Uno, diez, veinticinco

Cuando cae un combatiente, la naturaleza se resiente, la esperanza merma, el alma revolucionaria se entristece y el coraje se crispa. No puede ser de otra forma, por que la muerte de un revolucionario en cualquier espacio del planeta es una espina de dolor en la libertad y una razón más para luchar. La muerte de un revolucionario, no quita el ánimo ni la conciencia para la lucha, al contrario ayuda a curtir la vocación de sacrificio por el logro de la meta de un mundo mejor, de paz, justicia, respeto e igualdad; sin explotados ni explotadores, sin traficantes de cosas inútiles vendidas como necesidad. La caída de un revolucionario en el combate contra las fuerzas malignas del capitalismo, es una posibilidad que siempre está latente en el desenvolvimiento de la pelea por la vida, más aun, si el enemigo es un desequilibrado sicópata, que trafica con la muerte como negocio, y promueve la guerra como método de inversión comercial capitalista.

Hoy cayeron unos hermanos en las montañas de Colombia, en combate contra las fuerzas asesinas al servicio del imperialismo asesino Sion yanqui, lo lamentamos, más no los lloramos, no los lloramos por que cayeron con dignidad y sobre todo defendiendo su libertad y la de su pueblo oprimido por el narco paramilitarismo colombiano, arrodillado a los pies de un verdugo que masacra desde hace decenas de años al noble pueblo colombiano, no los lloramos, si no que son inspiración para seguir su cruzada desde el puesto de batalla que nos toca hoy -“Y SI YO MUERO EN EL COMBATE PONGO EN TUS MANOS MI FUSIL…”- es el destino de los hombres y mujeres dignos, entregar hasta la vida, de ser necesario, para mantener la libertad y los derechos de la humanidad a vivir sin opresión. Eso marca la diferencia entre lo verdaderamente humano y la farsa hipocresía de unos infelices dominados por la codicia, el odio, el rencor y adoradores de la muerte. Eso hace que la historia los celebre a unos y maldiga a los otros. Esos nobles guerrilleros caídos serán bendecidos por los pueblos y la historia, pronto habrá de llegar el día en que sus esfuerzos sean coronados por el triunfo de los que les continuaron “ENTONCES SE ABRIRÁN LAS ANCHAS ALAMEDAS…” es natural derramar unas lagrimas por quienes no estarán físicamente, pero que sabemos nos acompañaran y darán fortaleza desde sus engrandecidos espíritus de luz y honor.

Hermanos Uds. no cayeron en vano, como no cayó en vano el Che, Raúl Reyes, Argimiro Gabaldón, Alberto Lovera, libia gouvernier y esos muchos grandes hombres y mujeres, que forman el gran ejercito de la liberación y la conciencia espiritual. Los caminos de las montañas de Colombia recordaran por siempre su paso glorioso en pos de la liberación definitiva de los pobres del mundo, ¡oh! que gran honor el de su país y de la América - latino - sur – caribeña, en haberlos cobijado en su seno hambriento de solidaridad, respeto y libertad

Hasta la victoria siempre camaradas patria grande socialismo o muerte… venceremos


javierdelvallemoagas@gmail.com


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Javier Monagas Maita


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