seguridad alimentaria mundial y enfrentar los desafíos de este sector, como una organización fundamental, para el mejoramiento de la producción agrícola y la sostenibilidad de la vida en todas sus manifestaciones, como principio fundamental para la existencia.

A propósito de esta importante fecha, casi desconocida por los agricultores, he traído como acotación en este artículo, esta opinión, como nota reflexiva sobre el modelo de producción agrícola, que desde mediados del siglo pasado hasta ahora, les ha sido impuesto, a los productores agrícolas como la panacea: la "Revolución Verde", aplicando un paquete tecnológico que incluye el uso de semillas de alto rendimiento, la aplicación masiva de fertilizantes químicos y pesticidas y la agricultura de monocultivo, subordinando a los productores al capital industrial, para acceder a los insumos químicos.

Ciertamente hemos visto cómo la agricultura mundial ha experimentado múltiples transformaciones a lo largo de su historia, siendo la "Revolución Verde", uno de los procesos más significativos del siglo XX. Este modelo productivo se basa en la incorporación de semillas mejoradas, fertilizantes químicos y pesticidas sintéticos: sustancias tóxicas, artificialmente producidas en laboratorios para controlar plagas, malezas y enfermedades en los cultivos; su uso ha generado daños graves, al medio ambiente, lo que trasciende al deterioro de la salud humana, así como la disminución de la biodiversidad, el desarrollo de resistencia en las plagas y la exposición de las poblaciones aledañas a las unidades de producción, que son afectadas por sustancias peligrosas, que atentan contra la salubridad de los productores, y hasta de los consumidores de los alimentos contentivos de trazas, de esas sustancias químicas que han sido utilizadas en los proceso del cultivo.

Estos producto de la industria agroquímica, son aplicados a los cultivos, con el fin de aumentar la productividad agrícola y combatir el hambre en el mundo. Aunque sus aportes han sido notables, en términos del incremento de alimentos, su resultado no ha sido suficiente, para abolir el hambre a nivel planetario; este modelo agroindustrial, ha generado consecuencias negativas, como la degradación del suelo, la pérdida de biodiversidad, la contaminación ambiental y la dependencia económica de los agricultores, hacia insumos externos químicos, dañinos para la salud en general.

Frente a este contexto de insalubridad, por la aplicación de sustancias altamente dañinas, para la vida en todas sus formas, surge el enfoque de la agricultura agroecológica, como una alternativa que promueve prácticas sostenibles, fundamentadas en principios agroecológicos y en el uso de insumos naturales. La producción y aplicación de productos agroecológicos, tales como biofertilizantes, biopesticidas, compost y microorganismos benéficos, se plantea como una vía posible, para contrarrestar los impactos de la agricultura convencional, y contribuir a la seguridad alimentaria de manera sustentable.

La "Revolución Verde" consolidó un paradigma basado en la intensificación agrícola, y la estandarización de procesos productivos. Si bien logró mejorar los rendimientos de cultivos, (que no dudamos), como el arroz, el trigo y el maíz, y otros cereales, también generó desequilibrios ecológicos, económicos y desmejoramiento en la calidad de los alimentos producidos bajo el método impuesto por la agroindustria. La dependencia de fertilizantes y plaguicidas químicos, afectó la salud del suelo, promovió la aparición de plagas resistentes y disminuyó la diversidad agrícola. Asimismo, los pequeños productores quedaron marginados por los elevados costos, de los insumos y la concentración de tecnologías, en manos de grandes corporaciones que impulsan este modelo negativo de producción agraria.

Ante este escenario, la agricultura orgánica ofrece un enfoque distinto, orientado a la gestión sostenible de los recursos y a la salud integral de los ecosistemas. Según la FAO (2018), este modelo sustentable, se basa en cuatro principios fundamentales, como son: la salud del suelo, las plantas, los animales y las personas, en consecuencia, la salud de todos los organismos que forman el ecosistema, desde el suelo hasta los seres humanos. Esto incluye prácticas que fomentan la biodiversidad, el uso adecuado de los recursos naturales y la minimización de sustancias sintéticas que dañan el medio ambiente.

Por tal razón la respuesta a este modelo agrícola impuesto por las grandes corporaciones de la agroindustria, debe ser la implementación de una metodología alternativa de producción agrícola basada en el enfoque agroecológico, que en lugar de tratar la agricultura, como una actividad aislada, se trate de ver y entender las interacciones entre los organismos y su entorno, donde se fomenta la sostenibilidad de los ecosistemas, promoviendo la utilización de técnicas que respeten y mantengan la integridad ecológica, como el reciclaje de nutrientes y la conservación del agua, donde exista la equidad, como principio fundamental para promover la justicia social dentro de la agricultura, lo que incluye la creación de condiciones de trabajo sanas y justas, para los productores, el equilibrio equitativo en la distribución de los beneficios de la agricultura y el fomento de la igualdad entre productores, consumidores y comunidades.

