Ruralidades

Recado a la señora Bush, madre

No es un llanto. Ya a los pueblos les hicieron perder hasta el desahogo de llorar. Las lágrimas que humedecían el dolor se secaron. Ahora sirven, sí, pero para templar el contraataque a la alevosía. Las madres, doña progenitora del desalme (cuidado: desalme) sólo nos permiten llorar cuando la madre adorada nos la matan con el niño en el regazo. Pero nos condicionan a que sequemos las lágrimas con el “talón” de la mano izquierda, de manera de marcar al asesino con la diestra.

Este recado, señora displicente, no deja al margen la duda en cuanto a comprensión y sentimiento de su parte, no obstante que, aún así, creemos algo de humanidad le debe quedar en el recóndito de su alma para conmoverse ante el dolor de una madre cuando sobrevive a un hijo, después de un bombardeo indiscriminado, o cuando se lo reclutan para ir a matar y después se lo regresan en una bolsa fúnebre.

Esta duda, respetada matrona y abuelita, se deriva de lo dicho por usted con respecto a los damnificados del Katrina al manifestar, con esa sorna gringa, que “esos” sobrevivientes de la furia de las aguas “deben estar contentos por cuanto fueron ubicados en aseados refugios”. Y, sin dividir el párrafo, no es usted de las madres que tolera un reproche a las tremenduras de su aún acariciado hijo, según palabras de papá Bush, el nieto de Prescott, profanador de los restos del gran Jerónimo.

Ahora lo posible. ¿No podrá usted, madre Bush, hacer que su hijo se desprenda de ese “dios” de la guerra que tiene metido entre ceja y ceja?. Y, por su parte, ¿no le hace resonancia en la conciencia el grito de las madres norteamericanas, cuando alertan que “mañana es tarde” para acabar con esa guerra contra un pueblo inerme, aunque con coraje, como lo es el de Irak?

Reflexione usted, ya que su hijo no lo hace. El es un obcecado de la guerra contra los débiles. Y ese “dios” de sus delirios, no es el mismo y verdadero que encomendó a nuestro señor Jesucristo la redención de la humanidad, ya martirizada por los avaros hebreos que, aún, mueven los hilos tras bastidores de la Casa Blanca. Y por si se le olvidó, o lo desconocía, respetada señora, esas cuerdas son las mismas que se movieron para exaltar al otro enemigo de la humanidad que, cuando niño díscolo mataba pajaritos, y de adulto aborreció a sus propios compatriotas, llamado Adolfo Hitler. Los titiriteros danzantes sobre los tesoros del mundo le auparon tanto, que el hombre se creyó el superior de la sangre aria; mató millones de los que creía de la raza inferior, pero no pudo contener el contraataque de los pueblos. Perdió la “segunda guerra mundial”, así llamada aquella locura por los incitadores, y sucumbió como gigante de papel, con un pistoletazo de la misma mano de la locura agravada. Los incitadores cobardes se declararon como víctimas, y se vinieron por los mismos caminos verdes de aquellos sudistas que asesinaron a Lincoln por otras sin razones.

¿Dejará usted, madre, que su hijo continúe ejerciendo el triste y decadente papel hitleriano del pasado siglo, ahora en el siglo XXI, o prefiere que el gusano de la locura termine para que la pistola del incitador silencie las culpas?.

Por otra parte, o quizás por lo mismo, es inconcebible palpar en una madre que haga consignas de eso de “con mis hijos no se metan”, y al mismo tiempo incitar a esos mismos mimados y acomplejados adultones, para que salgan a matar inocentes y a torturar hasta la muerte a hombres y mujeres que luchan por la paz entre los seres humanos.

Para finalizar este recado, señora Bush, ratificamos que con el transcurrir del tiempo, hemos comprobado después de 4 años de una guerra desigual contra Irak, que su hijo está perdiendo desesperadamente el conflicto que él mismo provocó con sus infundios. Mídale usted la decadencia a través de la desesperada solicitud de enrolar en esa contienda criminal a 21 mil jóvenes más para ir a matar seres humanos que no les han hecho ningún daño. ¿Apoyará usted la pretensión de este último coletazo? ¡Por Dios señora, mande a parar!.

Y por último, haga que se le diga la verdad al pueblo norteamericano, su pueblo, para que se entere y rescate a 800 muchachos heridos de gravedad, metidos en un buque de guerra rumbo a Alemania, según noticias internacionales difundidas por acá. Alguien de los culpables, de lo cual no está exento su hijo, no quiere que las madres y el pueblo “los vean así”.

pedromendez_bna@yahoo.es


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Pedro Méndez


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