Trump y la supremacía blanca

Alimentar el odio es una de las tareas que gustosamente cumple al pie de la letra el xenofóbico, racista y misógino de Donald Trump. Un patán con todas las de la ley. Que con abierta antipatía y desprecio, rechaza impúdicamente a todos los que estén más allá de su Raza Aria, esperpentos humanos que siguen creyéndose provenientes de un linaje puro y superior al resto de los mortales.

Su accidental rol como presidente del Imperio más inescrupuloso y despiadado del planeta complica más las cosas. Tanto para sus vecinos fronterizos, como para los propios norteamericanos al interior del país, los cuales palidecen las nefastas consecuencias de las descargas de odio producto del fanatismo de las milicias paramilitares de los blancos puros. Los "vigilantes exterminadores", alentados por Trump, prefieren imponer su lógica de limpieza racial mediante la ejecución de acciones de violencia contra sus propios vecinos. A estos crímenes los llaman terrorismo interno o terrorismo doméstico.

Desde la entronización de Trump en la Casa Blanca no ha dejado de enfilar sus descargas de odio en contra de los inmigrantes latinos, afrodescendientes y musulmanes. A capa y espada, y sin disimulo alguno, desprecia todo lo que rete a la Supremacía de la Raza Blanca. Trump no tiene razones para ocultar su verdadero metabolismo. Es uno de ellos, que estando en la cúpula del poder, solo expresa y defiende la narrativa discursiva de la elite corporativa norteamericana. La verdadera dueña del Imperio Norteamericano.

Hasta el Buró Federal de Investigaciones (FBI) ha expresado con preocupación que se encuentran frente a "la continua amenaza que suponen los extremistas domésticos violentos", todos inspirados y exacerbados por ideologías supremacistas blancas. Nada más revisar el para nada fraternal eslogan del grupo de extrema derecha Ku Klux Klan (KKK): "Debemos asegurar la existencia de nuestra gente y un futuro para los niños blancos".

Similar a este eslogan de odio y discriminación, emanan de las redes sociales del presidente Trump, docenas de desacertados mensajes (tuits) que agreden directamente a miles de personas. Políticos, autoridades locales y extranjeras, ciudadanos pobres, minorías raciales y migrantes. Todos son objeto de la descarga de odio del presidente Trump. Muchos de sus tuits podrían considerarse crímenes de odio, al alentar a sus hordas violentas a considerar objetivos de exterminio a las personas o instituciones acusadas por Trump.

Un caso emblemático es el de las cuatro congresistas norteamericanas (Alexandria Ocasio-Cortez, Ilhan Omar, Ayanna Pressley y Rashida Tlaib), las cuales pertenecen al partido Demócrata y han generado un terremoto en el Congreso por su audacia y determinación para enfrentar a la estructura política conservadora. Se autodenominan "The Squad" ("El Escuadrón") y, por ejemplo, de la mano de Ocasio-Cortez han presentado propuestas como el Green New Deal (Nuevo Acuerdo Verde) para enfrentar el Cambio Climático (negado a muerte por Trump) y para exigir una mayor equidad económica y social para el pueblo excluido norteamericano.

Con su odioso verbo desquiciado y pendenciero, Trump descargó a las congresistas (poniéndolas en la mira de los ataques de los supremacistas blancos), exigiéndoles vía Twitter que "regresen a sus países de origen" y además señaló que "vinieron de países cuyos gobiernos son una total y completa catástrofe". Ignorando el deschavetado Trump que tres de ellas nacieron en Estados Unidos, así que el catastrófico gobierno a que se refiere lo encabeza él mismo. Cosas de la vida real.

Dentro de esta narrativa xenofóbica y racista se ha incubado un germen indetenible de violencia. A la cruzada de Trump contra los inmigrantes se han incorporado los "vengadores solitarios" partidarios en su totalidad de la doctrina de la supremacía blanca. Los pistoleros de El Paso y Dayton dejaron 31 muertos. La inmensa mayoría de origen latino, objetivos precisos de los certeros ataques.

Estos no son hechos aislados. Solamente en lo que va del año 2.019 "se han producido alrededor de 250 tiroteos múltiples en suelo estadounidense, con casi un millar de víctimas, cerca de 250 de ellas mortales". Colegios, universidades, iglesias, instalaciones públicas, son los sitios preferidos para la descarga de odio de los pistoleros. No hay lugar seguro en el país que gobierna el belicoso Trump.

Pero Trump se niega convenientemente a combatir esta terrible realidad. Por el contrario, se ha esmerado en defender a la mayor corporación de Estados Unidos, la Asociación Nacional del Rifle. Así, ha dicho con total sordidez que "Las enfermedades mentales y el odio aprietan el gatillo, no las armas". Rechazando de plano cualquier iniciativa legislativa para incrementar el control sobre la tenencia de armas de fuego.

Toda esta narrativa construida por Trump y sus socios de la Supremacía Blanca, legitima un claro mensaje: hay que continuar con la caza y el exterminio de la población de origen latino para lograr la meta de "detener la invasión al país". Estamos frente a claros delitos de fomento del odio y de la instauración del terrorismo doméstico en las propias narices del gobierno de Trump, desconociendo la valiosa diversidad étnica de su población, conformada por migrantes que llegaron incluso antes de la independencia norteamericana en el año 1.776.

Para nada molesta a Trump las acciones de limpieza étnica en contra de los latinos. Su cerebro y sus ambiciones personales maquinan de otra manera. Él insiste ante los medios que "Soy la persona menos racista del mundo". Un corderito pues. Pero todos sabemos que debajo de ese disfraz está un lobo feroz, sin escrúpulos ni vergüenza alguna. Todas sus apuestas, incluyendo su cruzada de aniquilación contra los migrantes, forman parte de su campaña por la reelección en el año 2.020. Le habla directamente a su electorado, la clase blanca, los apologistas de la supremacía blanca.



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Richard Canán

Sociólogo.

 @richardcanan

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