Ruralidades

Norteamérica, emporio de las armas

Allá las fabrican. Es el gran negocio de los llamados “perros de la guerra”, traficantes y bien remunerados por los grandes capitales, amasados estos como producto de la industria de la muerte, de la que somos víctimas como más pendejos. Antes, porque nos quejábamos tímidamente cuando nos arrebataban el pan de la boca. Ahora porque estamos despertando y podemos gritar en defensa de la patria hasta ayer sojuzgada. El Perú de hoy es un ejemplo de los desgraciados acontecimientos, acaecidos en toda la América Latina, con sus centenares de miles de muertos y desaparecidos.

Es ahora cuando nos percatamos del motivo de las campañas veladas para que los ejércitos de éste continente suramericano se desarmaran. Hasta uno de esos que brincaron talanqueras en pleno proceso revolucionario bolivariano, se le salió el pedigrí del traidor para pedir el desarme del nuevo Ejército, ahora sí, aliado del pueblo. Ejército que no se avergüenza al devolverle a ese pueblo, del cual es parte, el pan que los usureros y sus cómplices deshonestos le arrebataron. Vergüenza si se hubiese prestado para cargarle el guarda trapos a Blanca Ibáñez, mientras ella mancillaba el honor del uniforme militar.

Bien, con todo lo dicho queremos enfatizar que en nuestra patria es ley que sea nuestro Ejército, en primer lugar, quien debe estar autorizado para portar las armas de la República seguido de los demás cuerpos de seguridad también autorizados por ley.

Entonces vaya una crítica constructiva (no es la primera), ¿por qué, si sabemos que los disociados bailan en una pata cada vez que muere un venezolano (300 campesinos y 100 obreros) ametrallado con las balas que vienen del norte camino de Colombia, no se le declara una guerrita al porte ilícito de armas? Vale, y es factible, desde las fronteras para acá por tierra, mar y aire. También con firmeza en las grandes ciudades y poblaciones, carreteras y trochas. Una requisa envolvente y sin derecho a devolución ni padrino. La Patria y sus hijos primero.

Ellos, los disociados que aún no son golpistas, también están enterados en cuanto a la proliferación de armas en el país y cuáles grupos las detentan. Pero tienen miedo. Por ahí no habrá lamparilla. Aún cuando uno de esos que se las echan de mamadorcito de gallo se le salió el secreto a propósito de la traída del intelectual enajenado: “Vargas Llosa – Vargas solloza” ilustrado con un pistolón apuntando hacia el gobernador García Carneiro.

Y uno acá deduce que el burlón turenero goza un bolón cuando de parte nuestra surgen esas tímidas campañitas, las de las viandas por oxidadas fucas que alguna vez dispararon. El burlón sabrá de dónde salen y regresan las del sicariato. Por nuestra parte la pelea es peleando camaradas. Los golpistas lloran sus prebendas, pero se limpian las lágrimas y el amo azuza. Ya se acostumbraron al sicariato. Las reservas monetarias se les agotan. Pero ahora la fuente suministra a través del medio que se convirtió en el “partido” político que también financia las muertes por encargo.

Y ojo pelao con las cárceles. Los hombres y mujeres en esos centros quieren ser útiles y regresar lo antes posible a las calles. Pero el diablo hace ronda. Nos lo dijo un periodista en un excelente reportaje de Ultimas Noticias.

Por último camarada Vice-Presidente, el artículo 324 de nuestra Constitución de la República Bolivariana de Venezuela es un oráculo: El de Delfos.

Patria, Socialismo o barbarie.
pedromendez_bna@yahoo.es


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Pedro Méndez


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