Cambiamos visa del imperio por tres cueros de sapo viejo

Aclaramos que no nos gustan los Cueros de sapo seco, y desde carajitos nos gustó la sopa. Decimos esto para reforzar la afirmación de que es tanto el desinterés que nos suscita el American Weif of Life que estaríamos dispuestos a cambiar una visa del Imperio por los desestimados cueros del conocido Batracio

Evo Morales Nuestro primer presidente indígena (ya que Alejandro Toledo es un cascarón de aborigen en cuyo interior le vaciaron al Hombre Marlboro) acaba de tomar una medida Histórica, en el sentido que opone a la arrogancia imperial la dignidad y la grandeza Quechua y Aymará. Los gringos acostumbrados como están a entrar como perro por su caso en cualquier País que ellos mismos han calificado de tercermundista o en vías de desarrollo, sin necesidad de Visa o permiso alguno, con la historieta podrida aquella de las divisas del turismo, del aporte de la cultura de los Países del Primer Mundo a los Países pobres y unas cuantas cacorradas más; no esperaban que la Bolivia de nuestros amores por boca de su dignísimo Presidente dictara la medida de exigirle a cualquier ciudadano estadounidense que quisiera visitar Bolivia, su respectiva Visa de ingreso y permanencia. La medida hace justicia, ya que cualquier boliviano que visite a los EEUU necesita Visa y un buen número de vacunas, por aquel cuentecito fétido de que viene del tercer Mundo y no se sabe qué enfermedad pueda transmitirle a los privilegiados ciudadanos del primer Mundo.

Sabemos de gente que estaría dispuesta a hacer cualquier cosa, como reza un slogan de una marca de bebidas embotelladas, con tal de contar con una Visa para vivir bajo la Tiranía del Imperio. Es más hemos tenido noticias de connotados dirigentes políticos venezolanos que no le han perdido el gustico a la parafernalia mayamera. Cualquiera que así actúe no merece ser un político ni mucho menos un dirigente. Nosotros queremos decir solemnemente que no nos gusta la Cocacola, detestamos cualquier joda etiquetada como light, los muñecos de Disneylandia nos parecen horrorosos, agregar que no nos mueve ningún interés monetario sino la felicidad de los seres humanos mediante el triunfo definitivo de la clase obrera mundial; que nos gustan más los paisajes naturales de nuestra tierra venezolana y latinoamericana que cualquier jardín de una ciudad horrenda como Miami.

Los que soñamos con un Mundo dirigido por el socialismo científico en el contexto de cualquier topografía, estamos seguros que un día no muy lejano el Pueblo de los EEUU será gobierno en las Tierras de los Siux, de los Navajos, de los Pieles Rojas, de Los Apaches. Entonces, sólo entonces nos gustaría tener una visa de ese Gobierno popular para visitar el gran Cañón o cualquier taberna de Chicago.


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Eduardo Mármol


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