Cáscara Amarga 1077

El peo es saludable

Miércoles, 30/07/2025 12:25 PM

El peo es saludable. Aqueste este cura ignaro raro cleuasmo asno, se ensobaca bajo el sobaco y bajo la férula de Apeles: ¡Zapatero a sus zapatos! Y, es muy de lo común, lo del peo. Y, desde su nacimiento y de su aparición el hombre y la mujer, se han echao sonoros y borrascosos peos nidorosos. Y, la Luna del primer Adán, lo ha confirmado. Y, uno nunca sabe, a lo mejor, Adán, le formaría un rolimingo ‘e peo a Eva, por o de la manzana. Y, agora ahora hogaño, hay peos sonoros, hay peos borrascosos, hay peos bochincheros, hay peos borrachoso, hay peos silenciosos. Aqueste este cura ignaro raro cleuasmo asno, a mí, me gustan los peos silenciosos. De los peos silenciosos, nadie los oye ni nadie escucha. Pero bueno, peo es peo ¡Dígalo ahí, Hermito! No vamos a hablar de la química del peo, pero empero, quizás y sin quizás, y, sin lugar a dudas es de la mismísima química del amor. Pues, el corazón y los intestinos están vinculados, a según los nuevos informes de la ciencia moderna avanzada progresista cascaramarga del siglo veintiuno. Y, con este vínculo, se ha de perder aquello de los galones de peo, de las charreteras de peo, de las tiras de peo, del mirar por encima del hombro de peo, del perdona vida de peo. Se sigue, que la somática corpórea intestina mierda y la somática corpórea ala izquierda, guardan una relación parasimpática relajante de antología. O sea y es decir, decir que la mierda y el corazón, guardan una relación biunívoca desodorante táctil de amantes sin fin. Y, en la ciudad desnuda borrosa caliginosa, hubo de surgir, del paradójico radiante ojo avizor culantro quevedoiano absurdo medular estable profundo, o sea y es decir, decir del ojo del culo de Don Francisco, el paradójico pareado díptico casos correlativos concomitantes complementarios concomitantes contradictorios de la forma el ser y el no ser, el peo y el corazón, o sea y es decir, decir la mierda y el ala izquierda. Agora ahora hogaño, ¡No y no! esto no es política, mas y más, pero y empero, existe la ala derecha y existe la ala izquierda en política. Y, es una verdad de Perogrullo, que en la derecha y en la ultraderecha, se forman peos y se forman zafarranchos. Y, el de Melania y el Donald Trump, no es una excepción, que se escurre y que se ventila por lo del secuestro de los niños venezolanos. Por su puesto que Melania, ha de estar del lado de Camila Fabri. Y, a buen seguro que no habrá peo, con el retorno de los niños venezolanos secuestrados en los EEUU de Norteamérica por orden y por culpa de Jhon McNamara, jefe de la Oficina Externa de los EEUU de Norteamérica del gobierno de Donald Trump. Pero bueno, peo es peo. Y, peos y peos por doquier y sin querer. Agora ahora hogaño, volviendo al gris sombrío penumbroso paradójico radiante ojo avizor culantro quevedoiano absurdo medular estable profundo de entre nalgas de Don Francisco en las mesas misas musas. Los peos han de ser del colorido resonante gris caliginoso borroso religioso. El gris que lo cambió todo, ya no es el verde y ya no es el azul, ha de ser la preponderancia dimensional forma colorida equilibrada del gris. El gris del lienzo pictórico blanquinegro de entre el yin y el yang de Laozi y de Walt Whitman. Asina asín ansí así, de entre nalgas de Don Francisco, desde donde han de surgir los peos en de por medio y por la nave de en medio de entre el te quiero y el no te quiero, del emborrachado amor y del embriagado cuenco, que eso es otro cuento. Agora ahora hogaño. Y, la gente, ha creído que lo del peo, es algo feo. ¡No y no! El emperador Claudio César, emperador romano que gobernara del año 41 antes de Cristo al año 54 después de Cristo, sí lo sabía. Y, lo sabía de la verdad verdadera veraz verídica socrática de Sócrates. Sabía, el emperador Claudio César, lo de lo salutable y lo de lo saludable para el cuerpo, la de los emitidos peos borrascoso. Y, como tiénese dicho y como deténtase mentado, que por el cuerpo y para el cuerpo, el peo es saludable.