Esto también implica una producción accesible y beneficiosa para todos, tomando en cuenta el cuidado que se debe tener al aplicar la agricultura orgánica, basada en el principio de responsabilidad en el manejo de los recursos naturales y en el respeto por el entorno, con un enfoque a largo plazo, que implica cuidar el suelo, los recursos hídricos y la biodiversidad, para las generaciones futuras, minimizando el impacto ambiental negativo y favoreciendo el uso prudente de los recursos. Estos principios deben ser la guía en las prácticas de los agricultores orgánicos, buscando crear un sistema agrícola más saludable, sostenible y justo para todos los involucrados y sobre todo los consumidores, ya que la utilización de productos agroecológicos, responde directamente a estos principios, que promueven sistemas productivos más resilientes y menos dependientes de insumos químicos.

Entre los productos más relevantes para la aplicación en la agricultura orgánica se encuentran los biofertilizantes elaborados a partir de microorganismos benéficos, como Rhizobium, Azotobacter y Azospirillum, entre otros, que pertenecen a un grupo de bacterias fijadoras de nitrógeno, para aumentar la fertilidad del suelo y estimular el crecimiento vegetal; que mejoran la disponibilidad de nutrientes y reducen la necesidad de fertilizantes químicos; de igual manera el método de la agricultura orgánica, incluye la aplicación de biopesticidas, preparados a partir de extractos vegetales como neem, ajo, ají etc., y microorganismos entomopatógenos, que son insumos de control biológico, principalmente hongos y bacterias, que matan a los insectos plaga, ofreciendo una alternativa para la protección de cultivos, sin generar residuos tóxicos.

De igual manera es muy importante la aplicación de abonos orgánicos: compost y lombricompost, que se producen a través técnicas de reciclaje de materia orgánica y mediante el cultivo de la lombricultura, que contribuyen a mejorar la estructura del suelo, incrementando la retención de agua y favoreciendo la actividad microbiana, con la aplicación de microorganismos benéficos, como hongos micorrízicos, que forman una simbiosis benéfica, con las raíces de las plantas, donde el hongo proporciona agua y nutrientes, como fósforo y nitrógeno, a cambio de carbohidratos producidos por las plantas, a través de la fotosíntesis, que promueve el crecimiento vegetal, y fortalece la resistencia de los cultivos, reparando el daño y las alteraciones fisiológicas en los cultivos, causados por microorganismos patógenos como: hongos, bacterias, virus, insectos y otras malezas, o en condiciones abióticas, cuando se trata de componentes o factores de un ecosistema que carece de vida, que puede restaurarse a través de la aplicación de abonos y demás insumos orgánicos, bajo el enfoque agroecológico.

Uno de los factores importante del enfoque de la agroecología, es que la producción de estos insumos pueden ser producidos por los mismos productores, en sus parcelas, utilizando recursos endógenos, lo cual contribuye no solo a disminuir los costos de producción, sino también fortalecer la autonomía económica y productiva de los agricultores, que les permita tomar decisiones sobre su cultivo, y promover la economía local. También es de recalcar, que los sistemas agroecológicos no solo se limitan a reemplazar insumos químicos, por naturales, sino que buscan reconfigurar las relaciones entre sociedad, naturaleza y economía; romper la dependencia con grandes corporaciones y del Estado, garantizando la soberanía alimentaria, de sus comunidades.

La agricultura en la actualidad enfrenta el desafío de garantizar la seguridad alimentaria mundial, sin comprometer los recursos naturales, ni la salud de las generaciones futuras. Si bien la "Revolución Verde", representó un hito, en la intensificación agrícola, sus limitaciones de prevención ecológica, sociales y de salubridad, han sido nocivas desde el punto de vista ambiental, afectando la biodiversidad. La realidad del momento nos indica que las prácticas agroquímicas, deben ser gradualmente sustituidas, por técnicas alternativas más saludables para la humanidad, proponiendo la producción y aplicación del enfoque agroecológico, desde donde la agricultura orgánica, se erige como una estrategia integral, para enfrentar los desafíos vitales, para el logro de una alimentación sana y digna para la humanidad. Más que un simple cambio de insumos, este enfoque propone una transición hacia sistemas agrícolas diversificados, resilientes y socialmente justos. Al fomentar la fertilidad natural de los suelos, reducir la contaminación y promover la autonomía campesina, los insumos agroecológicos representan una herramienta clave para avanzar hacia una agricultura verdaderamente sustentable, que dignifique a la sociedad, proporcionando alimentos sanos, de muy alta calidad.

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