Una de las hipocresías más evidentes del discurso imperialista: mientras se señala a Venezuela o México como "Estados narco" o como "santuarios del crimen organizado", nunca se habla del papel determinante que cumplen los bancos y el sistema financiero de Estados Unidos y Europa en la maquinaria del narcotráfico.
Algunos datos:
Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), más del 90% de las ganancias del narcotráfico mundial terminan integrándose en el sistema financiero legal, principalmente en bancos occidentales.
En 2012, el banco HSBC (británico, con fuerte presencia en EE.UU.) fue sorprendido lavando al menos 881 millones de dólares de carteles mexicanos y colombianos. La sanción fue apenas una multa de 1.900 millones, que equivalía a menos de 5 semanas de sus beneficios anuales. Ningún directivo fue preso.
Un reporte del Senado estadounidense (Permanent Subcommittee on Investigations, 2012) señaló que Wachovia Bank (comprado luego por Wells Fargo) lavó 378.000 millones de dólares del narcotráfico mexicano entre 2004 y 2007. El monto equivale a más del PIB anual de Venezuela en esos años. La "sanción" fue una multa ínfima de 160 millones.
Deutsche Bank también ha sido señalado por permitir operaciones sospechosas de clientes ligados al crimen organizado y el narcotráfico, con investigaciones abiertas en EE.UU. y la UE.
El FMI y el Banco Mundial reconocen en sus propios informes que entre 2% y 5% del PIB mundial (1,6 a 4 billones de dólares) corresponde a capitales lavados, gran parte provenientes del narcotráfico, cuya existencia sería imposible sin la complicidad de los bancos y de la burguesía financiera internacional, que blanquea, integra y protege estas enormes sumas de dinero ilícito.
Mientras tanto, la "guerra contra las drogas" en México ha dejado más de 450.000 muertos y desaparecidos desde 2006 (datos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y el Inegi). En Colombia, bajo el Plan Colombia y con presencia militar de EE.UU., la cifra de desplazados supera los 8 millones de personas.
El narcotráfico no podría existir sin el capitalismo financiero imperialista. Los carteles son apenas la parte visible y sangrienta; la otra cara es Wall Street y la City de Londres, que absorben esas ganancias y las reintegran como "capital legítimo" al circuito global.
El narcotráfico no podría sostenerse sin otro pilar fundamental que depende directamente del imperialismo estadounidense: el suministro de armas provenientes del mercado legal e ilegal de Estados Unidos.
Según la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), entre 2009 y 2014, el 70% de las armas recuperadas en escenas de crimen vinculadas al narcotráfico en México provenían de Estados Unidos.
Un informe del Government Accountability Office (GAO) de 2021 reafirma que la mayoría de los fusiles de asalto, rifles Barrett calibre .50 y armas automáticas incautadas en México fueron rastreadas a tiendas de armas en Texas, Arizona y California.
Operaciones como la tristemente célebre "Rápido y Furioso" (2009–2011) mostraron cómo la propia ATF permitió el tráfico de miles de armas hacia cárteles como el de Sinaloa, supuestamente para rastrear sus redes, pero esas armas terminaron en asesinatos masivos.
Aunque el caso mexicano es más documentado, el mercado negro de armas en Colombia y las islas del Caribe (Curaçao, Aruba, Trinidad y Tobago) abastece a grupos criminales en Venezuela. Gran parte de estas armas provienen también del tráfico desde EE.UU.
Washington habla de "guerra contra las drogas", pero es al mismo tiempo el mayor mercado consumidor de cocaína del mundo (35% del total) y el principal proveedor de armas a los cárteles. La fórmula es clara:
La cocaína viaja al norte, el dinero regresa lavado por la burguesía financiera de los bancos, y las armas bajan desde el norte al sur para reforzar el negocio.
Esto no es un accidente ni "corrupción aislada", sino parte del propio funcionamiento del capitalismo imperialista: la acumulación de capital necesita de esos flujos ilegales que oxigenan a la banca y a la industria armamentista.