Tú venezolano, estás "deportado" sin derecho a pataleo

Qué sabroso es viajar a los Estados Unidos con todas las comodidades a bordo, incluyendo bebidas alcohólicas, y unas tantas chupaditas de un pito de marihuana -y si es colombiana, ni hablar- en cualquier baño que sirva de satisfacción de entrar en esa corriente desolladora de malos inconvenientes que acepte la apariencia y pestilencia de ser venezolano pensante como asilado, agarrado a la voluntad inmediata de vivir el sueño americano -¡oh yes!

Fastidioso, peligroso, trajinoso y hasta deprimente es cruzar la frontera desde México por el río Bravo, corriente abajo, a lo que salga que una venezolana octogenaria, tuvo el brío y la suerte de echarle pichón de pasar ese río -huyendo del régimen- y encontró de gratis quien la cargara y la pasara hasta el otro lado de su felicidad, y ahora está viviendo allá como si fuera de ojos azules sin peca alguna, encantada de ser una futura gringa no de canalete y atarraya como una marina margariteña -¡oh horror!

Epa, epa, y qué pasa, por qué le violan los derechos humanos a un hermano venezolano? Y, más en ese país democrático hasta los tuétanos que vive salvando al mundo de tantas injusticias juntas algo socialistas, no capitalistas. No puede ser, acaso se le salió una tuerca a la carreta de la convivencia llena de esperanza salvadora que, nos guiará de por vida y, más con esos puñados de venezolanos que huyen de la barbarie, del hambre y la miseria y, hasta de la dignidad en apuros y, ahora los plantan con maltratos y son los funcionarios del Departamento de Inmigración (ICE) que, en vez de recibirlos con flores multicolores en las manos como líderes escasos de viajar a su país a darles nuevas vidas con su sangre, sangre de libertadores y de vividores como ahora sobran y, que venga un juez gringo que es para impartir justicia, le suelte la siguiente frase a un hermano nuestro, con la afrenta de decirle sin pelos en la lengua: "Tú vas deportado sin derecho a fianza y sin derecho a réplica". Mierda ¡Toma tu tomate que está pasmado! Y a lo mejor riéndose. ¿Y, qué es eso, en qué país estamos? Es qué acaso llegamos al infierno -pudiera haber dicho el infeliz, algo desorientado, para que no me acepten.

Por lo que horrorizado: denuncio al mundo con toda la razón que nos sobra de esa injusticia como es la que, le asiste a todos los venezolanos y más a los que están contra el régimen de entrar a los Estados Unidos con los brazos abiertos huyendo de nuestro salvajismo y, por el contrario los reciben con maltratos y, no solamente eso, sino que también los esposan de manos y pies, y lo más deprimente es que el régimen de Maduro no lo hace con sus presos de ponerle cadenas en las cinturas y, es espeluznante que hasta camisa de fuerzas le colocan como deportados antes de montarlos en un avión y, lo peor de lo peor, es que a veces los tratan como si de un saco de papas se tratara. Vaya calvario. Pero con todo y los maltratos hay que insistir a entrar a vivir como Dios manda en los Estados Unidos. Esto se dice y no se cree. ¿Pero,..., Maduro Existe?

El lema a seguir sin perder la paciencia de toda buena voluntad es, paciencia y más paciencia, que allá está la salvación de los venezolanos, Su felicidad en bandeja de plata, aunque haya muchos corrompidos que les importa un carajo, lo que los gringos hagan con ellos contar de salir del infierno en que vivían.

¡Por favor, un empujoncito! Qué allá voy.



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Esteban Rojas


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