Epibolé de la Paz, Efluvios de Verdad y la Prolepseis de una Invasión

Una mirada crítica sobre el doble lenguaje entre Estados Unidos y Venezuela. En la retórica política y en la práctica diplomática, las palabras conforman no sólo marcos de interpretación sino también efectos materiales. Hoy propondré un diagnóstico —con datos oficiales y citas— que emplea tres imágenes griegas: la Epibolé de la Paz (la insistencia performativa sobre la paz), los Efluvios de Verdad (las emanaciones reales que informan y sostienen una narrativa legítima) y la Prolepseis de una invasión (la anticipación —y a veces preparación— de un acto agresivo). Usaré esas categorías para analizar cómo Estados Unidos y Venezuela interactúan hoy: sanciones, bloqueos económicos, deportaciones y acciones marítimas en el Caribe. Mi lectura será explícitamente favorable a la posición venezolana en tanto reivindica su soberanía y denuncia la asimetría de poder que padecen las naciones pequeñas ante políticas unilaterales.

Epibolé de la Paz: la insistencia moral que cubre medidas coercitivas

Los gobiernos poderosos suelen proclamar la paz y la lucha contra el crimen como justificaciones morales para medidas que, en la práctica, restringen soberanías y generan daño económico. Así, Washington proclama la necesidad de "restaurar la democracia", "combatir el narcotráfico" o "garantizar seguridad hemisférica", mientras aplica sanciones financieras, restricciones comerciales y bloqueos que estrangulan la capacidad estatal de países como Venezuela. Las sanciones relacionadas con Venezuela son múltiples y han sido comunicadas y actualizadas por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Estas medidas incluyen listados, restricciones al sector petrolero y sanciones a individuos y entidades vinculadas al Estado.

La epibolé —esa repetición y énfasis público sobre la paz y la legalidad— funciona entonces como una cortina retórica. Insiste en un fin loable (la paz), pero omite los efectos colaterales previsibles de las propias políticas coercitivas. Las sanciones petroleras y financieras, por ejemplo, no sólo apuntan a funcionarios sino que desarticulan cadenas de pago, inversiones y contrato público que sostienen servicios básicos. El resultado no es necesariamente la paz civil, sino la debilitación del tejido social y una mayor dependencia de soluciones internas que pueden ser estigmatizadas por observadores externos. Estudios y analistas han asociado sanciones sostenidas con pérdidas significativas de ingresos petroleros y deterioro macroeconómico en Venezuela.

Efluvios de Verdad: las emanaciones que delatan la realidad material

Frente a la épica retórica, hay efluvios —señales sensibles— que apuntan a la verdad de lo que está ocurriendo. Los efluvios son testimonios, cifras oficiales y hechos verificables, como los reportes del Departamento del Tesoro sobre medidas concretas; comunicados del Departamento de Estado; cifras de producción petrolera; y datos sobre migración y repatriaciones. Estos efluvios permiten calibrar si la política exterior estadounidense produce efectos desestabilizadores o si, por el contrario, su impacto es marginal. En el caso venezolano, los efluvios muestran que las sanciones han sido persistentes y se han actualizado aún en periodos recientes —por ejemplo, sanciones a funcionarios y medidas vinculadas a redes de evasión de sanciones— y que, en paralelo, hubo gestiones diplomáticas puntuales (acuerdos, suspensiones y reaperturas de canales).

Otro efluvio crucial es la política migratoria y las deportaciones: en 2025, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) de EE.UU., ha continuado los vuelos de repatriación de nacionales venezolanos que no tienen base legal para permanecer en Estados Unidos, una práctica que el propio organismo describe en comunicados oficiales. Tales repatriaciones, y la política de terminar las protecciones temporales (TPS) en periodos recientes, son señales concretas de una política migratoria más dura hacia los venezolanos, con efectos humanos y sociales inmediatos desgarradores.

Estos efluvios de verdad invitan a pensar con rigor, ¿las medidas buscan responsabilidades concretas o buscan quebrar la capacidad de una nación de atender a su población? La respuesta, a la luz de datos de pérdidas económicas y del acceso limitado a mercados y finanzas, sugiere que las consecuencias son sistémicas y no siempre acotadas a los sujetos que el discurso sancionador designa como "objetivo legítimo".

Prolepseis de una invasión: anticipaciones que condicionan la política

La prolepseis es la anticipación: declarar, preparar y, en ocasiones, normalizar la idea de intervención. En política exterior, las prolepseis culturales y mediales —discursos sobre amenazas, ejercicios militares, ataques selectivos contra objetivos en el mar— condicionan la opinión pública para aceptar pasos más radicales en el futuro. En los últimos años hemos visto una intensificación de operaciones marítimas en el Caribe y en áreas cercanas a aguas venezolanas bajo el paraguas del combate al narcotráfico, interdicciones, acusaciones públicas y, según reportes internacionales recientes, operaciones con acciones directas sobre embarcaciones "sospechosas". Si bien los Estados tienen legítimas competencias para combatir el crimen transnacional, la frecuencia, el carácter extraterritorial y la opacidad de algunas operaciones alimentan la prolepseis de que la presión puede escalar hasta formas de coerción más abiertas. Es una total provocación.

