Cuando despertaron

Cuando los pueblos aborígenes despertaron ya estaban invadidos: ellos corrían y los otros decían "los descubrimos". Ellos se escondían y les gritaban "los encontramos", como un juego de niños. Y ellos creyendo que llegaban sus "dioses". En las naves venían los "dioses" invasores con la espada de cruz castellana. Castellana cruz para imponer su religión cargada de mensajes ocultos, sed de oro. Aquí, vivían los hombres de maíz ???? y las doncellas del cacao.

Muchos de ellos y ellas, ataviados con preciosos plumajes. Existe una contradicción geográfica y planetaria -si se quiere-, porque dicen que Dios está en todas partes; pero aquí no había llegado. Claro, dijeron que los originarios no tenían alma y eso les daba el derecho de someterlos y saquear el territorio. Ellos, los civilizados, arrastraban los cuerpos de los aborígenes de la cola de un caballo para que conocieran a Dios. Vergüenza les debiera dar ser protectores de uno de los más grandes genocidios de la historia de la humanidad.

Este territorio, hoy llamado América en 1492, no fue descubierto, fue invadido. Desde un principio se equivocaron. Cristóbal Colón pensó que había llegado a las Indias. América los salvó, no sabían dónde estaban. Ellos, los civilizados, castraron el florecer de una cultura que llevaba su propio ritmo. No era inferior a la de ellos: era diferente. Sus conocimientos ancestrales, su filosofía, ciencias y sus artes, además de vivir en armonía con la naturaleza. Sus flechas y otros instrumentos de guerra no fueron suficientes para defenderse de sus armas mortales.

Isabel de Castilla y Fernando de Aragón llenaron sus arcas, además de otras potencias europeas, quienes también disfrutaron del festín. Fue una empresa netamente mercantilista que impulsó el desarrollo del capitalismo europeo, apoyada por el catolicismo y lo que si descubrieron para su beneficio rapaz, fueron las grandes riquezas de este continente: perlas, oro, plata y demás piedras preciosas, fundamento para la acumulación originaria del capital, extendieron sus territorios de ultramar y la implementación del catolicismo de manera sangrienta.

Aunque ya no podemos cambiar la historia, las voces de nuestros antepasados siguen latentes, pidiendo justicia y la reprensión en muchas partes de América sigue cobrándoles pecados a nuestros indígenas portadores de la raza ancestral.

¡No sé qué les cobran! Más bien, les deben y mucho. La resistencia Indígena sigue en pie de lucha hermoseada con hilos de Luna y pisando con valentía. De todo esto floreció una nueva raza pincelada de distintos colores, matizada de amor, se vuelve en el tiempo para reencontrarse y decir.

Así no más: latinoamericanos somos. Unidos seremos incansables. Queremos paz.. Ah, no vale esconderse para que no vengan con el cuento que nos descubrieron…


*Lic. en Educación (Postgrado en Historia Económica y Social de Venezuela-Universidad de Carabobo), Docente jubilada e integrante del Colectivo Literario "En la Otra Orilla".

 

mariamarinelli11@gmail.com



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