El mundo politico tiene sus propias leyes, que se imponen a la conducta de los políticos, al momento de dar respuesta a situaciones perentorias o emergentes y afirmar su liderazgo.
Sin embargo se corre el riesgo que en este esfuerzo politico se subestime las leyes que rigen los otros subsistemas, o sea lo social y lo económico que siempre estarán en el camino y sin los cuales no se alcanzan los resultados buscados o se generan los beneficios esperados. Para superar esta dificultad se deben estar afinando constantemente los instrumentos que permiten desde el arranque plantear objetivos, principios, rutas, lo más perfectamente viables y de posible realización.
Y hay un principio básico de la realidad global y local, es que somos desiguales, por lo que no se pueden aplicar los mismos métodos y las mismas soluciones, pues el principio de la desigualdad básica dice que el sistema global y local fue diseñado así, excluyente y desigual en lo global y lo local, situación que exige el diagnóstico. El diagnostico además permite reconocer lo singular y lo plural en el hecho social y político y por lo tanto diseñar políticas sociales más efectivas. El diagnostico también fue llamado análisis situacional por Carlos Matus.
Sin embargo el diagnostico como instrumento politico fundamental no ha alcanzado la relevancia que tiene entre los políticos "el impacto mediático", por lo que no se ha logrado un equilibrio o una división del trabajo politico entre estos dos instrumentos, con la consiguiente pérdida de relevancia del diagnóstico técnico.
Así que nuestros políticos buscando la presencia necesaria asumen que el impacto mediático de un nuevo programa o proyecto es más relevante que la calidad o la presencia del diagnóstico que lo sustenta, asumiendo un alto riesgo en sus actuaciones pues si bien el impacto mediático puede generar visibilidad y atención inicial, la calidad y el rigor del diagnóstico son fundamentales para la sostenibilidad y éxito real de cualquier programa o proyecto. Y la credibilidad a largo plazo en ellos y en el proceso y la revolución.
Un buen diagnóstico permite comprender a fondo la situación actual, las causas subyacentes del problema que se busca abordar, las necesidades de la población objetivo y los recursos disponibles pues es el diagnostico quien evita que el programa o proyecto puede estar atacando un problema equivocado o de manera ineficaz. También hay que cuidar el ego del político.
Con un diagnóstico sólido, se pueden diseñar soluciones, acciones y estrategias que realmente respondan a las necesidades identificadas, optimizando los recursos y aumentando las probabilidades de éxito. Es la base sobre la cual se puede elaborar el plan, la planificación, el plan de acción que inclusive incluye lo comunicacional y su impacto pues el buen diagnóstico identifica las diferentes categorías de actores implicados en la situación. Es como construir una casa sin los planos.
El diagnóstico establece como medir, el progreso y el impacto del programa en el tiempo. Permite evaluar el logro de los objetivos propuestos y realizar ajustes, a quien benefició y como, y a quien nó.
Así que es el buen diagnóstico el que proporcionará la permanencia y aceptación de las políticas, programas y proyectos al largo plazo: Los programas y proyectos basados en diagnósticos deficientes o inexistentes tienen una alta probabilidad de fracasar, despilfarrar recursos y generar frustración, ya que no abordan las raíces del problema. Y abren el camino a la corrupción y la arbitrariedad que nos acogota. Una revolución debe trabajar de la mano de los intelectuales y técnicos siendo uno de los grandes aportes que realiza como movimiento para beneficiar adecuadamente a la población.
El problema de esta distancia entre el politico y el intelectual y el técnico, es que el politico lo ve desde el punto de vista de la práctica, y el intelectual y el técnico, lo ven primero desde el punto de vista de la teoría.
La atención de los medios legitima las iniciativas y los personajes, lo que puede crear una percepción inicial de importancia y credibilidad, útil para captar la atención y el interés general facilitando su alcance y generar expectativos.
Inclusive si el impacto mediático crea la ilusión de éxito o relevancia, pero es inherentemente defectuoso debido con un diagnóstico inadecuado, se generará descrédito por presentar iniciativas no efectivas no garantiza el éxito real y no resuelve problemas intrínsecos de diseño en programas sin diagnóstico sólido.
Por ello consideramos que el impacto mediático siendo una herramienta valiosa para la comunicación y la promoción, nunca debe sustituir ni ser más importante que un diagnóstico riguroso y bien elaborado.
Un programa o proyecto verdaderamente exitoso de un gobierno revolucionario y madurista necesita combinar un diagnóstico profundo que sustente su diseño y operación, con una estrategia de comunicación efectiva que le permita alcanzar visibilidad y generar apoyo.