El imperio contraataca

Un rasgo propio de la maquinaria de entretenimiento concebida y comercializada por los gringos es que, al menos en el cine y en la televisión, convierten sus fantasías en realidad. De ahí que evoquemos el título de una película bien taquillera de Georges Lucas donde apartando la trama intergaláctica se hablaba con toda naturalidad de guerras entre imperios porque los demás no existen. Impensable resulta que un microbio tercermundista se enfrente al imperio. Lo barren de un soplido.

Bueno, eso es lo que ha sucedido con el golpe de Honduras. La médula del imperio, su esencia, es decir, la maquinaria bélico-económica, decide echarle un parado a la oleada soberana y continental que sacude el continente mestizo de la América Latina y de paso ponen en aprietos a los blandengues demócratas que quieren estar bien con Dios y con el Diablo. Tanto no se puede.

Se buscaron sus Carmona, sus Ramírez, sus Ravell, hasta una copia de Pepito Tejera París, el frustrado presidente de facto, en la persona del ex canciller López Contreras. También en su originalidad diseñaron el secuestro de su Presidente legítimo, montaron su farsa de su hilo constitucional y como buenos amantes de la libertad y de la democracia impusieron el toque de queda para reprimir al pueblo de manera feroz. Por supuesto, con sus francotiradores en el aeropuerto para alojar balas en las cabezas o en los corazones de los manifestantes.

Asimismo invocaron que el poder reside en el pueblo que lo deposita en el Congreso Nacional donde tienen mayoría absoluta y confirieron el rango presidencial a un politiquero con 20 años de trajín parlamentario, que todo el continente americano ya conoce como goriletti. Cuando uno les ve las caras y lo que dicen nos encontramos frente a unos trogloditas tan reaccionarios y con esquemas tan cerrados y simples que nuestro folclórico Germán Borregales, el único derechista de corazón que ha tenido la República parece un niño de pecho. A estas alturas a lo mejor Borregales fue un izquierdista sin saberlo.

Por supuesto, los enloquecidos escuálidos vernáculos no se atreven a gritar plagio porque no saben el significado de la palabra y porque los mandarán a callar inmediatamente por ineptos.

Como los integrantes del sancocho de derechistas criollos cruzados con adecos, masistas y bandera roja se ganaron el American Idol de la incapacidad, antes y después del abril 2002, la derecha gringa, hay que reconocerla, arrecha e implacable los mandó para el mismísimo cipote y entabló negociaciones con los chicos malos de su estimada y benemérita Honduras de tan grata recordación.

Nada más refrescando el pasado, como quien no quiere, por territorio hondureño transitaron los mercenarios que derrocaron al demócrata de Jacobo Arbenz en Guatemala, más tarde la gusanera que los revolucionarios cubanos aplastaron en Playa Girón, salió de las costas de Honduras hacia la Perla del Caribe donde los recibieron como debe ser. A plomo limpio. La primera derrota militar del imperio norteamericano en tierras americanas se dio en Bahía de Cochinos.

Como el decorado podía aguantar una representación más, Honduras fue la locación seleccionada para servir de santuario a los mercenarios más sanguinarios que el continente ha conocido antes de los años 80: la Contra Nicaraguense. Por ese teatro de operaciones desfilaron lo más granado de la derecha belicista gringa, los Otto Reich, los Oliver Northon, los Noriega (el hispano gringo y el panameño en la retaguardia), arropados todos en ese zamuro que miente Negroponte, hoy el todopoderoso jefe de todos los servicios de inteligencia de los Estados Unidos.

Por ese tiempo un modesto profesor de literatura de la Universidad de Nueva York escribe una novelita que inscribe en el género bélico policial y que se inspira en la clásica historia de Frankestein la titula Primera Sangre y pasa sin pena ni gloria hasta que un actor de origen italiano, Sylvester Stallone, compra los derechos y le modifica el final donde moría el protagonista.

Nace Rambo. Nace la chorrera de películas donde el superhéroe gringo salva el mundo occidental de los malvados izquierdistas, noquea a todos los que tengan ojos rasgados, a los torpes y ordinarios rusos, cohetes tierra aire Sting, que han tenido la osadía de hollar el suelo afgano; y como la realidad se confunde con la ficción entrenan su Frankestein particular que hoy conocemos con Bin Laden.

Si dentro de algunas décadas es necesario resumir los años 70 y 80 del siglo XX para hacer una radiografía del imperio norteamericano sugerimos que los estudiosos vean todas las películas de Rambo. En lo único que coinciden es en el dudoso gusto por los físicos bien parecidos. Pero bueno cada quien con sus tumbao.

El muchacho de mandados que consiguen para garantizar el golpe hondureño es un oficial formado en la escuela de Las Américas, que garantiza la dupleta de anticomunismo y progringo, esenciales para poder confiarle semejante tarea. Romeo Vásquez, el general de la represión y de la mano dura contra el pueblo curiosamente tiene lazos afectivos en Venezuela.

Una entrevista que el diario El País de España les hace a varios golpistas militares de Honduras los retrata de manera brutal y pasmosa. Dicen que ellos están formados en la sociedad occidental, que son anticomunistas y que no quieren ningún izquierdista en el gobierno y si eso llegare a suceder ellos se irían al exilio. A Estados Unidos.

La derecha imperial recalcitrante está clara que el golpe de abril de 2002 en Venezuela técnicamente no caminó, entre otras razones, por la corta duración del mismo. 48 horas. En el globo de ensayo hondureño rectificaron este pelón y la coherencia del mando civil y militar es sólida y es lo que les ha permitido, hasta ahora, seguir en el poder y hacer planes para llevar adelante las elecciones presidenciales este mismo año y legitimarse. Eso es lo que aspiran.

Lo que no habían previsto era la reacción popular, masiva, pacífica y perseverante pese a la brutal represión bendecida por el Cardenal primado de Honduras que parece más bien un cuervo por lo avieso y mala gente.

El pueblo hondureño ha demostrado que puede triunfar. Una manera cierta de ayudar es mantener la presión sobre los golpistas.



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Héctor Agüero


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