La historia siempre se repite

Al decir de Galeano “La Historia es un oráculo que voltea para vislumbrar el futuro”. Así, podemos comparar la situación actual de Venezuela con la de Paraguay a mediados del siglo XIX, la cual desató la guerra de la Triple Alianza, episodio histórico falseado, si no ocultado, y hasta negado, por sus vencedores: Argentina, Brasil y Uruguay, y ordenado y financiado por el gobierno y los banqueros de la entonces imperial Inglaterra. Veamos:

El más mísero de los sentimientos humanos, la envidia, terminó con el paraíso económico y social que fue Paraguay tras su independencia, bajo la égida de los gobernantes, en la historia usual difamados de dictadores, Carlos Antonio López y su hijo Francisco Solano López, este último un desconocido para el 99% de los caraqueños, a pesar de que una populosa avenida, transitada diariamente por cientos de miles, lleva su nombre.

Paraguay fue el único país de América del Sur donde, tras su independencia, la oligarquía y el latifundio no se adueñaron de la economía y el poder político. Se vivía en paz, no había pobreza, y según Galeano en las “Venas Abiertas…”, un agente norteamericano llamado Hopkins dijo  que en Paraguay “no hay niño que no sepa leer y escribir”. El país autoabastecía sus necesidades básicas, la siderurgia y otras actividades industriales estaban en manos del Estado, el cual poseía recursos más que suficientes, carecía de deuda externa, y no dependía del capital extranjero. El 98% del territorio era de propiedad pública: el Estado cedía la explotación de parcelas a los campesinos con la condición de poblarlas y cultivarlas, y con la prohibición de venderlas.

Esta anomalía de nacionalismo y proteccionismo de la industria nacional y del mercado interno, era un mal ejemplo para las sojuzgadas Argentina, Brasil y Uruguay, amén de representar una afrenta a la omnipotente Inglaterra que se perdía la acostumbrada regalía de materia prima, mano de obra barata y mercado para sus productos. El embajador inglés en Buenos Aires y los banqueros de la City, prepararon y financiaron la guerra tras una eficaz campaña mediática de descrédito, las oligarquías gobernantes en los países súbditos, invadieron a su vecino por las tres fronteras, lo que hoy llaman una “proxy war”, la misma con la que hoy amenazan a Venezuela.

No terminó el conflicto en tres meses, como predijo el servil argentino Bartolomé Mitre. Traicionado por una oposición apátrida, que incluía a sus hermanos, Solano López, junto a todo el pueblo Paraguayo, incluyendo mujeres, ancianos y niños, heroicamente lucharon hasta la muerte. La guerra duró 5 años, en ella perecieron las cinco sextas partes de la población, los sobrevivientes quedaron en condición de esclavos. Argentina se quedó con noventa y cuatro mil kilómetros cuadrados de territorio paraguayo y Brasil con sesenta mil. Los vencedores, como Pirro, quedaron arruinados y endeudados por la cruenta y añosa guerra genocida. Los beneficiados fueron los industriales y banqueros ingleses. Hoy Paraguay es el país más pobre de Suramérica, al igual que Haití, jamás le han perdonado el delito de optar por la independencia.

La pretensión de estas letras es advertir a los opositores venezolanos que las intervenciones, aunque las llamen “humanitarias”, no benefician sino a intereses ajenos, y que la penuria y la muerta no discriminan por ideología política, y para que los patriotas, como estrategia disuasiva, se preparen para lo peor. En este preciso momento, el escudo es la unidad y la preservación de la paz interna.

*Abogado, Traductor, Docente

 

gfranzm@gmail.com



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