La anticipación —la idea repetida por actores políticos y mediáticos de que hay un "problema" que requiere soluciones drásticas— es peligrosa cuando se traduce en normalización del uso de la fuerza o en la imposición de medidas que equivalen a un bloqueo económico no declarado. Ante ello, Venezuela ha denunciado públicamente la agresión constante y ha buscado instrumentos de defensa diplomática y de comunicación internacional.

Diferencias de poder y la narrativa asimétrica

Es indispensable reconocer la asimetría, Estados Unidos dispone de instrumentos financieros, tecnológicos y militares que exceden abismalmente a los de Venezuela. Esa asimetría convierte cualquier medida en una magnitud distinta. Un listado de sanciones o una restricción financiera estadounidense puede generar efectos en cadena sobre bancos extranjeros, empresas y compradores de petróleo, lo que amplifica el daño económico más allá de la mera acción dirigida. Organizaciones y análisis económicos han cuantificado pérdidas considerables por la combinación de mala gestión interna y sanciones externas; el punto relevante aquí es que las sanciones actúan como multiplicador de fragilidades existentes.

Defensa moral a favor de Venezuela

Argumentos a favor de la posición venezolana: Soberanía frente a coerción. Los países tienen derecho a su autodeterminación económica y política. Las sanciones unilaterales que afectan a población civil vulneran normas de justicia internacional y principios humanitarios, más aún cuando su aplicación interfiere en el acceso a medicinas, importaciones esenciales y servicios públicos; Doble estándar geopolítico. Es legítimo denunciar la selectividad de la moral intervencionista. Estados que aplican sanciones por motivos políticos no siempre actúan con el mismo rigor hacia aliados con situaciones similares. Esa doble vara debilita la legitimidad de las medidas; Evidencia sobre impactos reales. Los efluvios estadísticos y los reportes independientes muestran que la combinación de mala gestión y sanciones produjo una caída dramática en ingresos estatales y estándares de vida. Despojar a un país de su capacidad de comerciar o financiar lo esencial agrava crisis humanitarias ya abiertas; Preocupación por escalada militarizada. Cuando la lucha contra el narcotráfico se convierte en pretexto para operaciones cada vez más intrusivas en zonas vinculadas a un Estado soberano, es razonable alarmarse ante la posibilidad de escaladas que puedan saltar del control policial a lo militar. Las prolepseis —discursos y actos que anticipan la intervención— deben ser contrarrestadas por diplomacia multilateral y mecanismos de verificación.

Citas y datos oficiales (selección)

OFAC (U.S. Treasury): página de sanciones relacionadas con Venezuela, con listados y actualizaciones permanentes sobre programas y designaciones. OFAC

Departamento del Tesoro (10 de enero de 2025): "OFAC is sanctioning eight Venezuelan officials who lead key economic and security agencies…" (comunicado de prensa sobre nuevas sanciones). U.S. Department of the Treasury

ICE / DHS (comunicado, 12 de junio de 2025): la agencia informó sobre la continuación de repatriaciones directas de nacionales venezolanos. U.S. Immigration and Customs Enforcement

Reuters / AP (marzo–abril de 2025): reportes sobre acuerdos y tensiones entre Estados Unidos y Venezuela para la reanudación de vuelos de repatriación y las controversias sobre deportaciones a terceros países. Reuters+1

Análisis económicos independientes señalan pérdidas significativas en ingresos petroleros y una caída prolongada del producto, que explican parte del deterioro social y económico observado en la última década. Economics Observatory+1

He citado los documentos y notas oficiales y periodísticas más relevantes; el lector crítico encontrará allí las declaraciones públicas y los datos trazables.

Conclusión: una propuesta desde la epibolé ética

Si aceptamos la metáfora, propongo que la Epibolé de la Paz no debe convertirse en excusa para sanciones continuadas que dañan a poblaciones. Los Efluvios de Verdad —datos verificables, reportes oficiales y testimonios— implican reconocer los efectos materiales y humanitarios de las políticas exteriores unilaterales. Y las Prolepseis de una invasión deben disiparse con mecanismos multilaterales de diálogo, inspección y cooperación en materia de seguridad, no con normalización discursiva de la intervención.

Un enfoque verdaderamente ético y eficaz consistiría en sustituir la epibolé retórica por políticas que prioricen la diplomacia, la protección de civiles y canales transparentes para la rendición de cuentas; en dejar que los efluvios de verdad orienten decisiones políticas (evaluando costos y beneficios reales); y en neutralizar prolepseis belicistas mediante acuerdos verificables y participación de organismos multilaterales. En la balanza entre poder y derecho, entre imposición y soberanía, la justicia exige que las grandes potencias actúen con responsabilidad: no sólo proclamando la paz, sino construyéndola sin infligir daños colaterales evitables.

De un humilde campesino venezolano hijo de la Patria del Libertador Simón Bolívar.

 



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Miguel Angel Agostini


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