 

 

Con divagancia y sin divagancia, con parábasis y sin parábasis, el peo es saludable. Y, a según Don Francisco, en las mesa misa musas, han de morir los peos por las gracias y por las desgracias del ojo del culo. Y, esto lo ha de saber el presidente de los EEUU de Norteamérica, Donald Trump, que tiene ese peo armado en el Oriente Medio. Donald Trump, que quiere el exterminio de Gaza y de los palestinos. Pues, su objetivo histórico histérico rapaz es apoderarse Rusia de así como lo pensara Winston Churchill con su perra negra en la cabeza por la falta de serotonina y la buscaba con el exterminio de la Unión Soviética. Por lo que Palestina, para Donald Trump, es su piedra de tranca. Y, Donald Trump, va en el camino comido comino, montado en el círculo infernal de San Agustín, va por la reconstrucción de Gaza, y, la muda de la Palestina de Jesucristo para otro lado. Y, ese es su sino destino, hasta llegar a la Rusia de Vladimir Putin. Y, esto de Donald Trump, para el cuerpo geopolítico mundial no es salutable ni saludable por lo que los pueblos arrechos como el de Venezuela, que contra producentes saludan con peludos peos al imperio. Y, como tiénese dicho y como deténtase mentado, que para el cuerpo, el peo es saludable.

 

 

Con digresión y sin digresión, con parábasis y sin parábasis, para el cuerpo, el peo es saludable. Agora ahora hogaño, el emperador Claudio César, sí lo sabía de la verdad verdadera veraz verídica socrática. Sabía, el emperador Claudio César, lo de lo salutable y lo de lo saludable para el cuerpo, lo de los emitidos peos borrascoso. Y, llego al colmo de la sabiduría el emperador romano, que gobernara del año 41 antes de Cristo al año 54 después de Cristo, en que emitiera y decretara una pragmática ley del peo. Que contenía la obligatoriedad de echarse peos sonoros con despojos y sin despojos, en los ambientes públicos y en los ámbitos privados sin remilgos y sin estigmas, sin ¡Fooo! ¡Coño! ¡Que peo tan jediondo! Sin tapabocas ni pañuelos. Y, a mas y a más, pero y empero, a sus invitados a Palacio como con chirrigüeresco exuberante decoro y no como el de Miraflores de Venezuela. El emperador, Claudio César, invitaba a alguna cumilona como la de la película la gran comilona de 1973, en que cuatro hombres de la clase media deciden someterse al suicidio participando en una maratónica gastronomía cumilona comiendo en exceso por encima del defecto. El emperador romano, con la publicación en gaceta, del fulano decreto, hubo de contener, que contenía, tajante, que sus invitados en la cena, debían echarse peos bullangueros borrascosos olorosos nidorosos como los de mi compadre Pedro, en el río El Paso de Las Negras de San Carlos de Cojedes. Y, que en el pleno disfrute de la cumilona, de patos donaldtumpianos a vapor en la cena con el romano rey emperador, que en su mano derecha sostenía los preceptos de la obligación del sonoro peo saludador del cuerpo salutador. Y, si se fuera de lo contrario, el comensal desafortunado, fuera a galera a soltar sus peos con su cagalera en la cagadera. Y, asina ansí asín así las cosas, en la mesa del emperador romano presente. Y, de ahí, de los peos del emperador, viene los de Don Francisco de las gracias y las desgracias del ojo del culo en las mesas misas musas. Y, como tiénese dicho y como deténtase mentado, que para el cuerpo, el peo es saludable.

