¡Flores pintadas, no huelen a nada!
Refrán español
Ahora, si es verdad, que la derecha, empezando por Trump, y su manada de marionetas en todo el mundo, han entrado en un reposo sin conocer nada de espiritual, porque se encuentran tan desconcertados, que por momentos se esconden en un silencio intermitente y disimulado, faltándoles solamente comunicarse por señas, ya que, han recibido una estruendosa bofetada al no conseguir calmar las picaduras, cuando alborotaron un avispero, el cual se encontraba en Irán, aunque laborando, pero sin dejar de afilar los aguijones en caso de ser atacados, como realmente sucedió y no podía faltar la respuesta, porque a los guapos y necios se les responde sin bajar la cara para que sientan el peso de la mano y después para volver lo piensen y bastante.
No sabemos quien engañó a quien, pero entre Donald Trump y Benjamín Netanyahu, se encuentra el verdadero responsable del peligroso comienzo, que a la larga nos pudo llevar a una tercera confrontación de consecuencias anunciadas por destacados personajes conocedores del verdadero significado de una guerra antes los adelantos tecnológicos. Trump y su compinche estaban totalmente convencidos de comerse vivo al que mantenían en una permanente provocación y amenaza, pero este le respondía con la prudencia, la precaución sin caer en su terreno, pero la paciencia tiene un límite y cuando se desborda no hay quien pueda pararla. Hasta el último momento el gobierno iraní se mantuvo respondiendo de manera verbal, pero el poder imperial es sordo, cuando entra en un estado mental de superioridad tan desafiante, capaz de pelear con su propia sombra.
Nadie gana después de una guerra, pero si deja un cierto grado de tranquilidad, cuando al agresor se le enseña, que no está solo y que, por muchas amenazas y agresiones, cuando el pueblo se decide a responder, hasta con su propia vida, son muchos los que han retrocedido sin mirar para atrás. Lo que parecía un conflicto de nunca parar, de momento apareció Trump, enseñando la bandera blanca, sin la aprobación del congreso, de la misma manera, como dio la orden de los bombardeos a las instalaciones nucleares iranies, algo propio de un demente, que, solamente se le ocurre a una persona, como Trump, quien llegó a la presidencia y juraba, hasta dormido, que sus órdenes servían para callar a todo el mundo, subestimando el poderío bélico y la determinación del gobierno iraní, quien si está perfectamente claro de lo que significa el imperialismo y sus alabarderos, como Israel.
Este nuevo episodio marcado por la derrota de Israel y su primer ministro, se lo podemos endosar al gobierno de los Estados Unidos, quien es el verdadero artífice de todas las agresiones de manera solapada, pero en el último momento se quitó la careta al percatarse, que su niño de pecho lo estaban golpeando fuertemente. La incursión del gobierno de Trump de modo firme y decidido en el conflicto –Irán e Israel– prendieron las alarmas en todo el mundo, porque significaba, como dice el refrán ¡Echar más leña al fuego! Una buena parte del congreso, entre ellos representantes de los republicanos y demócratas, salieron a señalar al mandatario por haber tomado una decisión sin consultar, si no con su propia y desquiciada mentalidad, para terminar de rayarse y así aumentar los temores, antes las decisiones de este mandatario.
Ahora, desde la Casa Blanca no sale el humo, que significa victoria, ni nada parecido a las elecciones del Vaticano, por el contrario, sirve para aumentar la lista negra de los gobiernos de los Estados Unidos, el cual han salido con las tablas en la cabeza, como sucedió en Vietnam, Cuba, por nombrar los casos más resaltantes, sin descartar el enmarañado mundo árabe, donde han tenido la mano metida, pero se han llevado verdaderos chascos, el cual han querido convertir en victorias apoyándose en el poder mediático, pero últimamente tampoco le ha funcionado, y ahora el guapetón de barrio ha sido callado con el amargo sabor de la derrota en la boca, y de paso convertir el desfile de sus seguidores en una marcha cabizbaja sin argumento convincente, que los ayude a salir del marasmo en el cual están metidos. Desde María Corina, pasando por Antonio Ledezma, quien parece un jugador de la política esperando un premio, hasta llegar al cómico policial, Iván Simonovis, por solo nombrar a estas tres fichas, quien se han quedado en medio del agua, con la única esperanza de un golpe, que los lleve a la orilla.