La mentira imperial: acusar a Venezuela de “Narcoestado”

En el tablero geopolítico contemporáneo, pocas narrativas han sido tan manipuladas como la acusación de que Venezuela constituye un “narcoestado”. Esta etiqueta, repetida por voceros de Washington y amplificada por ciertos medios internacionales, pretende instalar en la opinión pública mundial la idea de que el país caribeño es un epicentro del tráfico de drogas. Sin embargo, los propios organismos internacionales y agencias de inteligencia estadounidenses reconocen que Venezuela no es productor ni exportador significativo de estupefacientes. La construcción del llamado “Cartel de los Soles” responde más a una estrategia de guerra psicológica que a hechos verificables.

La fabricación de una amenaza

El “Cartel de los Soles”: presentado como una organización criminal incrustada en las Fuerzas Armadas venezolanas, carece de pruebas sólidas y se sostiene en informes políticos más que en investigaciones judiciales.

La narrativa del narcotráfico: se utiliza como herramienta para justificar sanciones, bloqueos y medidas coercitivas unilaterales, bajo el argumento de combatir el crimen transnacional.

La guerra psicológica: al instalar la idea de un Estado criminal, se busca deslegitimar al gobierno venezolano en foros internacionales y preparar el terreno para intervenciones políticas o militares.

El trasfondo político de las sanciones

No es la droga, es la política: las sanciones contra Venezuela no persiguen frenar un supuesto tráfico de narcóticos, sino debilitar el modelo político chavista.

El objetivo real: desplazar al chavismo del poder y sustituirlo por una élite ultraderechista que se presente como “nacional”, pero que en realidad responde a intereses externos.

Impacto en derechos humanos: los bloqueos financieros y comerciales afectan directamente a la población, limitando el acceso a alimentos, medicinas y recursos esenciales, configurando una forma de castigo colectivo.

La soberanía como resistencia

Defensa de la autodeterminación: Venezuela enfrenta una campaña de desinformación que busca socavar su soberanía.

El rol de los organismos internacionales: aunque muchos reconocen que el país no es un productor de drogas, guardan silencio frente a la narrativa impuesta por las potencias.

La resistencia popular: el chavismo, más allá de sus aciertos y errores, se ha convertido en un símbolo de independencia frente al tutelaje imperial.

La acusación de “narcoestado” contra Venezuela es una mentira imperial cuidadosamente diseñada para justificar sanciones, bloqueos y presiones políticas. No se trata de combatir el narcotráfico, sino de destruir un proyecto político que desafía la hegemonía estadounidense en la región. La verdadera batalla no es por la droga, sino por la soberanía, la autodeterminación y el derecho de los pueblos a decidir su destino sin injerencias externas.

 

 


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Oscar Bravo

Un venezolano antiimperialista. Politólogo.

 bravisimo929@gmail.com      @bravisimo929

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