 

 

Con rebozo y sin rebozo, con parábasis y sin parábasis para el cuerpo, el peo es saludable. Agora ahora hogaño, con lo del emperador Claudio César, ya se tenía lo de la salubridad del peo, que el emperador los celebraba con su invitados en la cena. Y, el emperador sentado y de entre nalgas, a sus peos le decía, en alta voce: ¡Salud! ¡Mucha salud! ¡Para todos! ¡Gracias pero muchas gracias por haber venido a palacio a cagarse! Y, de la mesa comensal cenacular imperial, irrumpían en sostenidas risas y risotadas, en que celebraban las gracias y las desgracias del ojo del culo del famoso emperador. Y, fuera ahora, endenantes, que la ciencia avanzada cascaramarga progresista, del año 2025 endespués de Cristo, que estuviera descubriendo el agüita fresca, cuando nos estuviera diciendo lo de lo saludable para el cuerpo el de echarse un peo. La avisada ciencia actual ejemplar nos dice, que echarse un peo es saludable para el cuerpo, porque ayuda a liberar gases acumulados en el intestino que estropea a su corazón vecino, lo que puede aliviar la hinchazón del culo como el dolor del corazón. A mas y a más, además, la producción de gases es parte de un proceso digestivo normal y saludable que no estigmatizable. De ahora en lo adelante: ¡A aflojar ese culo y esos sonoros borrascosos peos! ¡Sin vergüenzas! ¡No hay que ver pa´ atrás ni pa’ los laos! ¡Mi compadre! Agora ahora hogaño, ¡Mi compadre!, en de por medio y por la calle de medio en el gris sombrío paradójico ojo avizor culantro quevedoiano absurdo medular profundo de entre nalgas de Don Francisco en las mesa misas musas para atajar a los peos del mundo mundiales urdemales. Y, como tiénese dicho y como deténtase mentado, con parábasis y sin parábasis, que para el cuerpo, el peo es saludable.

 

 

Si con parábasis y sin parábasis es para el cuerpo el peo es saludable, que esto fuera dicho y fuera público decreto del emperador romano Claudio César, de entre lo discreto y lo indiscreto. Entonces se dicho que con parábasis y sin parábasis que para el cuerpo el peo es saludable, ha de significar, como significa, que es tan viejo como cagar agachao. Que endespués en este siglo veintiuno, ya no se caga agachao. Que ya surgieron los brotes de hemorroide porque las piernas y las batatas y sus nervios están conectados con los nervios del culo agachao. Que eso no lo sabe la ciencia del siglo veintiuno. Bergoglio ergo vergo sea dicho que echarse un peo es mas viejo y más viejo, pero viejo y empero viejo, que cagar agachao. Que fuera el emperador romano Claudio César el padre abanderado de los peos sonoros borrascosos sin remilgos y sin complejos estigmatizadores que con su decreto lo matara todo. Que fuera con el emperador romano Claudio Cesar que muriera el ¡Fooo! ¡Que peo tan jediondo! Que la ciencia del siglo veintiuno, está mas y mas, pero y empero, atrasada que bolas de verraco. Que con Don Francisco, retumban los peos grises sombríos penumbrosos en el paradójico radiante ojo avizor culantro quevedoiano absurdo medular estable profundo en las mesas misas musas del mundo. Que los peos han de ser coloridos resonantes grises caliginosos borrosos sonoros. Que el gris lo cambio todo. Que ya no es el verde. Que ya no es el azul. Que el gris. Que es la grisura preponderante escuela colorida equilibrada, en el lienzo pictórico blanquinegro de entre el yin y el yang de Laozi y de Walt Whitman. Que es lo gris preponderante escuela colorida equilibrada en el lienzo pictórico blanquinegro del yin y el yang de Laozi y de Walt Whitman de entre la escuela y la antiescuela. ¡Que es desde de entre el yin y el yang de donde han de surgir los peos en de por medio y por la nave de en medio de entre el te quiero y el no te quiero, del emborrachado amor y del embriagado cuenco! ¡Que es otro cuento! ¡Que la gente, ha creído que lo del peo, es algo feo! ¡Que no y que no! Que el emperador romano Claudio César, no estigmatizara al peo. Que el emperador Claudio César, sabía lo salutable para el cuerpo lo del peo. Que el emperador romano Claudio César de entre sus nalgas de su ojo del culo lo sabía de Sócrates. Que el emperador romano Claudio César para su cuerpo, con parábasis y sin parábasis, el peo es saludable.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

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